cuando el sol conoció a la luna

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conocí a un chico de tez pálida bañada en lunares.

lo conocí antes de tomar una siesta, donde me contó sobre un querido primo que ya no está acá.

pronunció su nombre en voz alta, con la voz entrecortada

y me enseñó un espacio entintado en su brazo guardado sólo para él.


lo conocí en una conversación profunda sobre anécdotas de la infancia y corazones rotos 

en una cafetería que - en algún momento - se convertiría en nuestra.

él era la luna.


conocí a una chica con rulos alrededor de su cara y una sonrisa de oreja a oreja.

la conocí frente a un espejo, observando sus costillas

"no lo suficientemente flaca" susurraba, manteniendo el aire adentro, metiendo panza.

ella era la luna.


conocí a dos pequeños pájaros temerosos de derretirse ante el más simple tacto, miedosos de "ir con la corriente" y bueno,... miedosos del amor.

así que cuando las cortinas se cerraban y el mundo entero estaba metiendo sus narices en otra cosa, se perdían entre las sábanas de esos días de fiaca.


de repente, el sol comenzó a sentir la necesidad de abrazarlo sin ninguna explicación lógica, 

sólo quería sentirlo cerca.

sentía escalofríos cada vez que le sonreía luego de un largo beso

y su pequeño corazón comenzaba a latir más rápido que nunca cuando observaba como se reía cuando le daba piquitos en el cuello.

se veía tan relajado y feliz.

el sol comenzó a pensar que quizás - y sólo quizás - ella era quien lo hacía sentir así.

la luna comenzó a tratarla como su reina,

no era sólo "sexy", también era "linda".

hermosa  bajo sus ojos.

" a veces me gustaría que sólo se fuera" dijo el sol "pero después me doy cuenta que es sólo porque tengo miedo. estoy asustada de mi misma.

se dice que el arte no debe ser hermosa, algo perfecto. el arte debe hacerte sentir algo y ¡mierda!, yo veo fuegos artificiales cada vez que me hace suya o solo me sonríe."

su amiga la miró y rió:

"no puedo creer que al fin lo hayas admitido"

pero la luna se esconde entre las sombras y el sol se protege con sus rayos,

no es que no se preocupen por el otro, sólo están asustados.


-¿de quien eres? la luna susurró en su oído.

-tuya.

-¿y yo?

-mio.


Un boleto a Francia, por favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora