La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].

Capítulo cuarenta y cuatro.

La cabeza me daba vueltas, tenía el cuerpo cubierto de sudor y mis ojos no lograban enfocarse por completo. Una luz intensa, que parecía provenir de todos lados a la vez, me cegaba. Estaba boca arriba, mi espalda contra lo que parecía ser un suelo acolchado. Mi mente luchaba furiosa, ayudándome a recordar los sucesos recientes. ¿Qué era lo último que recordaba? Estaba buscando a Luke cuando todo se oscureció.

Luke.

¿Dónde demonios estaba Luke?

Inyectada por saber la respuesta obligué a mis ojos a reaccionar. Tanteé el suelo y me di impulso con las manos, incorporándome. Mis ojos tardaron un segundo, hasta que lo consiguieron.

Hubiera deseado seguir en la oscuridad.

Frente a mí la visión más espantosa. Justo a un palmo de distancia estaba la respuesta a la pregunta.

Pero no era Luke, no el que yo conocía.

Esta era una bestia, una versión de pesadilla de lo que fue el chico de mirada inocente que conocí en el desierto y la luz que lo enfocaba resaltaba con espanto su decadencia.

Repentinamente aquello' soltó un furioso alarido. Retrocedí hasta chocar contra una pared, preguntándome cómo era posible que no se me echase encima o que ni si quiera me mirase, cuando caí en cuenta en la situación en la que estaba.

Era como cuando aparecí de la nada en una especie de caja con paredes de vidrio en medio de la estancia en donde tuve mi primer encuentro con los Habitantes. Solo que en este caso el que estaba atrapado era Luke.

Aparté los ojos de él. Detrás de mí, una pared blanca. A unos metros de mi izquierda otra pared y a mi derecha una tercera, pero en medio de esta había una puerta de lo que parecía ser acero. No me había decidido a actuar cuando aquella puerta se sacudió y escuche una cerradura abrirse. Me quede inmóvil, con los ojos clavados en ella. Mi corazón palpitaba con tal fuerza que dolía.

La puerta se abrió y fue la Rata quien la traspasó.

Con su traje blanco, pulcro. Con un gesto altanero que hizo que me hirviera la sangre. Hizo caso omiso de Luke, como si no lo viese o escuchase sus gritos. Mantenía su vista fija en mí, evaluándome.

Como si fuese capaz de leer mis pensamientos, levanto una mano como pidiendo silencio y dijo;

-Si me atacas, verás morir a tu querido amigo.

-¿Qué no está muerto ya?—Grazné. Ese no era Luke, ese era un Crank.

La Rata arqueó las cejas.

-Si te comportas y escuchas, sabrás que no, aun no lo está.

Sentía esa especie de descarga eléctrica que invadía mi cuerpo justo antes de una pelea, sabía exactamente qué puntos atacar si quería hacerle daño, hacerle daño de verdad, atacar esa cara de roedor.

-Él puede salvarse. –Añadió.

Antes que la llama de la ilusión comenzase a arder, lo miré cuan escéptica era.

-Más de la mitad de las cosas que he oído de parte de ustedes son mentiras. –Repuse. –No te creo.

-Lo único que te pido es que escuches. ¿Tan difícil es permanecer un minuto con la boca cerrada? Creo que Minho ha afectado mucho en tu personalidad.

Minho. Newt. Thomas. ¿Dónde estaban?

-¿Qué hago aquí?—Inquirí. – ¿Dónde están los demás?

-Ya lo sabrás, por ahora eso no debería importarte. Ellos están bien, eso es todo lo que debes saber.

-¿Cuánto tiempo ha pasado? Luke...él no estaba así, él estaba bien. ¿En qué momento empeoró tanto?

La Rata pareció por fin advertir la presencia de Luke y desvió sus nerviosos ojos hacía él. Se quedó absorto un momento, un minuto después, volvió a mirarme.

-Escucha, esto es lo que pasará. Le suministraremos la Cura y el volverá a ser el muchachito desgarbado que conociste, con una condición.

Contuve la respiración.

¿Hablaba enserió?

¿Existía la Cura?

Observe a Luke, se la había prometido. No era estúpida, sabía que esto podría ser una más de las trampas de CRUEL, pero no tenía opción.

Cerré los ojos. Asentí.

-¿De qué se trata?

-Se trata de una tercera prueba, tu tercera prueba y la última.

-He oído eso otras veces.

-Tienes mi palabra de que esta vez es enserió.

-Tu palabra no vale para mí. –Resoplé. –Solo dime qué demonios tengo que hacer.

-Oh, algo bastante sencillo.

La rata se volteó, se dirigió a la puerta, sacó una especie de tarjeta de uno de sus bolsillos y la pasó por la cerradura. La puerta se abrió con un silbido. Indicándome con un gestó que lo siguiese, la Rata cruzó la puerta. Le eché un último vistazo a Luke, que su imagen me diera las fuerzas que necesitaba ahora.

Crucé la puerta.

Frente a mí, una camilla con aspecto quirúrgico. A un lado de ella, tres enfermeras, esperando. Un hombre con aspecto aterrorizador observaba todo desde una esquina, supuse que estaba ahí por sí surgía algún tipo de problema.

La Rata se situó cerca de las enfermeras, indicándome la camilla.

-______, tú vas a recuperar tus recuerdos.