Capítulo 21

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Cuando Kyuhyun abrió los ojos, una horrible punzada le atravesó la sien. Adolorido se llevó una mano hasta allí para frotarse el lugar. Incorporándose en la cama, se dio cuenta de dónde se encontraba. Miró a su alrededor un tanto desconcertado.

―Despierta al fin...

La voz de Jungsoo le obligó a girar la cabeza con demasiada brusquedad, lo que le hizo caer de regreso a la cama producto del mareo.

―¿Está bien? ―preguntó el castaño.

―No ―negó el menor con voz ronca.

Carraspeó varias veces, pero aquella sequedad en su garganta no desaparecía.

―Espere ―le pidió Jungsoo.

Desapareció de su vista unos segundos hasta que regresó con un botellín de agua y una pajita. Abrió la botella y metió la pajita dentro.

―Beba ―le ofreció acercándole la pajita a los labios.

Kyuhyun abrió la boca y bebió pausadamente.

―¿Porqué estoy en casa de papá? ―preguntó cuando por fin hubo saciado su sed.

―Porque será el lugar más seguro de momento ―respondió Jungsoo dejando la botella en la mesita de noche.

―¿Voy a estar encerrado?

―Me temo que unos días ―afirmó el mayor.

Kyuhyun resopló.

―¿Qué... ¿Cómo... ―no sabía muy bien cómo empezar a preguntar.

―Se desmayó en el coche, señorito ―le explicó Jungsoo.

Kyuhyun asintió tratando de indagar en sus recuerdos.

―¿Kangin...? ―preguntó.

Quería preguntar por Yesung realmente, pero un nudo en su garganta le impidió pronunciar su nombre.

―No sabemos nada de él ―negó Jungsoo―. Mandé a varios hombres a inspeccionar el lugar cuando el médico os reconoció, pero no encontraron nada salvo una pila de escombros y...

―¿Y? ―le apremió Kyuhyun.

―Varios cuerpos...

―¿No sabéis...?

―No sabemos nada... de nadie ―resumió Jungsoo.

Kyuhyun asintió, pero no dijo nada. Sentía sus ojos arder y no quería llorar frente a Jungsoo.

―¿Necesita algo más? ―preguntó el mayor.

―No... ―negó―. Sólo... déjame solo... ―le pidió.

Jungsoo asintió y tras una breve inclinación de cabeza salió de la habitación.

Kyuhyun ya no pudo contener más sus sollozos y se dio la vuelta en la cama, enterrando su cara en la almohada, tratando de ahogarlos mientras las lágrimas corrían libres.

No podía creérselo. Aquello no podía haber pasado de verdad. Si tan solo hacía un día que había estado con él, que le había sentido sobre su piel, que le había besado... Aquello no podía ser real. Yesung no podía... no podía estar muerto...

Su cuerpo tembló por los sollozos cuando aquella palabra asaltó su mente. Muerto... Yesung había muerto...

El recuerdo de la nave de almacenaje en llamas acudió a su mente. Recordaba el ensordecedor sonido de la explosión, recordaba al densa y sucia nube de humo y polvo que ascendía en el cielo, recordaba el horrible olor a pólvora quemada...

Desbarataste mi mundo por un golpe del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora