Día 7.1

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La camioneta se zarandeaba de un lado a otro por la carretera mientras avanzaba a toda velocidad dejando una estela de polvo y hojas secas por el camino.

Mariza estaba profundamente dormida, después de un largo día con la adrenalina queriendo arrancarle el corazón había quedado hecha polvo, y en cuanto se pusieron en marcha no pudo evitar cerrar los ojos.

Rob, a pesar de haber estado toda la noche despierto, tenia los ojos más abiertos que nunca. Sus sentidos estaban perfectamente agudos, hasta el pequeño aleteo de una mariposa le hacia desenfundar su arma por lo nervioso que estaba. Tenia que huir de allí antes de que su ausencia se notara demasiado, pero no se le ocurría nada. En ese momento se encontraba demasiado exhausto, tenia que restablecer y luego buscar un plan

Tamara y Theo se tomaban de las manos mientras ella conducía y, de vez en cuando, se soltaban para que pudiera cambiar las velocidades.

Theo tenia un sonrisa relajada, casi riéndose de su alrededor. Se sentía contento al poder contar con Tamara y con Mariza, al mismo tiempo, en el mismo lugar. Una pequeña probada de casa hacia su nueva vida le había sentado de maravilla, pero, Tamara, a pesar de estar haciendo un excelente trabajo conduciendo en la carretera, sus pensamientos estaban en esa chica, en su esposo y en lo que su relación significaba en realidad.

Recién se había dado cuenta que no sabia nada del hombre con el que se había casado, aquel que al parecer se llamaba Theo. Un bonito nombre, pensaba ella en sus breves momentos de calma, pero cuando el sentimiento de furia y tristeza la inundaba lo único en lo que pensaba era en las millones de cosas que no sabia de el. No sabia el nombre de su padre, ni de sus hermanas, no conocía como era su vida antes de que la guerra empezara... ¡ni siquiera sabia su color favorito!.

Miro por el retrovisor unos segundos. La luz era dorada y cálida, como de cualquier tarde, e iluminaba todo el vehículo de manera relajante.

Rob, aunque le costaba creerlo, al fin había cerrado los ojos, pero no fue algo que hubiera planeado, fue algo que sucedió en un segundo y ni siquiera con su sistema nervioso a cien, pudo evitarlo. Y Mariza estaba exactamente igual que hace una hora. Era la maldita oportunidad que había esperado durante todo el viaje.

-¿Theo?- susurro ignorando el sabor agrio que apareció desde algún lado de su garganta, y por alguna razón le sorprendió que el girara la cabeza. Aun no podía creer que ese era el nombre de aquel muchacho del que se había... Negó con la cabeza y aprovecho que se encontraban un tramo recto de la carretera para mirarle a los ojos-sabes que tenemos que hablar...- su tono sonaba sereno, pero para Theo representaba una gran evidencia de que estaba sumamente asustada y que no quería asustarle, ni a el, ni a los otros.

-¿Sobre qué?- era obvio que el sabia la razón, pero ella no tenia ninguna razón coherente para sentir eso. El y Mariza eran solo amigos.

-Pues... de pocas cosas la verdad- hizo una mueca y miro hacia el camino. No se sentía capaz de pensar cuando el la veía directamente a los ojos- sobre la repentina aparición de tu amiga- alzo un dedo, fingiendo contar con ellos-sobre que yo no sabia tu nombre hasta hace un día, sobre que mate a una chica y que todo el mundo parece estar bien con ello...-

-No queremos presionarte. Juzgarte seria lo peor, tu solo...-interrumpió el, tratando de calmarla, pero para ella, ese gesto solo la había puesto más nerviosa, casi al borde del colapso.

El no quería hablar sobre el tema de su nombre, había muchas cosas que decirle antes para que entendiera.

- ¡Sobre la verdadera razón a la cual vamos a Washington!- susurro con los dientes apretados, verdaderamente enojada. Theo abrió los ojos con asombro, ella no debería de...

-Tu no deberías preocuparte sobre esas cosas- ella resoplo de manera sarcástica, burlándose de el por su maldito descaro- todo esto es mi culpa, tu debiste haber estado en Washington desde que te conocí. Nada de esto debía haber pasado, ni la muerte de esa chica, ni las lagrimas, ni el hambre, ni la muerte de Kimmy...- el la miro cuando escucho que ella por poco se atraganta con su propia saliva. No debió mencionarla. Tenia que arreglarlo.- pero el gobierno nos encontró primero y trataron de retenernos lo más que pudieron hasta que confirmaron que yo... ¡que nosotros!, eramos parte de la resistencia...-

-¡Yo no soy parte de ninguna resistencia!- murmuro ella de nuevo con los dientes apretados hasta que por poco hubo la posibilidad de que se rompieran-¡yo no pedí esto, pero aun así lo hice por ti!- el se quedo completamente aturdido ¿a que quería llegar?.

Ella proceso sus palabras más rápido que el y en un instante la desesperación y la vergüenza la inundo de pies a cabeza. Tenia que huir, tenia que pensar las cosas y no lo lograría con el mirándole... así.

Se detuvo en la orilla del camino y antes de que el abriera la boca, ella ya huía lejos de el, de los sentimientos confusos... y de las mentiras piadosas.

El se quito el cinturón, dispuesto a buscarla pero un pequeño gemido atrás de el le llamo la atención.

-Theo... ¿ya llegamos?- Mariza lo miraba con los ojos somnolientos, con una bruma que le afectaba hasta el fondo de su cabeza, desconectandola de CASI todo.

-Mariza, vigila que nadie se acerque a la camioneta, t-tengo que...- Tenia que decirle la verdad

Nothing was the same 2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora