Después de muchas llamadas (y bastante dinero) Tim Bergling logró que las pertenencias más valiosas de Anton y su cuerpo fueran traídos hasta Estocolmo. Todo llegó en bolsas de plástico transparentes con etiquetas y yo misma me he hecho cargo de guardarlas en una parte de mi guardarropa. No fueron demasiadas desde luego: sus identificaciones falsas, una caja con fotografías que iban desde aquellas en tonos sepia hasta las nítidas impresiones de nuestras vacaciones más recientes, su teléfono móvil, su lap top y otra caja con documentos que aún no he revisado. En cuanto a sus dispositivos electrónicos, Tim y Alessandro se encargaron de desencriptarlos arduamente. No ha sido una tarea sencilla. Pasaron varios días tratando de realizar esa labor hasta que por fin lo consiguieron con ayuda de varios técnicos. Y, una vez con acceso libre a todos sus archivos, despacharon a todos los externos con una muy buena paga y ellos se han dedicado a revisar el historial y los archivos de Anton.
Era jueves a mediodía y me encontraba practicando tiro en el jardín trasero de la mansión cuando Alessandro llegó un tanto apresurado a donde yo estaba. Me retiré los audífonos y me guardé el arma.
-Encontramos algo que quizás quieras venir a ver.-me dijo secamente.
Asentí y lo acompañé adentro hasta la biblioteca de Tim. El muchacho rubio se volvió en seguida y me saludó de forma breve. Tanto él como Alessandro parecían realmente cansados, como si llevaran varias noches sin dormir. Me quedé de pie frente al escritorio donde Tim se encontraba y él giró la lap top hacia mí.
-Alessandro y yo hemos logrado dar finalmente con la información que Anton nos quería dar en persona.-explicó Bergling sobándose una sien con la punta de los dedos.-De algún modo tu amigo descubrió que Verwest se va a hospedar en un hotel en Venecia el 12 y 13 de agosto. Por supuesto, luego de que asesinara a Anton ha cancelado su reservación, sin embargo, y para fortuna nuestra, sólo se ha movido de hotel por precaución, el cual ya hemos rastreado con mucha más discreción.
-Supongo que allí será donde lo atrapemos.-dije mirándolos a ambos.
-Efectivamente. Allí será. Nos hospedaremos en el mismo hotel y le haremos una visita a su habitación. Aún estamos planeando bien los tiempos, pero en cuanto esté armado te informaremos de inmediato.
-¿Ya se han asegurado de que no nos tengan en la mira?-inquirí.-Quiero decir, que no nos hayan relacionado con Anton.
-Bueno, de eso no podemos estar seguros, pero lo dudo mucho. Tu amigo era bastante listo. Por lo que hallamos, hizo parecer todo una de sus operaciones para reclutar gente para su sistema de red de trabajo. Se cubrió bien la espalda. Además, en caso de que Verwest haya logrado verte en alguna fotografía con él, no creo que pudiera identificarte. La última vez que se vieron fue cien años atrás y tú y Sophy eran unas niñas todavía.
Asentí, pero noté que aún había otro asunto por el cual me habían llamado, ya que Alessandro me pidió que tomara asiento.
-Encontramos otra cosa entre los archivos de Anton...-prosiguió Bergling con suma seriedad.-Al parecer sabía en lo que se estaba metiendo al conseguirnos al ubicación de Verwest y dejó encendida la cámara de su lap top desde entonces.
Me quedé muy quieta por un instante asumiendo aquello y después miré la pantalla de la lap top frente a mi.
-Allí está el video de cómo lo han asesinado en caso de que...
-Sólo quiero saber si realmente fue Verwest.-interrumpí a Tim fríamente.
-El sujeto llevaba el rostro cubierto.-intervino Alessandro.-Pero hablaba neerlandés.
-¿Hay algo más que deba saber por ahora?-pregunté son ganas de echar a correr.
-Nada más.-respondió Tim.-Si quieres puedes quedarte ya con el ordenador de Anton.
Asentí y cerré la pantalla de la lap top, luego volví a ponerme de pie y con cuidado tomé el dispositivo con ambas manos. Me di la vuelta y con paso veloz salí de la biblioteca. Fui a dejar la lap top de Anton a mi recámara. La metí dentro de un cajón en la parte baja de mi ropero junto con la caja de fotografías y documentos y después volví al jardín a proseguir con mi entrenamiento.
Al día siguiente, por la mañana Alessandro me acompañó a recoger las cenizas de Anton. Fue un procedimiento ágil y él se encargó de firmar todos los documentos. De regreso a casa, Lindblad apagó la tenue música de su celular conectado al estéreo del auto para comenzar una conversación.
-Mañana retomaremos los entrenamientos.-anunció sin mucho énfasis.
-Ya.
-Y será mejor que le contestes los mensajes a Jordan.-sugirió él.-No sé cómo pero ha conseguido mi número sólo para preguntarme si estás bien.
-Lo llamaré después.
-Por cierto, pensé que tu hermana nos acompañaría a recoger las cenizas el día de hoy. ¡Caray, apenas y la he visto salir de su recámara en estos días que lleva aquí!
-No quiso venir. Ayer por la noche me lo dijo.-respondí mirando por la ventana del auto la fría lluvia que caía en la carretera.-No quiere hablar de nada de lo que pasó. La verdad, no me sorprende. Así ha sido Sophy desde siempre. Ahora está ocupadísima haciéndose cargo del trabajo que dejó pendiente Anton. Parece que ella va a tomar su lugar en la organización.
-Y eso te molesta, ¿no es así? Me refiero a que no hable contigo.
Me encogí de hombros abrazando con un poco más de fuerza la cajita color azul marino que había elegido para las cenizas. Por supuesto que me molestaba, más aún, me estrujaba el corazón. Por un momento guardé la esperanza de que Sophy cambiara de parecer en esta ocasión y que, cuando llegara a Estocolmo pudiéramos consolarnos mutuamente, no obstante aquella fantasía se difuminó cuando la busqué en su recámara después de que se instalara en la habitación que Tim le asignó. Abrí la puerta y la saludé con voz queda. Ella yacía de pie frente a su ventana mirando el inmenso jardín que afuera se extendía en completo silencio. No quiero hablar ahora, Mara. Dijo ella a secas sin siquiera volverse. Permanecí unos segundos quieta, en el umbral de la puerta y al final me di la vuelta y me marché a mi habitación. Para Sophy el tema de Anton no volvería a tocarse.
Alessandro y yo guardamos silencio por un rato escuchando el lejano sonido de los limpiaparabrisas removiendo las gotas acumuladas en el vidrio.
-¿Qué harás con las cenizas?-preguntó por último él cuando íbamos entrando al aparcadero de la mansión.
Intenté imaginarme qué clase de destino Anton hubiese deseado para sus restos. Pero no hallé ninguna respuesta en mi cabeza.
-Aún no lo sé.-respondí sin más.
Este capítulo estuvo muy chiquito (yay, al fin D: !!!)
Ya viene lo bueno en los próximos así que este fue como un breve respiro. Gracias por seguir leyendo.
C:
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Quema las páginas
General FictionHan transcurrido diez años desde que Mara decidió aislarse en un apartamento en los suburbios de Los Ángeles para llevar una vida de pequeños trabajos y modestos placeres. Sin embargo, al correr ya los últimos días de primavera llegará a su puerta u...