Capítulo tres: Infiltración.

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-Te felicito. Eso fue muy bueno, mentirle así a...ese idiota-dijo Tobi dirigiéndose a mi.

-¡Cállate! ¡Es tu culpa! ¡Eres un egoísta bueno para nada! Me vi obligada a hacer y decir lo que dije.

Tobi me agarró del cuello y me sostuvo contra la pared. Acercó su rostro, el cual no podía ver completamente, pero si pude notar su ojo. 

-Más te vale no hablarme así adelante de los demás. Y deja de tratarme como si fuera mierda, porque no te va a ir muy bien. 

-Yo no se lo que te habrá pasado para que seas así, pero nada justifica tus acciones, y mucho menos te tengo miedo, ¡puedes golpearme si así quieres!, pero jamás voy a callarme, voy a defender todo lo que quiero. 

Tobi me apretó más el cuello. Yo intenté sacar sus manos, pero era inútil, hasta que perdí completamente la fuerza. Y cuando se dio cuenta de que estaba a punto de matarme me soltó. Él miro sus manos, yo estaba en el piso, y levanté la cabeza, mirándolo directamente. 

-Yo...-dijo Tobi. No sé si soy yo o iba a disculparse. Me levanté y me acerqué a él. Tuve un terrible impulso de idiotez, no se porque lo hice, lo sentí, tenía la necesidad. Lo mire y lo abracé. En ese momento en que lo sentía tan cerca, tenía la sensación de un cosquilleo en mi estómago y mi corazón empezaba a latir fuertemente. Como si fuera una persona a la que no había visto en mucho tiempo. Mis ojos se humedecieron, él todavía no correspondía a mi abrazo, lo que más añoraba en ese momento es que también me abrazara. Se me hacía muy notorio que él estaba sufriendo y que no sabía exactamente que hacer. También note que estaba temblando.

-¿Qué es esto...?-preguntó él. Le quité el guante negro que cubría su mano, y con muchos nervios, sin pensar, tome su mano. Y los dos las entrelazamos. No quería soltarlo, sentía que necesitaba recordar algo que se ocultaba en algún lugar recóndito de mi mente.

-No lo entiendo. Siento que te conozco. Pero en realidad no se quién eres-le dije. Él se quedó en silencio.

-¿Te conozco de antes?- le pregunté.

-Tengo 17, y vos 13. No lo creo. Nunca antes habíamos hablado. 

Acerqué mi mano a su rostro, con la intención de quitarle la máscara. Mis dedos rozaron ésta, pero él me detuvo. 

-No lo hagas- me dijo.

-Obito...

Él parecía haberse sorprendido completamente. Ni siquiera yo se porque me referí a él con ése nombre.

-¡Despertate o voy a hacerte explotar! ¡Primer día de entrenamiento!- me gritaba al oído Deidara. 

-Otro puto sueño.

-Creo que es mejor que trates bien a Tobi, porque te ahorcará de nuevo y te hará dormir.

-Así que eso pasó...

Ahora nos encontrábamos en la guarida secreta de los Akatsuki. La rutina de todos los días es levantarse a las 8am, comer algo, entrenar, entrenar y entrenar. 

-Hoy te toca entrenar conmigo-dijo Deidara entusiasmado. Te enseñaré como hacer figuras de arcilla para explotarlas.

Me levanté, lo miré y pensé "maldito pirómano". 

Estaba haciendo las figuras de arcilla, quería hacer una araña, pero no lo conseguía, así que agarré la arcilla, la apreté, la tiré al piso, y la pise una y otra vez hasta que quedó una cosa deforme.

Me di vuelta y ahí estaba Deidara con Tobi. El rubio me miraba seriamente, como cansado de la situación, y de brazos cruzados, mientras que el enmascarado lo imitaba. Yo solo sonreía con una gota de sudor recorriendo mi sien. 

Yo también tengo una máscara.(Tobi-Obito y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora