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Me convencí de que tendría que verle más seguido, mientras mas quería evitar cualquier tipo de contacto con él, era como si el destino, el universo y la Pachamama estuvieran en mi contra y lo pusiera en mi camino; de cierto modo agradecía que fuera aquel chico que tanto me intimidaba pero que de cierta forma ya le conocía, a que fuera un psicópata que quisiera secuestrarme, por supuesto como si alguien fuera hacerlo. Podría probar de que si eso fuera así, estaría segura que terminaría aburriendo a mi secuestrador con tanta pregunta e insistencia, era lo que siempre decía Caroline, según ella hablaba tanto que la mareaba. Puedo ser bastante parlanchina.

Solté el aire que mantuve retenido en mis pulmones y me encontré con los azulados ojos del chico de los tatuajes.

— No deberías estar aquí a estas horas.

Volver a escuchar su profunda voz, causó que hasta los vellos de mi nuca se erizaran. Vi como una sonrisa burlona estaba en sus rosados labios.

— Quería caminar.

— Bueno el hecho de que quieras caminar en un barrio como este, te hace ver como una verdadera estúpida.

Me sorprendí al escucharle llamarme "estúpida", pero mordí mi labio inferior con cierta molestia antes de soltar cualquier improperio.

— No es tu problema.

Me defendí al ver como seguía atacándome con sus palabras.

— Vamos sube.

Abrí ligeramente mi boca por lo que había escuchado decirme.
No lo entendía primero me llamaba estúpida y ahora quería que subiera a su auto. Genial.

Conté hasta diez callando mi rabieta. —No voy a subir al auto de un desconocido —Murmure viéndole y continúe un par de pasos hasta que volví a escuchar su rasposa voz.

— Drew.

Me detuve viéndole, con el ceño fruncido por no entender de que estaba hablando. ¿Quién jodidos es Drew?

— ¿Qué?

Continúe mirándole y noté como bufó molesto mientras ponía los ojos en blanco.

— Ese es mi nombre, Drew. Ahora técnicamente no soy un desconocido, preciosa —sonrió de lado, haciéndole ver atractivo a la vista.

Cuál era su maldito problema, el chico era la persona más cambiante que había conocido a mis cortos 21 años.

— Ya he dicho, no iré contigo. Prefiero de todas maneras caminar, gracias.

— ¿No me dirás tu nombre?

Ignoró olímpicamente mi anterior respuesta y suspire frustrada. Sentía las incontrolables ganas de ponerme a chillar como una niña, pero no, por supuesto que eso no sucedió.

— Halle.

— Halle... —Pronunció mi nombre suavemente y puedo decir que fue agradable oírlo por primera vez en sus labios.

— Vamos, sólo sube al auto.

— No.

Golpeó el volante viéndome enojado con su mandíbula lo bastante presionada que por un segundo creí que escucharía sus huesos romperse.

— ¿Querría la princesa por favor subir al puto jodido auto?—Murmuró entre dientes, viendo como comenzaba a fastidiarse con mi comportamiento.

Gruñí cansada y rodee el auto para abrir la puerta del copiloto y entonces adentrarme al deportivo negro. Mis fosas nasales se llenaron por un suave olor a pino, sabía que eran esos típicos aromatizantes, pero de todas formas me resultaba agradable.

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora