Capítulo 4: Pequeña sorpresa

32 3 0
                                    

Parpadeé unas cuantas veces antes de sentir el dolor en mi nariz y en mi cabeza. Creo que ya me estaba acostumbrando a sentir dolor todo el tiempo. Cuando pude mantener mis ojos abiertos como para ver lo que estaba a mí alrededor, noté que estaba sola. Eso me pareció extraño y no sabía la razón hasta que recordé lo que había ocurrido la noche anterior.

Le había rogado a Ramiro que se quedara conmigo a pasar la noche. Mi cara se puso roja. ¿Qué había hecho? Traté de no darle tanta importancia, ya lo había hecho y no podía volver en el tiempo para cambiarlo; además, había sufrido mucho.

Me senté en la cama y pude ver un vaso de agua y mis antidepresivos sobre el escritorio como todas las mañanas, pero esta vez también había analgésicos. No recordaba haber traído el vaso con agua como todas las noches. ¿Había estado soñando? No, era imposible, yo nunca dejaba analgésicos sobre el escritorio; si los necesitaba iba a buscarlos al cajón del baño.

Me paré, di dos pasos y me quedé mirando el coctel de pastillas unos segundos. Agarré el vaso con una mano y todas las pastillas que iba a tomar con la otra. Tres antidepresivos y dos analgésicos. Me propuse tomarlos todos de una.

–¿No crees que deberías tomarlo con calma? Dos analgésicos es mucho –pude escuchar la voz de Ramiro detrás de mí justo antes de llevarme todo a la boca.

Di vuelta la cabeza para verlo con una taza humeante entre las manos.

–No, mi cuerpo es prácticamente inmune a los medicamentos desde el tercer lavado de estómago –resoplé.

Él suspiró y me pidió la receta de los antidepresivos que me hacía el médico, indicando la cantidad diaria que debía tomar. Busqué entre los cajones hasta dar con la prescripción.

Ramiro la leyó detenidamente y al terminar suspiró.

–Está bien, tres antidepresivos, pero no dice nada sobre analgésicos...

–Dale la vuelta –lo interrumpí.

Hizo caso a lo que dije y al terminar de leer volvió a suspirar.

–Muy bien, toma los que necesites. Pero sigo sin estar de acuerdo con tu médico –hizo una sonrisa ladeada que emitía tristeza.

Tomé todas las pastillas que debía tragando con fuerza y dificultad, haciendo una mueca ya que los antidepresivos sabían horrible.

>>Ahora toma ésto–dijo entregándome la taza.

Pude sentir el aroma a jengibre que emanaba de ella rápidamente y tomé un sorbo. El té era delicioso, el sabor justo de jengibre, dulce por el azúcar agregada y...

–Le pusiste canela –no se percibía en el aroma y tardaba en apreciarse en boca.

–¿Te diste cuenta tan rápido? –se sorprendió.

–Sí, suelen decir que tengo buenas papilas gustativas. Son únicas –sin dejar de mirar el té, le di una pequeña sonrisa.

–No estaba seguro si te iba a gustar así que le puse muy poca.

–Me encanta, amo la canela.

Desvié mi mirada hacia la puerta de mi cuarto cuando me pareció ver que algo se movía.

–¿Qué hace Kiraysha adentro? ¿La dejaste entrar? –me sorprendí al ver que mi terranova estaba viniendo hacia mí para saludarme.

–Sí, se veía tan sola afuera que la hice entrar...

–¿Y no te atacó? –Dejé el té sobre el escritorio. Kira corrió en mi dirección moviendo la cola. Se paró en sus patas traseras y, apoyando las delanteras sobre mis hombros, me tiró al suelo lamiendo mis mejillas–. ¡Ouch! Kira eso duele, despacio –mi cabeza adolorida había golpeado el piso y rogaba para que no se le ocurriera lamer el vendaje de mi nariz porque sabía que me iba a doler mucho más que la cabeza.

Prometo Encontrarte y Enamorarte {Parte 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora