Capítulo 19: El secreto de Cyrene

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Meg paseaba por el agora con su hermana, había que aprovechar la tranquilidad que reinaba en Tebas ultimamente. Meg estaba algo preocupada por Perséfone. Aunque había recuperado su peso, todavía se le veía ojerosa y pálida. Por mucho que su hermana pequeña descansase, siempre tenía sueño. Siempre que Meg pasaba por la casa de Per en la villa, la joven estaba durmiendo.

Las dos hermanas caminaban mirando los puestos, cuando de repente a Meg se le cayo el cesto que llevaba en la mano.

-¿Que ocurre?- Preguntó Perséfone, pero cuando giró la cabeza hacia donde miraba su hermana entendió lo que ocurría.

En el puesto de telas de enfrente estaba nada más y nada menos que Adonis. Y Adonis no iba solo, iba con una joven rubia de ojos verdes con un vestido morado y un recogido. El príncipe de Tracia miró hacia donde estaban las dos hermanas. Sonrió y se acercó.

-Meg, ¡ Enhorabuena!.- Dijo con una sonrisa el príncipe Adonis.

-¡Perséfone! Que alegría- Añadio Adonis dandole un efusivo abrazo a la joven.

-¿Que haces tu en Tebas?- Preguntó Megara. Lo ultimo que le apetecía antes de su boda era ver a ese indeseable.

- ¿No te lo ha dicho Herc? Estamos invitados a tu boda. Helena decidio que estaría bien viajar a Tebas unas semanas antes para comprarse su vestido-

-No se cual es la moda en Tebas, así que pense que sería buena idea venir y verlo por mi misma- Dijo sonriente Helena.

Meg y Per no sabían que decir, la verdad que no se lo esperaban.

-Oh perdón, no os he presentado. Megara, Perséfone, esta es mi esposa, Helena de Troya- Dijo Adonis.

-Bueno, ahora Helena de Tracia- Respondio la joven.

Perséfone y Meg se quedaron sorprendidas. ¿Helena de Troya?¿La impulsora de la guerra de Troya? Eso había sido ya hacia unos añitos... Era imposible que la muchacha fuera tan joven.

Helena se dio cuenta de lo que estaban pensando las chicas, no era la primera vez que le ocurría.

-Mi madre era Helena de Troya, y mi padre el príncipe Paris-

Meg estaba furiosa. Vale que Hércules no supiese el odio que sentía hacia el príncipe de Tracia. Pero Adonis después de todo el daño que le había hecho podía haberse inventado una excusa para no asistir. Dudaba que incluso Helena supiese la calaña con la que se había casado.

De camino a casa, Meg no dijo una palabra. Su cara lo expresaba todo.

-Meg, ¿Adonis es el indeseable por el que vendiste tu alma a Hades verdad?- Preguntó Perséfone. Cuando Per se marchó a estudiar con Hipócrates, su hermana y el príncipe estaban saliendo. Incluso antes de salir con Meg, Perséfone tuvo una cita con Adonis. Lo suficiente como para saber que no quería tener nada que ver con ese individuo.

Meg asintió: -No estoy segura, pero creo que Adonis se mudó a Atenas durante una temporada. Quizás Herc lo conoce de la academia Prometeo.-

-Cuando lleguemos a casa le preguntaremos- Dijo Per. Vio a su hermana realmente abatida, e intento animarla:

-Lo que no se es lo que le viste a ese musculitos, yo el primer día me dí cuenta de que era un estúpido-

Una pequeña sonrisa torcida se escapó de los labios de Meg:

-Tu gusto por los hombres es desconcertante Per.-

Perséfone y Megara se miraron y sonrieron.

En el Inframundo:

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora