El paisaje camino a la fortaleza de los cazadores, era el más hermoso que Ángel hubiera visto en sus catorce años, el clima sin embargo era otra historia, era tan frío que la tuvo temblando por días. En esa región era pleno invierno y uno bastante lluvioso y helado, si no llovía estaba nublado o corría un viento que parecía que todos saldrían volando, la neblina a veces era tan densa que no les quedaba más que resguardarse y esperar a que pasara para seguir su camino.
Durante los últimos tres días la lluvia había sido constante y ya llevaban dos semanas viajando hacia la fortaleza de los cazadores. Desde la salida del pueblo de Alba, Ángel no había dicho una sola palabra, tampoco daba importancia a las amenazas diarias de los cazadores cada vez que se negaba a hablar, cuando la interrogaban acerca de lo sucedido con los vampiros.
Siempre estaba sola pero bajo la atenta mirada de Hottu, el mayor de los tres lobos que habían estado en Alba cuando huyeron los vampiros.
El lobo miraba con desprecio Ángel y por primera vez sentía verdaderas ganas de matar a un ser humano, pues por culpa de ella y su amiga, sus hermanos habían sido enviados a rastrear a los vampiros hasta encontrarlos y capturarlos de nuevo, y no importaba cuantos días meses o años les llevara conseguirlo, no podían volver a la fortaleza a menos que capturaran a esos demonios, y si fallaban en su misión, el castigo que recibirían era el único que podía esperarse de un cazador, la muerte.
Ángel era ajena a todo esto pero imaginaba que los otros dos lobos andaban tras la pista de sus amigos. Rogaba porque los vampiros hubieran llegado a salvo a la ciudad subterránea y se quedaran allí durante un buen tiempo. Sentía pena por los lobos pero, los vampiros eran su familia y su seguridad estaba ante todo.
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Hottu miraba a Ángel al igual que los cazadores y no entendía como un par de muchachitas podían haber causado tantos problemas, jamás había pasado algo así antes, sin duda todos lo comentarían una vez que se supiera la noticia. De lo que aún no estaban seguros los cazadores, es que hubieran sido solo ellas dos las culpables de todo, estaban seguros que alguien más las había ayudado. Ni siquiera había pasado por sus mentes la posibilidad de que hubiera sido solo Ángel la culpable de la huida de los vampiros. Cada vez que la interrogaban no admitía ni negaba nada, solo se quedaba en silencio esperando que el cazador se aburriera y la mandara a sentarse lejos de su presencia, pero a la vista de todos ellos. No tenía permitido acercarse a las fogatas que hacían cada vez que acampaban, a menos que dijera que había pasado en alba. Por supuesto ella no decía nada y se resignaba a seguir pasando frío. Los miraba conversar alrededor de la fogata y parecía que sentía más frío cuando los veía, se estremecía y se arrebujaba en la delgada manta que le habían dado para que se abrigara, ya no sabía lo que era no sentir frío. No importaba cuanto se abrigara, el frío era insoportable, sus manos y pies siempre estaban helados, temblaba día y noche. Y el sol parecía decidido a no dejarse ver. El único momento de abrigo que tenía, era cuando viajaba con Hottu, se abrazaba fuertemente a él con la excusa de sujetarse bien para no caer del caballo. El lobo tenía la temperatura mucho más alta que los cazadores, su calor traspasaba la ropa y la abrigaba un poco mas. Hottu gruñía cuando sentía las gélidas manos de ángel aferrándose a él, pero no la apartaba ni le decía nada. Al menos no en voz alta. Veía los malos tratos que tenían los cazadores con ella y estaba seguro que se los merecía, pero sabía que no era ni la mitad de todo lo mal que la pasaría cuando llegara a la fortaleza.
Estaba claro que a los cazadores del grupo no les importaba lo que le pasara y si estaba viva era solo para que diera explicaciones ante Eleazar o su padre, y que sus líderes descargaran su rabia en ella y no en ellos.
A un día de llegar a la fortaleza de los cazadores, Jesús se marchó al galope durante la noche para informar a Eleazar de lo que había pasado. Sabía que sería reprendido, si es que no desterrado por ese imperdonable error, pero al menos tenia a Ángel bajo su custodia, tenía un culpable que presentar ante los Leppala.
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Ángel pasaba las horas rogando por un poco de calor y porque sus amigos pudieran evitar toparse con los lobos y todos los cazadores que estaban buscándolos. Esperaba que los vampiros hubieran llegado a salvo a la ciudad subterránea y se ocultaran allí. Sabía que Angaroo y Teao los buscarían incansablemente y de sólo imaginar le pelea que habría entre ellos se angustiaba.
_ Que no los encuentren, se decía miles de veces al día, ellos eran ahora la única familia que tenía en el mundo y el volver a verlos era lo que le daba esperanzas para cualquier castigo de los cazadores.
Al llegar frente a la fortaleza, las esperanzas de Ángel prácticamente desaparecieron, jamás había visto o imaginado algo como lo que tenía frente a sus ojos. El lugar era enorme y estaba rodeado por una muralla altísima, que tenía cada tantos metros una especia de pequeña casa donde había un par de hombres vigilando. Ángel palideció al ver esta enorme construcción, la siguió con la vista hasta donde pudo, y parecía no tener fin. Miraba el imponente lugar con la boca abierta y el corazón oprimido.
Uno de los hombres que hacía guardia en una de estas pequeñas casitas como las veía ángel, dio la orden para que se abriera el portón para los recién llegados, en ese mismo instante las enormes puertas se abrieron de par en par para que entrara el grupo. Al entrar Ángel miraba hacia todos lados y parecía ser un pueblo que estaba rodeado por esa enorme muralla, había casas grandes y pequeñas y gente por todos lados realizando diferentes labores y muchos niños jugando. Había comercio en las calles y carretas yendo y viniendo también, además de varios cazadores deambulando por el lugar.
El grupo cruzó la calle principal del pueblo y dejaron atrás las casas y la bulla del lugar, se internaron por un camino en un tupido y lúgubre bosque por casi media hora.
Al salir de la oscuridad del bosque había un amplio camino y unos metros más adelante otra muralla pero no tan grande e impresionante como la anterior. Al entrar en la fortaleza de los cazadores se podía ver una gran casa de tres pisos, muy larga y con un corredor de madera en cada piso. Al lado había una construcción un poco más baja pero también con varios metros de largo y un corredor. También había una iglesia con una impresionante cruz que por el brillo y el color debía ser de plata. El patio frente a estas enormes construcciones, era completamente de adoquines y había tres plataformas que se elevaban varios escalones por sobre el nivel de suelo, a su alrededor había varios troncos para sentarse.
Al momento de su llegada al interior de la fortaleza, Hottu saludó con la mano a varios hombres que iban de un lado a otro cargando cosas y realizando distintas labores. Luego de esto, el lobo se marchó por el portón donde habían entrado solo segundos antes. Lo mismo hicieron León y Jesús después de ordenarle a Lucian llevar a Ángel a la oficina principal donde la esperaban.
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Varios lobos más fueron enviados a ayudar a los tres hermanos y a los cazadores en el rastreo de los vampiros.
Ángel fue llevada a la oficina principal y presentada al jefe de todos los cazadores como una de las niñas que ayudó a escapar a los vampiros del pueblo de Alba. Ella agachó la cabeza al oír esto, pues seguían culpando a Viorica y ella no entendía porqué si era evidente que su amiga no había tenido la culpa de nada.
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Las primeras dos semanas de Ángel en la fortaleza, fueron en un calabozo por negarse a hablar. Le preguntaran lo que le preguntaran ella no decía nada y miraba al cazador como si no le importaran sus acusaciones o amenazas, y de cierta manera así era. Ya no tenía familia y estaba segura que no sería tan fácil escapar de allí para volver a Alba. Lo bueno era que tenía poco más de dos años para encontrar la manera de huir de la fortaleza. Algo se le debía ocurrir durante ese tiempo.
Los días en el calabozo se le hicieron eternos y allí hacia tanto frío como afuera. Soñaba con una comida caliente y el calor del fuego, o al menos el calor de Hottu. El lobo que llevaba los alimentos le dejaba la bandeja a la entrada de la celda y se marchaba, nunca le decía nada, ni siquiera la miraba.
Al salir del calabozo fue llevada nuevamente a la oficina por dos lobos.
Fue interrogada, amenazada e insultada y nuevamente no dijo nada. El cazador enfurecido la abofeteo dos veces pero ella ni siquiera lloró a pesar del dolor que sentía. Tampoco bajó la mirada, en todo momento lo miró a los ojos y esto solo enfureció más al cazador.
El hombre pensó en mandarla nuevamente al calabozo pero esto solo contribuiría a más silencio para ella y a apartarla de lo que sucedía en aquel lugar. Pensó en las opciones que tenía y decidió que sería mucho mejor si estaba con otros niños de su edad y compartía con ellos. Quizás de esta manera podrían saber algo más de lo sucedido. Aún nadie tenía pruebas concretas de que hubieran sido ella y Viorica las únicas que dejaron en libertad a los vampiros. Jesús y otros cazadores creían que había más involucrados pero los lobos estaban seguros que había sido solo ella, pues Viorica a pesar de haber sido pillada entrando en un túnel, no tenía el carácter, la personalidad o la valentía como para hacer algo así. Hottu se lo había dicho a Jesús, pero el cazador se rehusó a aceptarlo, pues eso lo haría ver aun más incompetente a los ojos de Eleazar.
Tres meses después de su llegada a la fortaleza, ángel aún no hablaba con nadie pero se veía más interesada por lo que ocurría en aquel lugar. Más de una vez se rio al ver algo chistoso o al escuchar algún comentario que para ella fue divertido, y esas fueron hasta ese momento sus mayores interacciones con lo que allí ocurría, pues generalmente ella estaba en el calabozo por haber sido grosera o desafiante con alguno de los cazadores adultos. A veces ni siquiera alcanzaba a estar más de un par de horas fuera del calabozo y era enviada allí nuevamente, y a los cazadores que la castigaban, poco y nada les importaba si había comido algo o no.
Cumplió quince años y ella se vino a enterar recién tres semanas después, no se sintió feliz o triste. No sintió absolutamente nada cuando lo supo. Solo rogó encontrar la manera de salir de allí pronto.
Todos los días se sentaba desde temprano a mirar como estos niños y los mayores practicaban con espadas, cuchillos y otras armas que ella jamás había visto.
Lobos y cazadores entrenaban dedicadamente por igual pero separados. Estaba muy marcado al interior de la fortaleza quienes eran los cazadores y quienes los lobos y no era solo por la ropa o su físico. Bastaba con ver las humildes cabañas que tenían al otro lado del bosque los lobos y ver las enormes y firmes casas de los cazadores construidas en su totalidad por los antepasados de estos lobos.
En el comedor, eran cazadores a un lado y lobos al otro y sentados en el suelo, la mejor comida para los primeros y cualquier cosa para los otros. En la manera de vestir también se notaba la diferencia y superioridad que pretendían tener los cazadores. Ángel vestía como cualquier otra cazadora pero no por gusto sino porque no tenía conque más. Al salir del calabozo la primera vez, la llevaron a bañarse y quemaron sus ropas reemplazándolas por las de ellos. Lo único que se aseguro de salvar por sobre todo lo demás, fue el collar de cinta verde que tenía en uno de sus nudos el anillo que le había dado Enoc y que ella había jurado guardar hasta que el volviera por ella. Con astucia y gran talento se había hecho una trenza en el medio de la cabellera y había trenzado el collar. Después de esto siempre tuvo el pelo tomado en un tomate atado por gruesas cintas negras que no dejaban siquiera que se moviera el ingenioso moño. Nadie podía imaginar que tuviera entre sus cabellos el objeto de su esperanza y fuerza para soportar todo lo que se viniera en el futuro. No había nada que no estuviera dispuesta a pasar con tal de poder ver algún día a sus amigos. Su corazoncito no perdía la esperanza de volver a verlos y vivir con ellos como le habían prometido. Cada día al despertar no rezaba a Dios, solo pedía en voz baja que estuvieran bien y volver a verlos de nuevo. A veces la pena venía de la nada, solo sentía ganas de llorar y cuando estaba sola lo hacía, pero cuando había alguien más se contenía y su rostro siempre indiferente cambiaba, y solo parecía estar muy molesta. Por este motivo muy pocos niños le hablaban, pues ella no les prestaba mucha atención.
Era vigilada día y noche por un lobo que debía seguirla a donde fuera. De todos los niños era la única que tenía prohibido salir de la fortaleza para ir al pueblo, a los invernaderos o a los bosques, sobre todo a los bosques.
Cuando los más jóvenes salían, ella se sentaba en el patio a mirar como pasaban las horas. El lugar era bello y gigante pero quienes los habitaban eran monstruos disfrazados de corderos fieles y leales a Dios, que según ellos cumplían su voluntad.
Ángel era la única niña que no comulgaba los días domingos en la misa. Los lobos no lo podían hacer porque no les estaba permitido pues no eran vistos como algo de Dios sino como bestias de Satanás, a pesar de que los que habían nacido bajo el dominio de los cazadores estaban bautizados.
La primera vez que Ángel fue a misa y no comulgo, todos comentaron su comportamiento y se ganó tres días en el calabozo, era inaceptable que se negara a recibir a Dios.
El calabozo era obviamente un lugar frío e inhóspito además olía muy mal, pero prefería estar allí antes que en cualquier otro lugar, pues estando allí no tendría que ver a nadie ni nadie la vería a ella y podría estar sola y tranquila con los recuerdos de su madre, su hermana Katia y sus queridos primos y amigos.
Pensaba en sus seres queridos desde que despertaba hasta que se dormía y soñaba con ellos constantemente. Sentía un enorme cargo de conciencia por sus horribles e injustas muertes, pero cuando se preguntaba si haría las cosas diferentes si pudiera volver atrás, se decía que no sin dudarlo. Este pensamiento la horrorizaba y partía su corazón pero no podía pensar de otra manera. Quería a los vampiros y quería ser parte de sus vidas por siempre.
Muchas veces soñó con Enoc y se vio a si misma tan alta como él y con un hermoso vestido de novia y a él con un elegante traje. Ambos rodeados de otros vampiros y otras personas. Todos se veían felices.
Muchas veces soñó con su boda y despertó llorando al recordar este sueño pues cada día lo veía más imposible. Veía a estos cazadores y lobos entrenar a diario y sabía lo fuertes que eran. No importaba cuanta velocidad tuvieran los vampiros, los cazadores tenían sus armas de plata y a los lobos que tenían la misma velocidad y sentidos sobrenaturales que ellos, lobos y cazadores unidos contra los vampiros era una pelea desigual.
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CAZADORES ( II Libro Serie La Niña Y Los Monstruos )
VampireEn este segundo libro continua la historia de Ángel. Quien marco su vida por las decisiones que tomo en Alba para liberar a los vampiros. Ahora esta a merced de los cazadores, su vida y su destino ya no le pertenecen y nunca más será libre...