Memorias Oscuras

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Caso Katrine:
    Las dos niñas parecían unas muñecas de Dresde de tan monas, siempre sus nanas las vestían igual para que se constatará el hecho de que eran gemelas. Ambas eran las consentidas de sus nanas y muy apreciadas en el barrio en donde vivían, después de todo parecían dos juguetitos mas que dos seres humanos.

      Cabellos rojos como la sangre, tan sedosos y parejos que parecía el pelo de muñeca, piel blanca sonrosada, ojos verdes que parecían dos esmeraldas relucientes y el físico robusto que hacia ver mona a cualquier criatura de 6 años cómo lo eran ellas.

       No había modo de distinguirlas a plena vista, físicamente ambas eran idénticas cómo si una fuera la replica de otra. Pero ambas no eran tan parecidas cómo todos creían, Katrine y Karine eran dos seres independientes del otro. Karine era debil y miedosa ante todo lo qué desconocía o suponía un peligro, mientras Katrine no le temía a nada, no le impresionaba nada y tampoco parecía sentir nada.

      Katrine había llegado a ser una niña prodigiosa, sus nanas lo atribuían al hecho de que leía mucho y seguramente así adquiría tantos conocimientos, ellas se equivocaban. Katrine sabía las cosas sin necesidad de aprenderlas de algún modo, sólo las sabía y no buscaba saber más, carecía de toda curiosidad y muchas veces de voluntad propia.

     Sus nanas creían que era muy obediente, pero realmente no era para nada obediencia. Era más bien una especie de conformismo que sólo se iría cuando ella escuchará “el llamado”, si había algo a lo que Katrine era fiel era a sus creencias, las cuales todos ignoraba puesto que hubiera sido peligroso subsistir hablando por ahí sobre la lógica.

        Era una niña callada a la que nadie le agradaba, cómo si pensará que todos eran patéticos o inferiores. Aborrecía a la debilidad, pues ella no era debil y creía que nadie podía darse el lujo de serlo.

     Tal vez por eso nunca logró sentir nada por su gemela, aunque en realidad si no podía amar a sus padres era cuestionable su capacidad de amar.

—¡Kathy! ¡No quiero estar más aquí! ¡El bosque me da miedo!— Chillaba Karine tratando de no acercarse a nada para no ensuciar su vestido nuevo de florecillas.

—No seas una bebé, Kary— Dijo la pequeña Katrine, empezando a molestarse, pero tratando de mantener la calma ya que buscaba algo entre las ramas.

—Papi y mami nos van a reñir, Kathy— Replicó la niña mirando a todos lados asustada.

—No les importamos ¿Es tan difícil qué lo entiendas?— Preguntó lo último cómo exasperada, pero más bien con una frialdad impropia de su edad.

—¡Mientes Kathy! ¡Nos quieren mucho! ¡Eres tu la bruja que no puede querer a nadie!— Gritó la niña tratando de limpiarse los mocos que empezaron a escurrirle de la nariz, pero Katrine ni se inmutó aunque algo en esas palabras logró sacudirla.

        Era verdad no era capaz de querer a nadie, pero no importaba ¿Por qué querer a unos padres qué solo las tuvieron para ponerse en la mira de las masas? El señor Lavine era agente de gente muy famosa y la señora Lawrence una exitosa directora de cine, ni siquiera le prestaban atención a sus inútiles hijas apenas se toleraban los dos mismos.

     Su matrimonio fue pura pantalla y también lo fueron sus hijas, Katrine a pesar de tener 6 años lo sabía y le importaba muy poco. No quería ni a las nanas que la habían criado y educado con mucho cariño, tampoco podía querer a su debil gemela, peor a sus fútiles padres.

     Aquel día ambas estaban en el jardín, Karine jugaba con sus muñecas divertida y entretenida.

«Estúpida» Pensaba Katrine, sin entender realmente que había de divertido en tan vano entretenimiento. Ella en cambio estaba sentada junto a sus nanas cómo toda una dama, hasta llegaba a parecer una muñeca en el aparador.
 
     Katrine  sabía que algo le iba a pasar a su hermana, pero no era su deber advertir y no lo haría. El destino era más fuerte que todo y no podía romperse ni cambiarse, sería algo muy peligroso intentarlo.

Alchemist: Angel #CarrotAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora