Capítulo 13

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Cuando Yesung despertó a la mañana siguiente, lo primero que vio fue el rostro de Kyuhyun a escasos centímetros frente a él. Con sus párpados suavemente cerrados, dormía apaciblemente a su lado.

Yesung se alegraba que al final el menor hubiese podido dormirse, había estado llorando durante horas la noche anterior. Pero al final el agotamiento tanto físico como mental pudieron con él y terminó sucumbiendo al sueño. Sus ojos aún estaban algo hinchados y sus pestañas permanecían un poco húmedas, producto de las lágrimas que ni dormido lograba ahuyentar.

Yesung se sentía impotente en ese momento. Era incapaz de hacer algo para reconfortar al menor. Y le dolía verlo tan mal. Él sabía que Kyuhyun era fuerte, el chico tenía un carácter bastante duro y no se dejaba mangonear, pero era un chico de dieciocho años al fin y al cabo. No era más que un crío. Un crío al que le superaba toda aquella situación. Y no era para menos, sinceramente.

El sonido de su teléfono móvil vibrando en la mesilla le obligó a retirar la vista del menor. Giró en la cama con cuidado y agarró el teléfono mientras se incorporaba un poco y miraba el número.

―Yi Hoon ―saludó Yesung al descolgar.

―Yesung, vi tus mensajes muy tarde, recibí el e-mail esta mañana ―se disculpó.

―Está bien, no importa ―negó Yesung―. ¿Has podido hacer algo? No logro contactar con Youn... Kangin ―se corrigió.

―Sí, me lo imaginé. Kangin ha cambiado sus números y cuentas de correo ―le contó―, pero he conseguido dar con él.

―¿Has podido hablar con él?

―Sí, le he contado que necesitas su ayuda ―afirmó―. Me ha prometido pasarse por tu casa en un par de horas.

―Dios. Gracias Yi Hoon... ―supiró aliviado Yesung.

―¿Cómo están las cosas? ―preguntó―. No me has contado qué ha pasado.

―No puedo decírtelo, no hay rutas seguras ahora mismo ―negó.

―¿El patito está bien?

Yesung rió por el nombre ridículo.

―El patito está dormido ahora mismo ―respondió el mayor―. Aguantará algún tiempo, aunque no le gusta estar encerrado.

―Bueno, deberá aguantarse un tiempo ―afirmó Yi Hoon.

―Lo sé ―aseguró―. Y el patito también lo sabe.

―Eso es bueno, tendrás menos problemas entonces.

―Eso espero.

―Si necesitas algo más, ya sabes dónde estoy ―se despidió Yi Hoon.

―Gracias Yi Hoon.

Y ambos colgaron.

Yesung suspiró, tratando de poner en orden su cabeza mientras se apoyaba contra el cabezal de la cama.

―¿Ahora soy un pato?

El murmullo de Kyuhyun le obligó a girar la cabeza para mirarle.

―Necesitábamos un nombre en clave, el teléfono puede no ser seguro ―explicó al verle observarle con la cabeza todavía en la almohada y el pelo revuelto.

―¿Y mi nombre en clave es patito? ―preguntó divertido.

―Cosas de mi jefe ―se explicó Yesung―. Te debe ver como un patito que nada solo porque ha perdido a su mamá.

Desbarataste mi mundo por un golpe del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora