Let him go / Yoonmin

Tortuga.

Durante el transcurso de la semana ya se le había hecho costumbre el pasar por la calle cubierta de adoquines y observar la pastelería. Llevaba consigo a diario el paraguas y el pañuelo, pero no era capaz de ingresar a devolvérselos a su dueño.

Como de costumbre se paró  en la entrada a observar el interior, sin si quiera percatarse de la presencia del pequeño chico a sus espaldas.

-Tal vez hoy te atrevas a entrar- dijo el menor sonriendo disminuyendo aún  más si era posible el tamaño de sus ojos.

-Ehm...yo solo quiero...mmm- no era capaz de articular una frase coherente en su cabeza.

De pronto era arrastrado del brazo al interior de la tienda por el joven de bella sonrisa.

-Vamos ten este- decía mientras le entregaba un pequeño pastel en forma de tortuga- es como tu, se demora demasiado en hacer las cosas- exclamó entre pequeñas y agudas risitas- Ya me estaba asustando al verte a diario fuera de la pastelería.

Lo había notado, el pequeño lo había notado, de pronto su pálida tez se volvió roja y comenzó a sudar- yo... Ehm.. solo venía ...em- decía mientras trataba de formular una oración, hasta que soltó rápido y fuerte- Solo quería devolverte esto- dijo mientras acercaba el pañuelo y el paraguas.

-Oh vaya así que de esto se trataba- dijo mientras recuperaba sus cosas- lo siento, por creer que eras un psicopata de pasteles- exclamó entre risas- ¿Aun lo quieres?- preguntó mirando la caja que contenía el pastel.

-Si por favor- respondió un alterado yoongi sosteniendo la cajita entre sus manos, mientras se precipitaba hacia la entrada escapando a toda a velocidad.
...
Aún corría aunque se encontrase a 3 cuadras de la pastelería. No podía creer que había logrado conversar con aquel chico, aun más este le había sonreído y regalado un pastel.
Yoongi se sentía extraño, le dolía el estómago, tal vez si se comía a la tortuga esta acabaría con todas las putas mariposas que sentía en su interior en ese momento.

-ash yoongi porque te haces esto- dijo mientras se sentaba y apoyaba su cabeza en la palma de sus manos.

Quería... No más bien necesitaba seguir viendo al pequeño de inexistentes ojos y cálida sonrisa.