Parte 1

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Las nubes sonrojadas perdían poco a poco su brillante color. El sombrío gris invadía aquel paraíso flotante, los rayos destilados del sol desaparecían al pasar el tiempo.
Un ruido ensordecedor atiborraba sus oídos, así mismo,  una hermosa tormenta gustaba de amenazar la estadía de cualquier persona en la tierra. Él aún, y pesar de esto, seguía parado al aire libre, justo en medio de una carretera solitaria. Las nubes, que ya habían comenzado a cargarse de agua, empezaban a dejar caer gotas rápidas de aquel líquido vital.

Su cabello negro comenzaba a mojarse, logrando que pequeños mechones se pegaran a su frente goteando descaradamente sobre el fino rostro del chico. Aquella sudadera negra empezaba a pesarle por el agua que caía en ella, sus tenis manchados de lodo se limpiaban con cada gota; todo su cuerpo se encontraba empapado, sin embargo, a él no parecía inmutarle. Tal vez esa sonrisa torcida, que intentaba mantener los sollozos, era el único gesto que mostraba vida. Así mismo ligeras gotas de agua delineaban cada centímetro de piel, llegando fugazmente hasta los labios pálidos y antes rosas, que poseían grandes secretos. Las puertas a su alma parecían quemarse hasta un punto de sangrar, se notaba en esos ojos rojizos y devastados, el querer soltar esa cura a su alma, "tan solo veneno", pensaba forzándose a cumplir la promesa de nunca llorar; pero el escenario en donde se encontraba, permitía a su cuerpo desahogarse sin pena alguna, pues el agua no dejaba distinguir entre las gotas de lluvia y las lágrimas saladas  que daban una muestra a su lado más humano. La tormenta, el aire que corría con fuerza, la lluvia penetrante helada; los rayos y truenos, se llevaban todo de él, como un grueso río se lleva a sus presas.

Fueron entonces incontables las horas las cuales permaneció parado bajo la torrencial lluvia, su bello rostro comenzaba a perder el antiguo color que  poseía, olvidando aquellas rosadas mejillas, cambiándolas a un color pálido. Preocupante. Dos bolsas obscuras adornaban los ojos del chico, su cuerpo ya por instinto temblaba ante el errante frío que se colaba hasta lo más profundo de sus órganos; sus labios partidos dejaron el color sombrío y pasaron a tornarse azules. Entonces, y sólo ante aquella condición, el joven logró embozar una diminuta sonrisa, pensando que al fin podría sentir la paz.

Unas luces amarillas cegaron sus adoloridos ojos, el ruido de un claxon ensordecía aún más sus oídos, miró fijamente hacia el frente, notando un automóvil blanco a punto de estampar sobre su frágil cuerpo, cerró los ojos esperando ansioso el impacto; pero el rechinar de unos neumáticos seguidos de un sonido en seco lograron que abriera los ojos. El auto se hallaba a centímetros de su cuerpo, cayó de rodillas dejando escuchar un ruido desagradable, justo como si sus huesos cedieran y quebrantaran en mil pedazos. La puerta del coche se abrió y un apuesto chico de ojos pequeños bajó apresurado, sin importar mojarse con la lluvia, corrió hacia él, y con sus delicadas manos tocó su rostro, preocupado agitó entonces con cuidado el cuerpo, esperando respuesta alguna. Al notar que el contrario parpadeaba confuso, habló en tono amable.

— Amigo, ¿Cómo te llamas?

Aquella pregunta sorprendió al más joven, "amigo ", esa es una palabra que creyó jamás escuchar.

—Woo... — tras unos minutos continuó— Hyun.

Justo al terminar esas palabras sus ojos se cerraron y por ende su cuerpo cayó a los brazos del castaño.

Este, por inercia abrazo contra su pecho el cuerpo inconsciente y con un alma tal vez a punto de abandonar el fuerte molde que la poseía.Cargó entre sus débiles brazos el cuerpo de Woo Hyun y con algo de esfuerzo lo acostó en los asientos de atrás, prendió de nuevo el automóvil estático, y se encamino con el corazón palpitando en su garganta, nervioso y sin saber por que, con miedo recorriendo todo su cuerpo, traspasando las venas con rapidez, llegando a ese músculo tan inservible según sus ideales. Al mismo tiempo sus manos sudaban mojando el volante, miró por el espejo del automóvil cada centímetro del cuerpo que yacía atrás, y sin saber la razón exacta sintió cierta conexión, como si ambos estuviesen destinados a unirse. Minutos después llegó al hospital, gritó desgarrando su garganta pidiendo por ayuda. Doctores y enfermeras se acercaron al lugar, y posicionaron a Woo Hyun en una angosta camilla.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó una de las enfermeras.

— No estoy seguro.

— Está bien, no se preocupe, nosotros lo atenderemos. —Corrieron con Woo Hyun adentrándose a la sala de emergencias, dejando a Sung Kyu totalmente solo.

Sin más se metió al coche a punto de irse, pero millones de pensamientos inundaron su débil mente, corrió de nuevo hacia la entrada del hospital sentándose cerca de donde atendían al "extraño". Atento miraba hacía donde el cuerpo se hallaba, y pudo jurar ver el alma de Woo Hyun intentar salir de su cuerpo, algo lo detenía, y ni el propio Woo Hyun lo sabía.

Paso una hora eterna e infinita para el castaño y al fin los doctores se alejaron del chico, entonces se acercó una amable señorita explicando el estado en el que el menor se encontraba.

—Está inconsciente, no  sabemos su condición exacta.

Escuchó atento a las palabras y decidido se acercó pesaroso al lado de la camilla; sus manos sujetaron las del contrario, siendo unidas como dos imanes atrayéndose entre sí, encajando a la perfección, haciendo latir el corazón de Sung Kyu tan descontroladamente, sintiendo una emoción que nunca pensó experimentar, fue una corriente de electricidad la que  recorrió todo su cuerpo con una intensidad intolerable; pero, placentera. Su pecho al mismo tiempo comenzó a sentirse estrujado y la respiración empezaba a faltarle, logrando hacerlo caer al piso mientras un sonido terminal sonaba tras el aparato que indicaba los latidos de Woo Hyun, quien miraba la escena asombrado desde un costado de su propio cuerpo, se sentía ligero, libre; pero le dolía ver como los doctores lo daban por muerto y otros más luchaban por regresar a la vida al chico que le devolvió con tan sólo un roce de manos, la felicidad que nunca sintió.

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