Capítulo Único.

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Alfred solía pasar casi todas las tardes en el mismo parque, sentado en una de sus infinitas bancas con uno de los libros de su primo Arthur. La trama era interesante, pero eso no era lo que sus ojos buscaban; en vez del protagonista, moreno y de ojos ambarinos, veía a un hombre rubio, de melena rubia, con ojos celestes, un poco más bajo que él y con una barba suave recubriendo su mentón. Suspiró, cerrando el libro y sintiendo como una hoja otoñal caía sobre su mano y un cuerpo sólido le cubría el paso de la luz.

Llegas en bicicleta, ahora que eres tan deportivo.

Cuando elevó el rostro se encontró con Francis, quien estaba delante suyo y tenía una bicicleta sujeta. Su corazón no tardó en apurar su ritmo al igual que su respiración, mientras el dolor le embriagaba, al igual que la tristeza y los recuerdos felices rotos por esas palabras pronunciadas tiempo atrás.

Como por obligación sonrió y evitó que esos sentimientos se mostraran, mientras se ponía de pie y le daba un beso en la mejilla, escuchando la alegría del otro por verle.

El otro. Su Ex.

Le dolía cuando Jake, su hermano menor, le llamaba así, cuando lo repetía, gruñón y con malas palabras: que tenía que dejar de pensar en su ex y superarlo, dejarlo pasar y vivir bien su puñetera vida y avanzar.

Pero para Alfred no había sido fácil admitir, siquiera, que habían terminado, que ya no lo vería todos los días, ya no lo besaría, abrazaría, ya no verían juntos esas series que dejaron sin terminar ni engordarían a la par con esas papas fritas y sus piernas entrelazadas en la cama, calentándose y disfrutando el frío de la estación.

Yo estoy más gordo, tu te das cuenta.
Me dices "cuídate, sol, cuídate".

Casi no asintió cuando escuchó al otro hablar sobre su rostro un poco más relleno y su vientre más amplio. Frunció los labios cuando Fran le comentó el ejercicio que estaban haciendo y cuando palmeó su bicicleta despertó del ensueño, murmurándole que hasta se veía más guapo; era falso. Siempre había sido hermoso. ¿Quien no se enamoraría de esos ojos soñadores y esos pómulos marcados, esos dedos de pianista, esa delicadeza, ese perfume tan suyo...?

No respondió con la verdad cuando le preguntó por su vida. Dijo que todo estaba bien, que su gato estaba bien, que le iba bien en el trabajo, pero era una mentira, una farsa, porque nada estaba bien en realidad. Su primo Scott se había quedado con el gato, su casa estaba fría, estaba gris, sin sentido, sin vida. Y él no estaba bien. ¿Cómo se iba a cuidar así?

Además se suponía que eso lo harías .

Se miraron fijo un buen rato, y un silencio incómodo los envolvió, sin saber que hacer, como proseguir... Francis le dio un beso en la mejilla y procedió a montar su bicicleta.

-Cuídate, Alfred. -le dijo, esbozando una sonrisa suave.- Come bien, ¿De acuerdo? Espero que nos volvamos a encontrar. -se despidió, como era usual de él, con un movimiento de sus manos y se fue, con su bicicleta.

Me miras fijo, beso de amigos
Y antes de irte, bien voladito
Me dices "cuídate, sol, cuídate".
Si me cuidara ya no te abriría más mi puerta.
Te eliminaría de todas mis cuentas así que ¿Ves?
Piensa antes de decir "cuídate, sol, cuídate".
Además se suponía que eso lo harías tú.

La mirada de Alfred le siguió hasta que sus lentes no fueron lo suficientemente potentes como para hallarle entre la gente.

Y qué sé yo
Como, como, cómo cambiar.
La identidad
Como, como, como veneno que enfrió
El cósmico festín de nuestra rebelión.
Como, como, palta con pan, mejor...

Él suspiró, sentándose de nuevo en esa banca, mirando la portada sin sentido del libro de Arthur y la hoja que allí se mantenía. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sonrió con dolor, preguntándose, ¿Cómo iba a cambiar? ¿Para qué iba a cambiar?

Rodeó su estómago con ambas manos, dejando caer unas lágrimas al suelo, suspirando.

No parecía tan terrible engordar
Si tu estabas acá.

Se las secó, suavemente, inspirando para calmarse. Dejó la hoja en la banca, tomó su libro y se puso de pie, yéndose en el sentido contrario; se giró para ver y observó, sentados en la banca, a un Francis y un Alfred más jóvenes, tomados de las manos, diciendo que se amarían para siempre.

Y el "para siempre" se les quedó corto.

[APH] Cuídate Sol. {FrUs}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora