Prologo

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Caminaba hacia un parque sin pensar en donde mis pies pisaban, estaba tan absorbida por la música que olvidaba lo que había afuera de mis audífonos. Y entonces pensé : Cuantas flores han sido sacrificadas para demostrarles a los demás cuanto la vida es bella?

Esa frase me recordaba a un filosofo si bien me acuerdo y me senté en un banco. El día estaba nublado con un viento frío pero no me importaba. Casi todos se habían ido excepto un chico que estaba sentado al otro lado de los columpios, enfrente de mi.

Ambos estábamos silenciosos. Hasta podría decir que no se había fijado de mi presencia. Este chico no era de mi pueblo, conocía a todos y el nunca lo había visto.

—Quieres?–me preguntó ofreciéndome un paquete de cigarro.

—P..perdón?–tartamudee de la sorpresa.

—Bueno, es que me observabas demasiado.

—Disculpe, estaba distraída y no me di cuenta de que...

—Típicas excusas de chicas para no asumir que nos devoran con la mirada.

—Disculpa?

—Así como lo oíste.–y entonces se levantó y se marchó.

Quede con la boca entreabierta y el cielo empezó a tronar. Entonces me levanté y fui a casa.

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—Hola ma.

—Llegas tarde, puedo saber con quien estabas?

—No empieces, solo fui a tomar un paseo.

—Con este clima? Te estas burlando de mi?

—No me estoy burlando de nadie, estaba caminando afuera y ya.

—Si claro, al fin y al cabo, tu casi siempre te mantienes afuera.

—Reflexiona por que será.

—Sube a tu recámara.

Subí enfurecida al cuarto y me encerré en el. La odio, la odio aunque sea mi madre. Porque todas pueden ser madre  pero no todas son capaz de actuar como una.

Me acosté en la cama y miré al techo, intente olvidar mis problemas y evadirme de ellos como siempre. Decidí salir al balcón y tomar mi bolsa de hierba.

—Un brindis por la vida.–hablé y sonreí al cielo  lluvioso.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2016 ⏰

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La melodía de los latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora