GILBERTO
Esperé hasta que la cena estuviera lista, Elisabetta se encargaba de todas las tareas en la casa, me hubiera gustado ayudar pero el cansancio pudo conmigo por lo que permanecí en la habitación hasta escuchar su melodiosa voz.
-La cena ya está preparada, cuando queráis podéis bajar.-
Abrí la puerta de la habitación creo que Gilberto y yo lo hicimos al mismo tiempo, nuestras miradas se encontraron pero ninguno se paró durante mucho tiempo, me dejo pasar ya que él era todo un caballero y bajé hasta el comedor.
-¡Es enorme!.-
-Con la modificación de los planos pudimos ampliarlo un poco, se nos estaba quedando pequeña, he preparado tu plato favorito, espero que te guste.-
-De siempre me ha gustado como cocinabas, no os preocupéis me lo comeré con gusto.-
-Elisabetta, siento que te hayas esforzado pero no tengo muchas ganas de comer, y disculparme por mi mala educación pero....-
-Gilberto, no os disculpéis, tenéis la obligación de protegerla, es comprensible, y da igual, puedes hacer lo que realmente consideres adecuado, si no tenéis hambre no estáis obligados a comer.-
-Gracias Eli.-
Miré a Gilberto, tenía el rostro serio, aún así acabe cuanto antes, necesitaba dormir, me fui sin casi respirar, solo me despedí de Eli y Gilberto con la mano.
-Bueno la cena estaba muy buena, gracias y Gilberto, Eli, me voy a mis aposentos a descansar, espero que descanséis para mañana, buonanotte.-
Subí las escaleras hasta llegar a la habitación, me puse cómoda y me tumbe en la cama, me dormí al instante.
Abajo estaba Elisabetta recogiendo el comedor mientras que, Gilberto, estaba fuera observando el firmamento, estaba algo decaído y no sabía si era por culpa mía en tal caso, mañana intentaría arreglarlo.
-Eli, ¿Quieres que te ayude?.-
-No hace falta Gilberto muchas gracias, puedes hacer lo que tengas que hacer.-
-De acuerdo entonces marcho un momento.-
Gilberto subió las escaleras de y se desvió de habitación, entró en la mía sigilosamente y se sentó de rodillas mirándome como dormía, me apartó lentamente el pelo de mi rostro y me dio un beso en la frente, acto seguido se fue, escuché la voz baja de Eli.
-Gilberto, te busca Leandro.-
Gilberto bajo hasta llegar a la biblioteca donde esperaba Leandro.
-Buonanotte Leandro.-
-Vaya, vaya, el hombre en el que más confío de vuelta a la villa, ¿Eh?.-
-Digamos que alguien me obligo cuidar de una pequeña niña que era algo patosa.-
-No estabas contento por ello, tenías 15 años, y aún así me costó que fueras a protegerla pero seguro que no te arrepientes de ello, ¿Verdad?.-
-La verdad es que no...¿Cómo sabías que aquella chica podría llegar a enamorarme?.-
-Porque te he visto subir las escaleras yendo a la habitación de mi sobrina, la quieres pero lo ocultas por miedo y porque mi sobrina no es como las demás, tiene un alma buena, solo que estaba algo desprotegida teniendo en cuenta que su padre era el jefe de los asesinos, ni a ella ni a Bianca ni a Fernando, podría dejarles desprotegidos.-
-No puedo hacer otras cosa, y mentirla y ocultarla cosas por la hermandad, por el juramente, sabiendo que ella, ahora es la jefa de los asesinos, pero ella no lo sabe aunque, comprendo la situación.-
-Ella aún no sabe que está pasando ni que tú eres de la hermandad, ¿Verdad?.-
-El juramento jamás lo he incumplido Leandro.-
-Bien, mañana será el día en que contemos la verdad, tiene que saberlo, es hora tiene 20 años, aunque Fiorello debería de haberlo dicho cuando ella tenía 16 años, estuvo a punto de descubrirlo.-
-Mis hombres trabajan o son leales, nunca traicionan, y son buenos en lo que hacen, la información solo es real y verdaderamente me enteré de ello, ella es una chica lista, de eso no hay duda.-
-Me alegro de que seas el hombre de más confianza mio, recuerdo el día, cuando tu familia incluso tu hermana, fallecieron por una emboscada, tenías 10 años, interrumpieron tu casa, tú estabas en el patio ensayando con una espada de madera que tu padre te había hecho, fue entonces, cuando un estruendo, hizo estallar tu casa inundándose de tristeza, te escondiste en heno y los guardias no pudieron verte, al salir de allí, viste los cadáveres de tu familia, os acusaron de traición y saliste de allí con una capa por encima ocultándote tú y tu rostro lleno de lágrimas y sed de venganza, comenzó a llover y te escondiste debajo del puente fue allí cuando te encontré medio moribundo, te cogí en brazos y te llevé hasta Trento, te enseñé todo lo que podías saber y aprender y, con el tiempo, te fuiste convirtiendo en un hombre leal y fiel y desapareció tu sed de venganza, aprendiendo así, que la hermandad, no se guía por venganza si no por honor y lealtad, acabar con la vida de quien hace el mal para que reine la paz.-
-Recuerdo esa historia, y por ello, es a ti a quien debo lo que soy, luchaste porque confiabas en mi y jamás traicione a nadie, si me hubieras dejado allí, yo no sería el mismo y tal vez ni existiera.-
-Gilberto.-Puso sus manos sobre sus hombros sonriendo.-Piensa en el presente y en el futuro, no vuelvas tu mirada atrás, ahora estás aquí y tienes causas por las que luchar, mañana será un día largo, pido que vayas a descansar.-
-Iré a descansar, el viaje me ha dejado algo exhausto, mañana será un día intenso, decirle la verdad después de tanto tiempo, la afectará mucho.-
-Tiene que saberlo, es tiempo de que sepa verdaderamente quien es.-
-Ayudaré en todo lo que pueda Leandro.-
-No estaba menos seguro en ello, anda ve y descansa, mientras yo, me quedaré analizando el códice.-
-Buonanotte Leandro.-
-Buonanotte Gilberto.-
Gilberto se fue hasta su habitación abriendo muy despacio la puerta para no despertarme, no sabía que había pasado esa noche, pero lo que si sabía es que, mañana iba a sufrir por saber la verdad.