El verano estaba por concluir, Severus regresaría a trabajar el primero de Septiembre, mientras Audrey ya lo había hecho, el Ministerio otorga muy pocas vacaciones pero es comprensible considerando su importancia.
La relación... iba bien a pesar de los errores ya cometidos. Pasaban buenos momentos juntos, Tonks no se lo creía cuando Audrey le contaba, tardes enteras debajo de las sábanas platicando y haciendo algo más que platicar, paseos por Hogsmeade con un Severus muy incómodo por las miradas sorprendidas o regalos pequeños pero significativos. Ese no era Severus, y no lo era definitivamente, no para el resto del mundo, sólo para Audrey.
Nada podía salir mal, excepto el efecto olla exprés que ambos habían estado fabricando al no decirse las cosas como debían ser. Él no decía nada respecto a su vida pasada, ella había ocultado algo muy importante, podía decirse que estaban a mano, aunque Audrey consideraba que la cerrazón de él era más grave que lo que ella había hecho.
Una tarde en la que él había pasado por ella para salir a dar un paseo por Hogsmeade, ella se alistaba mientras él esperaba paciente en un sofá, aunque no entendía por qué tardaba tanto, simplemente pensaba "mujeres".
-Listo –salió ella finalmente para que ambos partiera.
Él se puso de pie en un instante y le sonrió –bien... -y ofreció su brazo.
-Antes –ella alzó el índice –dime... -no sabía por qué iba a hacer aquello en ese momento tan inoportuno, pero era ahora o nunca -¿cómo se llamaba tu madre?
Qué preguntan absurda, inoportuna e incómoda, al menos para Severus lo era, ella quería desenterrar historia pasada y olvidada, olvidada, eso era para él, nada, ya lo había borrado.
-Eileen –dijo por instinto como un sonido gutural y no una palabra -¿nos vamos?
Ella asintió y ambos se fueron, la velada resultó extraña causa de una simple pregunta y un nombre como respuesta. A ella le quedó claro que indagar iba a ser imposible y una aprehensión inaudita la invadió mientras observaba como él se inclinaba levemente frente a un local de libros usados.
Ya no pudo más, sacrificó sus horas de comida para hacer algo que no debía. Audrey había abdicado la invitación de Tonks de ir a comer a su casa, debido a su estado y con Remus que seguía ocioso por las vacaciones.
-Debes estar por aquí –revolvía montones de archivos muertos sin importar el desorden, después lo arreglaría con un toque de su varita.
Su varita... ¡Bingo!
-Accio Expediente "Severus Snape"
De una pila de fólderes color paja salió uno especialmente grueso directo a las manos de la Auror; no lo abrió de inmediato, lo colocó sobre el escritorio y se dedicó a mirarlo un rato, se mordía el labio, lo tocaba y al instante apartaba la mano como si fuese una llama ardiendo, luego se ponía de pie y caminaba en círculos sin apartar su mirada del documento, miraba el reloj con insistencia, se sentaba nuevamente y se recargaba sobre sus brazos jalando su castaña cabellera con desesperación.
Suspiró. Tomó con ambas manos el fólder y se maldijo.
-Te vas a arrepentir de hacer esto, Audrey Svevo.
Abrió finalmente aquel pedazo de pergamino y comenzó a leer. De la sorpresa pasaba a la tristeza, ambos estados de ánimo se alternaban confundiéndose a menudo. Ahí estaba todo, desde ese nombre que él ya había mencionado casi obligado: Eileen, hasta su paso por los mortífagos, su vida, su desgracia.
Como si de un esfuerzo físico muy grande se hubiese tratado, Audrey cerró el fólder cuando terminó de leer todo y se echó para atrás en su silla exhausta.
En su casa en Londres, Severus leía el viejo libro de Pociones que Audrey le había regalado buscando solucionar el problema de los Lupin, cuyo descendiente llegaría al mundo en cualquier momento. Pero en realidad las palabras eran meros garabatos, estaba desconcentrado y eso lo enojaba.
