Capítulo 19

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Siguiendo la señal del rastreador GPS en la pantalla de su móvil, Yesung logró descubrir la posición de Kyuhyun. Se encontraba a las afueras de la ciudad, en un polígono industrial. Desde que había dado con su localización, no se había movido del lugar.

Kangin y él se habían encontrado en el camino, cada uno en su moto mientras se dirigían allí. Yesung decidió estacionarse en un lugar apartado, Kangin le siguió.

―¿Estás seguro que es aquí? ―preguntó Kangin cuando se sacó el casco.

―Míralo tú mismo ―le dijo Yesung enseñándole la pantalla de su teléfono móvil, en el que un pequeño puntito rojo parpadeante a unos metros de su posición les indicaba la posición de Kyuhyun―. No se ha movido desde que lo he mirado la primera vez.

―¿Qué crees que hace aquí?

―Estoy convencido que el tal Yunho ha conseguido contactar con él ―respondió Yesung―. Le habrá amenazado con algo para traerlo hasta aquí y ahora lo tiene retenido...

Kangin asintió.

―No sé cómo no lo vi venir ―se lamentó Yesung comprobando el cargador de su arma.

Kangin le miró frunciendo el entrecejo mientras sostenía su pistola en su mano, dispuesto a comprobarla también.

―¿Por? ―preguntó con cautela.

―No sé... Su actitud... Debería haber supuesto algo como esto ―le explicó poniéndose unos guantes.

Kangin le observó en silencio unos segundos hasta que al final agrandó los ojos sorprendido al comprender.

―Te has vuelto a acostar con él ―sentenció.

Yesung le miró sorprendido.

―¿Es que no aprendes? ―le reclamó Kangin.

―Yo... No... Sí... ―balbuceó―. Aish, yo que sé ―se quejó―. Empezó él ―trató de defenderse.

―Sí, claro. Y ahora me vas a decir que te violó, ¿no? ―ironizó Kangin―. No me jodas Yesung, sabes lo complicado que está esto y encima vas y le añades más leña al fuego ―le reclamó.

―Ya lo sé ―admitió Yesung―. Pero... No puedo evitarlo...

―Autocontrol, Yesung. Autocontrol se llama ―le regañó el rubio.

―Sí, ya ―afirmó Yesung―. Pero no es tan fácil ―le explicó.

―No quiero que me lo cuentes ―negó―. Ya me imagino lo persuasivo que puede llegar a ser ―aseguró―. Pero estás liando las cosas, Yesung. Y eso, en este trabajo, te puede salir muy caro...

―Sí, vale. Deja de darme el sermón ―le pidió―. Ya está hecho ―sentenció―. Preocúpate ahora por cómo vamos a sacarle de ahí ―le ordenó señalando a lo lejos la nave de almacenaje dónde, según el GPS, se encontraba Kyuhyun.

―No va a ser fácil ―aseguró Kangin.

―¿No me digas? ―preguntó sarcásticamente el moreno.

―No sabemos cuántos tipos hay ahí dentro, no sabemos cómo entrar sin ser vistos, no sabemos si van armados...

―Armas seguro ―aseguró Yesung―. ¿Cuántos? Es difícil de decir. Y ¿cómo vamos a entrar? Pues sin ser vistos ―aseguró Yesung.

―Sí, muy listo. ¿Y cómo entraremos sin ser vistos si ni siquiera sabemos dónde puede haber gente vigilando?

―Siempre hay un sitio que nadie vigila ―explicó Yesung.

Desbarataste mi mundo por un golpe del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora