Un golpe seco seguido de un adolorido quejido hicieron a Yesung despertar.
―Ayyy...
Parpadeando repetidas veces tratando de acostumbrarse a la claridad que se colaba por aquella estúpida pared cristalera, giró su cabeza buscando el origen del ruido.
Kyuhyun se incorporó en el suelo con un puchero, frotándose la cadera adolorido. Se había caído del sofá cuando intentó darse la vuelta en busca de una posición más cómoda.
―¿Estás bien?
La pregunta de Yesung le tomó de improviso. Giró rápidamente el rostro hacia él, sus ojos se agrandaron sorprendidos al ver al mayor completamente desnudo en el sofá. Se echó un rápido vistazo a sí mismo, viéndose en las mismas condiciones y regresó la vista al mayor, recordando de repente todo lo que había pasado en aquel sofá la noche anterior. Kyuhyun sintió sus mejillas arder producto del rubor que sabía en ese momento ocupaba su rostro.
Yesung vio sorprendido como el menor se sonrojaba.
―Estás rojo... ―no pudo evitar comentar lo obvio, pues aún era incapaz de creerse que el menor pudiera avergonzarse por algo.
Kyuhyun enrojeció más ante sus palabras y empezó a boquear nervioso sin saber qué decir o qué hacer. Todas las imágenes de la noche anterior estaban pasando frente a sus ojos en ese momento, avergonzándolo todavía más por el modo en que se había comportado. Oh Dios... ¿De veras le había preguntado si quería correrse en su boca?
Yesung le observó algo inquieto, asustado de lo que fuese que hacía al menor tener tal expresión de horror en su rostro. Se movió en el sofá, sentándose en él y agarrando la manta que había colocada en el respaldo se la pasó al menor.
―Cálmate Kyuhyun ―le pidió.
El menor agarró la manta que Yesung había dejado caer en su regazo y se cubrió con ella instintivamente haciéndose un rollito, tratando de esconderse del mundo en ese momento. Yesung pareció comprender entonces el motivo de su actitud, sobretodo al ver como trataba de evitar sus ojos mientras miraba en todas direcciones buscando una ruta de huída. Decidió echarle una mano:
―Esto no ha pasado, Kyuhyun ―aseguró poniéndose en pie―. No le des más vueltas ―y dicho eso echó a andar por el pasillo hasta desaparecer tras la puerta de su cuarto.
A Kyuhyun le tomó algún tiempo reaccionar. Básicamente porque aún era incapaz de creerse la forma en que se había comportado con el mayor esa noche. A ver, él podía ser alguien muy atrevido en la cama y en realidad no le disgustaba para nada comportarse así, pero con un novio de verdad, con el que se tiene mucha confianza después de pasar largo tiempo conociéndose y descubriendo poco a poco lo que le gusta a cada uno... No a la segunda vez que se acostaba por error con su guardaespaldas...
―Tengo que dejar de beber... ―murmuró.
Y sí, todo había sido culpa del alcohol, el maldito alcohol que le desinhibía por completo. Todo había sido culpa del alcohol. Aquella noche y también la primera. Todo había sido culpa suya. ¡Estúpido alcohol!
Dios, había sido un imbécil... ¿Cómo se suponía que iba a mirar ahora al mayor a la cara? Estaba muerto de la vergüenza. Y encima, todavía le quedaba una semana entera en la que debían convivir en ese mismo apartamento...
―Kyuhyun eres estúpido ―se regañó en un lamento apoyando su cabeza contra el borde del sofá.
¿Qué pensaría Yesung de él ahora? Si no había sido suficiente con la primera vez en la que le utilizó por despecho, encima ahora se lo tiraba otra vez. Y ni siquiera había una razón lógica ahora, aparte del más que obvio calentón por ese atractivo guardaespaldas que el destino había puesto a vivir con él. ¿Quién le mandaba a Yesung estar tan bueno? Todo era culpa suya...
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Desbarataste mi mundo por un golpe del destino
FanficTras la llamada de su antiguo jefe ofreciéndole un nuevo trabajo, Yesung se dirige a su encuentro con la firme intención de darle una negativa. Sin embargo, el destino caprichoso sorprende al moreno con una propuesta mucho más alentadora de lo que e...