Se puso de pie bruscamente y caminó a la ventana cerrada, abrió las cortinas de tela verde seco y miró el sol naranja que se ocultaba.
-Muy tarde, será muy tarde –comenzó a susurrar.
Deseaba con fervor poder contarle todo a Audrey, pero no podía, no estaba listo y sabía que cuando se atreviera sería muy tarde¿y si eso la hacía perderla?, tenía que tomar una decisión, callar como hasta entonces o finalmente soltar todo. Sintió miedo por vez primera, de perderla, perderla por su propia obstinación.
Después de aquel breve receso, regresó a lo que estaba, buscando una cura para el hijo de su enemigo del pasado. Qué absurdez.
Los días pasaron, ella ahora lo sabía todo y no podía abrazarlo y decirle que sentía mucho esa vida que había tenido, no podía porque él se enojaría e imaginárselo enojado, verdaderamente enojado, era una pesadilla que nadie se merecía pasar.
Sobre la mesa había una caja abierta de chocolates con zarzamora, en el sofá Severus estaba sentado con Audrey recostada, colocando su cabeza sobre sus piernas.
-¿No quieres chocolates?
-No, te los traje a ti.
-Lo sé –ella sonrió –además, cuando eras pequeño tu madre te regalaba una barra de chocolate cuando hacías algo bien –dijo y al instante se arrepintió, incluso esa tontería venía en el expediente, el Ministerio sabía hacer su trabajo.
Él la miró sorprendido, atónico, por un segundo sin palabras.
-¿Cómo sabes eso?
-Lo supongo –la chica trató de arreglar las cosas.
Él la miró con ambas cejas levantadas, no creyó la explicación, era un dato demasiado específico para ser sólo una suposición.
-¿Dónde lo escuchaste? –Trataba de controlar su molestia, pero la siguiente pregunta fue más artera para la chica -¿o dónde lo leíste?
Ella se incorporó sentándose, estaba perdida, lo sabía, pero de unos chocolates no podía desencadenarse aquel Ragnarok tan anunciado. Él la miraba esperando una respuesta, y por su intensidad, quería la respuesta ya, pero qué le iba a decir¿Qué lo había investigado?, aunque pensándolo más a fondo, eso era culpa de él, por no decirle nunca nada.
-¿Realmente importa? –la chica se puso a la defensiva, él titubeó y después pareció dar por terminada la discusión.
De la que se había salvado Audrey, y se arrepintió, como había asegurado, de haber leído el maldito expediente.
Luego de un rato de plática Severus se fue a su casa sin mostrar ninguna intención de quedarse esa noche, obvio resultado de pequeño encontronazo que había tenido con Audrey. ¿Por qué sabía esa tontería de su pasado?
Mientras caminaba la brisa veraniega de la noche le refrescaba el rostro y el alma, ardía, cada noche era de pasión pero esta vez no, no hasta saber de dónde había obtenido ese dato la Auror. Ahora lo obsesionaba momentáneamente saber eso, caminaba con la mirada gacha y pensando. Pensando.
Las ideas iban y venían, las respuestas, la traición a la confianza, o en este caso, a la falta de confianza. Luego se repetía que Audrey era una Auror, una Auror del Ministerio... ¡el Ministerio!, ese expediente en la oficina de la chica. Ahí estaba su respuesta.
Pero sacudió la cabeza con una media sonrisa. Lo mejor era olvidarlo, cualquiera que haya sido el método de ella, mientras no se repitiera nuevamente, en un futuro sería él mismo quien le platicara todo aquello.
Luego, los días se fueron acabando hasta llegar el primero de Septiembre, Hogwarts lo esperaba para un nuevo año lidiando con pequeñas pesadillas divididas en cuatro casas, al menos, la dicha de atemorizarlos y quitar puntos a Gryffindor le brindaba cierto entusiasmo por regresar.
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Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan Tweedy
FanficTú crees conocer a el profesor Snape pero nadie lo hace en realidad, ni él mismo. Descubre las cosas que cambiarán en su vida tras salir airoso de la guerra y conocer a una chica impertinente. Un amor, una oportunidad, una decisión y un error. cread...