La lluvia cae sobre mí, empapándome. Hace frío, pero yo no siento nada, solo un dolor que me consume, causado por su ida. No quiero sentir más este dolor.
El sol brilla deslumbrante en el cielo regalándonos su calor después de meses de tanto frío. Veo a Yuno corriendo por el campo de cerezos, de vez en cuando tropezándose con alguna piedra, es como un ciervo salvaje. Hoy es lunes, así que papá y mamá trabajan. Como ha habido una fuga de gas en la escuela, nos han dado el día libre, y decidí llevar mi hermana pequeña a pasar el día rodeados de naturaleza. Troto un poco hasta alcanzarla, y juntos, vamos a investigar un poco. Le hablo de mis amigos, del equipo de baloncesto y de algunas chicas, y como siempre, ella escucha atentamente sin decir nada. Atravesamos unos arbustos hasta la orilla de un río muy caudaloso. Las aguas se mueven con fiereza arrasando con todo lo que se encuentran por su camino. Me echo en la hierba para descansar un poco, no sin antes recordarle a Yuno que debe tener cuidado.
Ya es de noche, sin darme cuenta me quedé dormido. Busco a Yuno con la mirada, pero no la encuentro. Grito su nombre, desesperado, ella nunca se iría de mi lado.
Martes, seis y media de la mañana. El móvil no para de sonar, debe ser mamá. Después de estar toda la noche en vela tratando de encontrarla, mis padres junto a mis tíos vienen a buscarme y me mandan a casa mientras ellos siguen en su búsqueda. Llego a casa, y al pisar mi habitación, me desmayo. Tal vez ha sido el cansancio, el sueño, la desesperación, la frustración o todo junto lo que han hecho que todo ante mi quede inundado por una profunda oscuridad. Mi cuerpo es agitado con cuidado, abro los ojos, mi madre. Sus ojos negros, vacíos, me dan a entender que nada bueno está pasando. Y en efecto, Yuno, la niña la cual me regalaba una deslumbrante sonrisa cada día, se ha ido, para siempre. Las lágrimas empiezan a nublarme la vista, y cuando apenas distingo la silueta de mi madre, noto unos brazos rodeándome, "no fue tu culpa" me dice, pero yo sé que sí, yo he matado a mi hermana.
Hoy miércoles, ha sido el funeral de Yuno. Abrazos de apoyo, silencios consoladores y yo, me he mantenido lo más fuerte que he podido, por respeto a ella, sé que no hubiese querido un drama. Cuando pienso que la he perdido, lloro con el alma. No físicamente, sino de verdad, de la manera en que más duele, sin lágrimas. Y eso me agota, dejándome sin fuerzas para seguir adelante.
Mis padres han ido a trabajar hoy, jueves, pero yo no he podido ir a la escuela. Todo me recuerda a ella y en intervalos de dos segundos instantáneas ráfagas de recuerdos de ambos aparecen en mi mente. Así es la vida, a veces somos el cuchillo, a veces la herida... No puedo determinar mi rol en esta situación.
Los minutos parecen horas, parece que llevo encerrado en mi habitación una eternidad. Voy a salir a tomar el aire, tanto rato aquí metido me está empezando a marear. Ni me molesto en arreglarme, y salgo de casa camino al parque. A estas horas ya no hay niños corriendo y jugando de un lado para otro, que alivio. Me siento en el banco al lado de la farola y dejo la mente en blanco. La fresca brisa enreda mis oscuros mechones, es la primera vez desde que ese fue que siento más bien la tranquilidad que ahora hay alguien en el cielo velando por todos nosotros.
"¿Hola me llamo Akira, cómo te llamas tú?" Esta frase resuena en mi mente, no es mi imaginación no, realmente hay alguien a mi lado hablándome. Abro los ojos lentamente y lo miro desconfiado a la vez que le pregunto qué quiere. Me explica que es nuevo en la ciudad y que no conoce a nadie, así que me vio y ahora es mi amigo. Sorprendido, le pregunto porque da por hecho que somos amigos, si no nos conocemos. Ignora mi pregunta y me dice: "Mañana te paso a recoger a las diez de la mañana, me enseñaras la ciudad." Se aleja hasta perderse de mi vista. Está loco si se cree que voy a quedar con él, bueno, al menos no sabe dónde vivo.
Un molesto ruido interrumpe mi sueño, el timbre. Mis padres no están, así que el ruido no cesará hasta que yo atienda. Bajo fastidioso y sin mirar antes por el visor abro la puerta. No me lo creo, es el chico de ayer. "¿Listo?"
Me duelen los pies. Aun no puedo creer como ese chico terminó convenciéndome para que fuera con él, por más que me negase, al final acabamos él y yo recorriendo los lugares más esenciales de la ciudad y ahora, estoy exhausto.
El mismo irritante sonido me despierta viernes y sábado y justo como el jueves, me acaba induciendo que vaya con él. Aunque no puede negarse, me lo paso bien y parece que, sin darse cuenta, me ayuda a superar su muerte. Pero superarlo no es olvidar, superarlo es darse cuenta que alguien ya no va estar para ti, pero que te hizo alguna vez feliz.
Como era de esperar, domingo se repite la misma historia solo que esta vez mis padres si están en casa, así que a las diez en punto estoy en la puerta. Hoy no corremos de un lado para otro visitando lugares, sino que vamos ahí, al campo de cerezos. No dice nada en todo el camino, como si hablar supusiera una falta de respeto. "Para, no quiero estar aquí" le digo, pero me ignora. Si quisiera podría irme, pero hay algo que no me lo permite.
Ahí pasamos el día, entre rosados pétalos y césped algo crecido. Cuando pongo un pie en casa oigo llantos desesperados y apresuradamente voy a ver qué sucede. Mi madre. Su imagen se repite en mi mente sin cesar, eso es lo que he provocado, dolor. Mi cabeza no piensa con claridad, pero tengo un objetivo, ese río.
La lluvia cae sobre mí, empapándome. Hace frío, pero yo no siento nada, solo un dolor que me consume, causado por su ida. No quiero sentir más este dolor. Espero el impacto contra las duras rocas, pero nunca llega, una mano me sostiene con fuerza, Akira. Hace impulso para traerme de vuelta, lo que provoca que caiga y se pierda en el salvaje río. No, no me lo pudo creer, ¿por qué a él? ¿por qué a mí?
De manera mágica, una pequeña esfera de luz surge del agua y se dirige lentamente al cielo donde se convierte en una pequeña estrella, que brilla mucho más que las demás junto a otra aún más diminuta.
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Seven Days
Short StorySuperarlo no es olvidar, superarlo es darse cuenta que alguien ya no va estar para ti, pero que te hizo alguna vez feliz. (One-Shot - Drama) Kyōka Yamamoto