Las horas que pasaban, le hacían creer a la pobre chica que quedarse en la fiesta era mala idea. Y seguramente tuvieran razón, pero por algún extraño motivo ella seguía allí. Pensaba que quizá, si atravesaba aquellas puertas a las cuatro y cuarto de la madrugada, Rodrigo tendría razón y tras eso, su partida sería como otra cualquiera.
No estaba segura, ni tampoco creía que eso fuera posible, y sin embargo, sabía que perder aquella oportunidad, le haría arrepentirse, tiempo después, de sus actos.
Se acercó a la puerta de salida un par de veces, e incluso salió al recibidor y tocó el botón del ascensor para llamarlo, pero antes de que pudiera llegar, se volvía a refugiar de nuevo en aquella fiesta. Para ella, el hecho de pasárselo bien, reír, bailar, beber, y demás, no era lo que predominaba allí, sino su ansiedad por conseguir respuestas que parecían desde meses atrás, de difícil respuesta.
Miraba a veces a los lados, intentando encontrar con los ojos al culpable de su "sufrimiento", sin demasiado éxito. El anfitrión de la fiesta, no parecía dar señales de vida por el salón, ni tampoco por la cocina. Se negaba en redondo a subir al piso de arriba, menos aún a aquella habitación. Aún eran las cuatro menos diez. No se rendiría ante la curiosidad de saber si ya estaría allí. Y tampoco estaba segura de que estuviera solo. No le apetecía romper la magia si estaba disfrutando de su fiesta privada con Irene.
Aquel pensamiento, le hizo beber un largo trago a su copa de ginebra, y respiró hondo intentando no ponerse a la defensiva. Estaba claro que se estaba volviendo loca. Más de lo que creía, y eso era señal de que subir hasta aquel cuarto, no sería buena idea. Menos aún si seguía bebiendo de aquella manera. Eso le cegaría la razón y acabaría diciendo tonterías. O peor aún, cosas de las que luego se arrepentiría.
La canción del reproductor de música, cambió repentinamente y todos se quedaron parados un par de segundos, luego rieron casi a coro y en cuanto la siguiente canción se empezó a sonar, todos volvieron a lo que estaban haciendo. Aquella intrusión hizo despertar a Helena, que con movimientos decididos, dejó el vaso a un lado y se levantó con expresión decidida a no quedarse esperando más, a no dejar que los segundos la torturaran sin piedad. Solo eran las cuatro de la madrugada.
Ni siquiera podía creerse que solo hubieran pasado diez minutos. Había sonado a un infierno de espera, de años y años. Sin embargo, seguía sabiendo que no era la hora, y aunque se la perdiera, al seguir por allí, en algún momento lo vería bajar y podrían hablar de todas maneras. Tenía claro que no se iría de allí sin terminar de aclarar las cosas, se lo debía a sí misma. A ella y a nadie más.
Sin darse cuenta, estaba subiendo las escaleras con rapidez, y una vez que se encontró en el piso de arriba, se paró en seco, sorprendida por el pasillo que la esperaba, y observando desde allí la puerta que debía cruzar tras un cuarto de hora. No podía esperar ni un minuto más. Tenía que acabar con aquello. No le importaba ya romper nada, ni siquiera podía pensar en esa opción, porque para ella no existía. Simplemente, no era posible.
Sus pasos se detuvieron ante la puerta y en un arranque de valentía, abrió la puerta con calma adentrándose a curiosear qué y quién estaba en el interior. Y aunque creía ir preparada para cualquier cosa que pudiera encontrarse, no se imaginó la imagen que obtuvo una vez que abrió la puerta del todo.
En el interior, Rodrigo estaba sentado al borde de la cama, que parecía ser de su cuarto, mientras miraba a una chica echada en la cama. La chica, como era de esperar, era Irene, pero antes de que Helena pudiera decir algo, él cortó sus palabras con un gesto de silencio colocando un dedo sobre sus labios. Ella obedeció parada casi del pánico.
Irene estaba completamente dormida, y Rodrigo, con una mano entre su pelo, acariciaba su cabeza con suavidad. Respiró hondo unos segundos, devolvió la mirada hasta ella, quitando la mano con movimientos delicados y calculadamente lentos.
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Bajo vigilancia.
Teen FictionDescubrir que la vida tiene sus inconvenientes puede ser un duro golpe, más aún cuando eres joven y crees que eres invencible. En esta historia, sus protagonistas se van a enfrentar a su propio destino, creyendo estar preparados y encontrándose con...