En Espealia todos habían comido juntos, después de comer los ángeles caídos se fueron a sus aposentos a descansar un rato y acomodarse pues este sería su primer día en su planeta desde el regreso y estaban cansados, necesitarían fuerzas para los días venideros. El cuarto de Hálum tenía un ventanal tallado en el mármol de la pared a través del cual entraba la luz del sol, aunque se podía correr unas cortinas para que la luz fuera menos. La habitación tenía las paredes de mármol pero distinto al de los edificios de fuera, estaban pintadas de un color marrón que recordaba a una especie de arcilla y le daba un toque acogedor, no era muy grande, tenía una cama y en un cuarto de al lado estaba el cuarto de baño personal. El chico durmió un rato tras la comida, cayó en un sueño profundo en el que vio a Álita, eran felices, estaban juntos, abrazados a los pies de un árbol, con el sol resplandeciente al fondo y ni rastro de oscuridad o de guerra, solo ellos dos, solo su perfecto amor.
- Dime que todo esto es real, dime que si cierro los ojos no te iras de mi lado mi hermosa princesa – dijo Hálum en un tono calmado pero feliz.
- Es real, estoy aquí mi amor, nada podría separarnos, ni la mayor de las guerras, ni la oscuridad, pude elegir cualquier vida y siempre elegiré una vida a tu lado – contesto sonriente Álita mirándole a los ojos y se lanzó a darle un beso en los labios.
Tras el beso el chico se despertó, seguía en sus aposentos de Espealia y eso le entristecía, aun que por primera vez en mucho tiempo en su interior albergaba esperanza, ver a su amada aunque fuera en sueños le había animado el corazón. Se levantó de la cama y fue a cambiarse, el gobernador Jason había ordenado proporcionar ropa limpia a todos los ángeles caídos. Tras cambiarse Hálum vestía una camisa con solo dos botones en el cuello, larga y de color marrón, con la cintura por dentro de unos pantalones finos de color negro, hay algo que nunca se quitaría por mucho que cambiara de vestimenta, la pulsera que le dio Álita antes de ser desterrado y el colgante que le entrego su padre, estas cosas le acercaban más a las personas que quería, le daban esperanza. Llevaba un rato vestido y mirando por el ventanal de su habitación al horizonte, al mar, de pronto alguien llamo a su puerta, fue a abrir y en el umbral estaba Vélder, su amigo.
- ¿Qué querías amigo mío? – preguntó Hálum en tono amable y sonriendo.
- Ver como estabas, charlar un rato contigo amigo, no hemos hablado desde que te desmayaste, ¿estás bien? – habló cortésmente Vélder mientras pasaba al interior de la habitación y ambos se dirigían al ventanal.
- Si, tranquilo, ya lo hable con Gúldur, tenemos la corazonada de que mi visión puede ser una señal de que en aquella isla encontraremos la ayuda que nos dará esperanza.
- Eso espero, el gobernador dijo que uno de nosotros podría acompañarte mañana a la isla. Yo te acompañare, ya te guie en la tierra y ahora hare lo propio aquí, no dejare que vivas aventuras sin mí – los dos se rieron.
La luz del sol se iba escondiendo en el horizonte mientras charlaban amistosamente, calmados, como hacía mucho que los dos amigos no tenían una conversación. Continuaron hablando tranquilamente hasta que de pronto vieron algo que les extraño en la isla nocturna.
- Un momento, mira la isla, son antorchas, antorchas encendidas y en el mar hay barcas navegando hacia ella – dijo Vélder en tono serio.
- No sé que pensar, parece que esa isla está bastante habitada y nosotros iremos allí mañana, pero aun así siento que debemos ir, tal vez esas personas de las barcas sean nuestra ayuda – contestó preocupado Hálum.
- Tal vez, pero todo esto me preocupa amigo mío, lo comentaremos con Gúldur luego, en privado.
Continuaron mirando hacia la isla sorprendidos, viendo como en ella desembarcaban las misteriosas personas de las barcas. Pasado un rato fueron a cenar juntos a un gran salón en la casa del gobernador. Se sentaron a la mesa, Eledona ya estaba allí también para charlar con todos ellos mientras cenaban sobre los futuros planes.
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Ángel Caído: El regreso de los caídos
FantasíaTras la batalla por la piedra del ángel en la tierra los ángeles caídos que sobrevivieron regresaran ahora a su planeta, pero la guerra se endurecerá cuando el enemigo envíe a Ángelus una horda de más de cien mil soldados con un solo fin, sumir a lo...