- ¡Oye! ¡Vamos despierta! ¡Si llegas tarde me echarán la culpa a mi!
Abrí mis ojos confundido, alguien me llamaba pero estaba tan cómodo que no quería despertar.
- ¡Vamos! ¡Tienes que ir con el Todopoderoso a que te dé un nombre!
Me levanté y miré a mi alrededor ¿Que acaba de decir ese chico? y tal vez lo más importante ¿Quién era ese?
- ¡Al fin!- exclamó el chico de unos veinte años con ojos azules y cabello negro corto con un extraño gorro de aviador en la cabeza, era increíblemente pálido y flaco con una camisa abotonada gris unas dos tallas más grande, su pantalón negro terminaba en unas botas azules con unos adornos de alas muy graciosas.- Creí que me iba tocar lanzarte un balde de agua, y no es la mejor forma de que conozcas a tu Maestro.
- ¿Maestro?- le pregunté todavía más confundido.- Disculpa pero ¿Quién eres?- observé la habitación en donde estaba, todas las cosas eran blancas hasta el punto que no podía diferenciar la cama del piso, aunque era un cuarto pequeño parecía muy acogedor.- ¿Donde estoy? y.... ¿Quién soy?
- Te lo explico en el camino, es un poco complicado para los novatos adaptarse luego del juicio.- decía el chico entregándome unas túnicas de color blanco.- Vamos, vístete y date prisa.
Fue cuando noté el detalle de que estaba desnudo, me sonrojé y me cubrí con las sábanas avergonzado. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué no recuerdo nada de mí mismo?
Me vestí rápidamente tratando de buscar algo en mi cabeza que me diera alguna respuesta; pero esta seguía igual de confundida como cuando desperté. El chico tomó mi mano y me jaló con una fuerza tan impresionante que creí que me arrancaba el brazo. Me llevó por un largo pasillo lleno de puertas todas blancas y exactamente iguales, no había nadie por ninguna parte, pero el chico parecía saber hacía dónde nos dirijíamos.
- Bueno, comencemos desde el principio.- decía el chico que era un poco más bajo que yo.- Me llamo Jerové, soy un ángel guardián del nivel 99 y estamos en el Templo Sagrado, conocido como el Cielo.
- ¿Cielo?- le pregunté confundido.- Espera ¿Eso significa...?
- ¿Que estás muerto? Si, eso es lo que significa.- dijo el chico con normalidad.- Hace tres días el Todopoderoso llevó a cabo tu juicio, debido a que tus pecados fueron tan pequeños se te dio la oportunidad de convertirte en ángel guardián, por eso eres mi aprendiz ¡Fue maravilloso! ¡Mi primer aprendiz en mucho tiempo!
- ¡Espera un momento!- exclamé tratando de detenerlo.- ¡¿Estoy muerto?!
- Desde hace cinco días.- dijo Jerové deteniéndose frente a mí.- Pero ¿Si quiera sabes quién eres?
Tuve que negar resignado, no sabía quién era o cómo me llamaba, por lo que el chico le miró de la misma manera.
- Entonces no tiene sentido que te molestes porque estás muerto.- dijo rascándose la cabeza.- Aquellos que mueren una vez que son juzgados y tienen derecho a convertirse en ángeles, olvidan sus recuerdos porque no los necesitan. Son un estorbo en su trabajo, además ¿De qué sirve recordar lo que hiciste si ya estás muerto?
Buen Punto, si realmente estaba muerto no tenía sentido recordar quién era, sólo podría sentir tristeza al imaginar a las personas que dejó atrás. Aunque sigo confundido y tal vez me estuvieran gastando una broma, es decir, si ese chico era un ángel ¿Por qué no tenía alas?
- ¡Llegamos!- dijo Jerové frente a una puerta blanca.- Te espero al otro lado.
La puerta se abrió y me empujó hacia el interior, no había nada más que un altar con una balanza y un balcón donde una figura cubierta por una capucha blanca.
- Bienvenido de vuelta, jovencito.- se escuchó una voz masculina muy profunda.- Te desmayaste antes de que pudiera darte un nombre, ¿Cómo te sientes muchacho?
- B-Bien, creo.- dije temeroso.- ¿Usted es...?
- No te preocupes muchacho.- dijo la figura con una risa tranquilizante.- No quiero que me temas, a partir de ahora trabajarás conmigo para ayudar a los seres humanos, sé que te estoy pidiendo demasiado cuando apenas llevas unos días de haber dejado el mundo de los vivos, pero sé que Jerové te ayudará a adaptarte. Ahora, con respecto a tu nombre ¿Te parece bien Keima?
- ¿Keima? Si, me gusta ese nombre.- me sorprendí aceptando un nuevo nombre como si fuera algo natural.
- ¡Excelente! ¡Estuve pensando en un buen nombre para tí por horas!- expresó la voz con una alegría que no esperaba de un ser tan poderoso.- Ahora, mientras tu habitación se prepara puedes ir a la Tierra con Jerové, él te explicará todo sobre tu nuevo oficio. ¡Oh! Que torpe soy, te daré tu ropa.
Cuando me di cuenta tenía una túnica azul en un estilo asiático, al ver el piso me sorprendí al ver mi propio reflejo, no me había detenido a ver mi aspecto, mi cabello era negro y liso hasta los codos, con ojos grises que resaltaban en un rostro pálido, no debía tener más de veintidós años y mi cuerpo no parecía destacar mucho.
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- ¿Ya tienes nombre?
- Keima
- ¡Genial! Bueno basta de tanta chachara y démonos prisa en ir a la Tierra.- Jerové volvió a tirar de mi brazo y me llevó hasta el final del mismo pasillo hasta una puerta azul.- Es más fácil enseñarte las cosas que simplemente hablando.- Abrió la puerta y volvió a empujarme.
Una luz cegadora me hizo cerrar los ojos, pero al abrirlos me vi en medio de una agitada ciudad, cientos de edificios se levantaban ante mi, gente que iba de aquí para allá, fuertes sonidos de autos y músicas extrañas invadieron mis oídos ¿Donde estábamos? Pero cuando iba a preguntarle a mi compañero, este ya no estaba
- ¿J-Jerové?- lo llamé asustado.- ¡Jerové!- el pánico se apoderó de mi, la gente me ignoraba pero yo sentía sus miradas en mí, nada de ese sitio se me hacía familiar. Tenía miedo, ¿Donde estaba? ¿Por qué me dejaron solo?
- Te encontré.
Alguien me habló, pero antes de mirar a esa persona sentí como mis pies se alejaron del piso y estaba volando, grité aterrado pero de inmediato terminé sobre una azotea.
- Por fin nos vemos de nuevo, esta vez no tendremos ese obstáculo entre nosotros.
Miré a la persona que me hablaba, era un hombre moreno con cabello pelirrojo desordenado, sus ojos color miel eran hipnotizantes, su camiseta negra ajustada resaltaba su musculoso cuerpo junto a sus pantalones negro con llamas pintadas.
- ¿Q-Quién...eres?- le pregunté sin saber si debía agradecerle o huir aterrado.
- Ah, veo que ya no recuerdas nada.- dijo el hombre con una voz ronca.- Mejor, así nos ahorramos molestias.- me arrinconó contra la pared y me miró directamente a los ojos.- Soy Melchor, tu prometido.- Y sin poder evitarlo, me besó.
Algo en mi interior se agitó, mi cuerpo se sentía como gelatina y creí que iba a caerme pero los fuertes brazos de ese hombre me mantuvieron en mi lugar ¿Un hombre me besaba y yo reaccionaba así? Era casi como si ¿lo disfrutara?
- ¿Cuál es tu nombre?- me preguntó.
- K-Keima.- respondí por inercia, como si los ojos de ese hombre me hubieran hipnotizado.
- Bien Keima.- me dijo.- Tenemos toda la eternidad para disfrutar de nuestra relación, comencemos ahora.
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Mi Angelito Inmortal
HumorMi nombre es Keima, Un chico me dijo que había muerto y ahora era un aprendiz de ángel guardián. No sé qué sentir ahora, pero creo que no me molesta. Lo que me intriga es que en mi primer día de trabajo un hombre me besó reclamandome como su pareja...