Capítulo 5

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Estaba aquí. Jamás creí verme en esta situación o alguna parecida. Pasé a la recepción y una señorita me preguntó mi nombre: -Iván Ruiz- dije y ella lo anotaba en una especie de ficha al mismo tiempo que me decía: -Pase, es la habitación a la derecha-.

Al cruzar la puerta, me encontré en una habitación cuyas paredes estaban cubiertas con especies de cojines de goma, totalmente blancos (debían de ser para que los pacientes no se trataran de autolesionar). Además, en una esquina se apreciaba un colchón y en el centro de la habitación una especie de silloncito pequeño que se veía muy cómodo. Y en una esquina, acurrucado a más no poder, se encontraba Jaime.

Como si lo hubiera llamado con la mente, apareció el médico de cabecera, psiquiatra y director del centro de enfermedades mentales Juan Donoso. Solo intercambiamos unas miradas y luego me pasó un documento que decía lo siguiente:

Diagnóstico del paciente Jaime Vera

El joven padece una enfermedad que se da en 1 persona por cada 1.000.000, según los análisis a los que ha sido sometido. La enfermedad se da en personas que han sufrido de alguna situación de carácter trágico en su niñez y consiste en lo siguiente: Una persona, de un momento a otro, cree que es otra persona. Generalmente, la persona enferma, cree que vive la vida de un conocido, amigo o familar. La enfermedad es conocida como el nombre de "trantorno de las dos vidas" y debe su nombre a que la persona tiene escasos momentos de lucidez en algunas ocasiones, mientras que la mayoría del tiempo en que padece la enfermedad cree ser otra persona. El joven Vera, deberá permanecer en el recinto para que reciba un tratamiento adecuado, y una vez curado (ese es el objetivo de nuestro recinto para con todos nuestros pacientes) será trasladado a la penitenciaria más cercana, para cumplir su condena por el asesinato de su novia Allison Ventura.

Me quede observando a Jaime; no creía como había llegado a esto. Es cierto que había visto comportamientos extraños por parte de él hacia mí. Lo había pillado imitando gestos míos y hasta compraba algunas prendas iguales a las mías, pero nunca les había tomado importancia a actos como este. Y ahora sufro las consecuencias.

Historia de un desquiciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora