¡El ángel es mío!

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Que aburrido, esperaba atrapar a ese angelito y darle tan duro que no pudiera caminar en días, no puedo evitarlo, estuve esperando a que ese niño que amé incluso antes de su vida pasada creciera para hacerlo mío pero claro, luego me tocó esperar a que muriera porque siempre salía con la excusa de que yo era un Demonio, o que él era muy joven o muy viejo ¡Ahhhhhh! pero ahora ya no tiene nada con qué sostener su excusa, al fin veía su alma y me encanta ese rostro aniñado y ese cabello largo, tiene un buen cuerpo y ese trasero... ¡Oh si! Esta vez el angelito iba a ser mío por toda la eternidad.

- Bienvenido,  Melchor.

Creo que una de las mujeres que salía de una de las puertas me saludó, pero no le hice caso, tenía que entregar el reporte de los gengeinas que tuve eliminar y ya estaba retrasado.

- ¡Maestro Melchor!

Una mujer asiática vestida con un extraño vestido púrpura se me acercó con una sonrisa, incluso en el Infierno no entiendo las modas de las mujeres.

- El Gran Maestro quiere hablar con usted.

- Voy en un momento, Vanessa.

- Ehhh, yo soy Giselle.- dijo la mujer arreglándose los lentes nerviosa por no diferenciarla de su hermana, quien no sólo se veía igual sino que usaban la ropa casi identica.

- Ah, lo siento, Giselle.- dije antes de ir a la oficina de Registro, ¿Que habrán hecho esas dos gemelas para que ambas cayeran al Infierno y terminaran como Demonios? Qué más da.

Tuve que escuchar una larga charla de Aisha, la jefa Demonio de Organización sobre mi tardanza y mi reporte incompleto y bla bla bla, cuando le dije que el Jefe me había llamado me regaño por que lo estaba haciendo esperar, comienzo a creer que todos los que estén en la parte de Organización tienen tendencias a gritar, digo el jefe de los ángeles del mismo departamento grita cada vez que iba al Cielo en representación de mi Jefe porque él no quería estar en el mismo lugar donde milenios atrás fue expulsado.

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No en serio, los arquitectos del Infierno no eran muy talentosos o les gustaba burlarse de los que trabajaban en el Pasillo Terrenal, tantas puertas y tantos desvíos me mareaban y para acabarla al Jefe le gustaba vivir en una habitación al lado del Salón del Juicio y yo como el Secretario Principal del Rey Demonio me tocaba ser su recadero personal, ¿Por qué no vivía en una habitación normal como los demás? pensé mientras tocaba la puerta.

- Entra.

La abrí al escuchar al Rey Demonio, diría que su oficina es tan aburridamente igual a la de un director de escuela que no tenía nada interesante, hasta que abres la puerta al final y muestra el porqué el jefe prefiere vivir al lado del trabajo.

Una enorme habitación con un jacuzzi privado con hidromasaje, cama adoselada gigante, ventanas de cristal con vista al espacio y un televisor pantalla plana rodeada de consolas y videojuegos (el maldito era un fan de esas cosas y como no pagaba nunca....) eran sólo parte de la decoración ostentosa del Amo del Infierno, además de un segundo escritorio más lujoso que el de su oficina y una biblioteca gigantesca.

- Llegaste temprano, Melchor.

En el jacuzzi leyendo un libro y saliendo de este totalmente desnudo, se encontraba el Rey Demonio, Lucifer. Su piel morena y cuerpo atlético de casi dos metros lo hacía víctima de miles de fans tanto del Cielo como del Infierno, hombres y mujeres por igual, su cabello plateado y ojos rojos eran la prueba de su traición al Todopoderoso pero ese aspecto de chico malo le gustaba a todos sus seguidores por igual.

- Terminé mi trabajo antes de lo esperado, Jefe.

- Aunque parece que estuviste jugando con un ángel recién llegado.- se burló mientras se secaba.- Espera a que se adapte hombre, después podrás jugar con él.

Mi Angelito InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora