Prologo-Londres, despedida blanca.

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La primera vez que abri los ojos, es fácil de recordar, mi madre tocaba el piano y el tiempo parecía detenerse poco a poco.

Me tomo entre sus brazos, y con una sonrisa, me puso en el cunero junto a ella.

No recuerdo que canción cantaba, pero se que cantaba una canción especial...aun que si soy honesto, no recuerdo mucho de ella en realidad.

Pero se que me decía te amo a diario, bueno, algo dentro de mi me dice que ella lo pronunciaba.

Su cabello pelirrojo, resaltaba junto a su pálida piel, dando también un toque de ternura con sus pecas que se esparcían por el rostro.

Su vestido era verde, y mi padre, el era en realidad mas moreno en el tono de piel y su cabello resultaba ser castaño.

Siempre tenia un momento para estar con nosotros, a pesar de su atareada vida...escribiendo y descubriendo sucesos en otros países, era normal, sigo XIX, mi padre era caballeroso con mi madre, y mi madre era una dulce mujer...

Ese, es por extraña razón, el único recuerdo que tengo de ambos...era un niño de no mas 1 año.

Después de eso, cuando me di cuenta...ya estaba en un orfanato.

Siempre me pregunte que les ocurrió a mi padre y a mi madre, pero jamás pude preguntarle a la encargada, aun que yo tenia suerte de que su hijo menor se volviera mi mejor amigo.

Todo era normal, cotidiano, rozando con lo aburrido y monótono.

El piano, los trenes, las carrozas... todo era tan normal ante mis azules ojos, si había algo que volvía especiales mis días en ese entonces, era sin duda; Stanley Randall Marsh.

El chico del que indebidamente había caído enamorado.

Su madre, siempre nos permitió compartir habitación, y su padre por otro lado, no podía disponer de nada, o opinar algo.

Hablamos de que yo vivía en Londres, y digamos que Randall, no era el mejor ejemplo de padre para nadie, estaba al pendiente de Stan, pero, las noches y las prostitutas de los callejones, hablan mas que sus actitudes de progenitor.

Tal vez por eso, Stanley tenia un poco de asco a las mujeres, por el echo de que todas las que llego a conocer por su ebrio padre eran unas interesadas, su madre no se alejaba de Randall, por el que dirán de los demás.

Lo único que la mantenía en ese mundo, era Shelley, Stan y el orfanato.

Sharon tenia uno de los mejores orfanatos, sin corrupción, sin injusticia, cuidaba de todos con compasión y devoción...los niños que terminaban en otras casas, se volvían adultos ejemplares, que sin duda, volvían a saludar a la que fue por muchos, su adorada madre.

Shelley Marsh, una chica bastante indiferente y cruel, era quien molia a golpes a todo aquel que hablara mal del orfanato.

No puedo considerarla mala, actuaba por amor a su madre, y no dudaba tampoco en golpear a su padre cuando este se quería pasar de listo con alguno de los niños en el sentido de querer educarlos con "disciplina".

No dudaba ni siquiera en defender a su hermano o a mi.

Mentiré si digo que era una chica dulce, o ejemplar, pues era todo lo contrario, pero eso era parte de su encanto.

...

Una familia que con algo de tiempo, me adopto, Kenneth Stuart McCormick Marsh, la única cabellera rubia de la familia, de nuevo, por ese echo de ser adoptado por ellos, nunca pude cuestionar nada del paradero de mis verdaderos padres, estaba feliz y decepcionado a la vez.

El amo del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora