Capítulo 2 ☪ "Algo dentro de mi se rompió"

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ÁMBAR SMITH 

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ÁMBAR SMITH 

Ver a la única persona que creía me quería, a esa misma persona a la que le entregue por tantos años del amor que nunca me brindaron, besando a otra chica que no era yo, definitivamente termino por quebrantar los muros construidos a mi alrededor que me cubrían hasta entonces del dolor. Ahora se filtraban por las rendijas aquellos sentimientos llenos de pavor, miedo y desolación que siempre aleje de mí.

No lo podía negar, estaba destruida, por él, por ellos. Puedo sentir como mis ojos se cristalizan aguantando las lágrimas que me negaba a dejar escapar. Verme quebrada era un gusto que no se los otorgaría. No merecían saber qué tanto me lastimaban.

La impotencia recorría mi sangre negra; por primera vez en la vida no sabía cómo actuar, no tenía ninguna acción premeditada con anterioridad, mucho menos un plan de escapatoria, esta era yo en mi estado más vulnerable.

Se apoderaba de mi la furia y solo quería correr hacia su dirección para dejarle en claro a esa chiquita que él era mío, que ese lugar era mío, que todo lo que estaba teniendo ahora me pertenecía a mí, pero a la vez me invadía ese sentimiento nuevo de vulnerabilidad que no sabía cómo manejar.

Tan contradictorio como real.

Todo lo que había sospechado desde un principio resulto siendo verdad, a Matteo sí le gustaba Luna Valente. Eso siempre fue más que evidente aunque me lo negara y yo decidiera creerle. Él la miraba como nunca me podría mirar a mí. Siempre trataba de encontrar mi reflejo en su mirada pero solo la encontraba a ella metida en el medio.

Trate de ignorarlo por mucho tiempo, pensaba que solo era una chica más como las muchas otras que llamaron su atención y con encargarme de ella bastaría. Que equivocada estuve. Con esto me acaba de demostrar que no, que con ella era diferente, distinto. A ella si la quería y, eso me dolía aún más.

Desperté cuando el bullicio proveniente de las gradas aumento al igual que los aplausos. No entendía cómo la gente estaba tan eufórica por la escena, yo solo veía como en menos de treinta segundos se había acabado con todo lo que pensaba pertenecerme.

Lentamente sus cuerpos fueron tomando espacio mientras que yo la respiración. Sonrieron como si este fuese el momento más feliz de sus vidas, lo que probablemente era para ellos muy a mi pesar. Mas justo cuando menos lo esperaba, él volteó a verme fijamente, con esos ojos que me cautivaron tal como la primera vez, pero como siempre, en ellos yo no me hallaba. Sabía que desde hoy nada iba ser igual, yo misma sentía que algo había cambiado dentro de mí ser. Matteo Balsano era el culpable.

Miré a un costado evitando mostrar debilidad y por casualidades del destino ahí se encontraba Simón, el amigo de la chica que me arrebató todo, a mi lado compartiendo mi dolor. Estaba igual de destrozado. Él no era tan fuerte o testarudo como yo, no encubría su pena, su rostro lo delataba, sus lágrimas narraban la pena de ver a la mujer que amaba en brazos de otro. Logro conmoverme, cosa extraña en mí; supongo que a Luna también le genero lo mismo porque se fue detrás de él dejando solo a Matteo que sin previo aviso se acercaba a nosotras. Temblé.

—Felicitaciones, Matteo. Lo hicieron muy bien vos... y bueno Luna. —se asomó en el gesto de Támara, nuestra instructora de patinaje, una sonrisa cómplice que quise arrancar de sus labios.

—Gracias, Támara. Espero poder ganar. —respondió con modestia. ¿Es que alguien podía cambiar tanto en tan poco tiempo?

—Antes hubieras estado seguro de eso, pero eso era antes de conocerla, ¿no? Muchas cosas cambiaron desde su llegada. —hable con la voz rota pero sin demostrarlo. Aguantando llorar frente a todos.

—Ámbar, en serio no quiero ser grosero contigo así que trata de evitar esos comentarios. —respondió como si le importara poco.

Qué decía, claro que no le interesaba.

—Por supuesto, ya no tenés de que preocuparte. —sisee— Todos mis comentarios referidos a vos me los aprenderé a guardar bajo siete llaves. Porque escucha bien, Matteo Balsano, nunca olvidaré lo que has hecho hoy día. Para Ámbar Smith ya no existís más, y entendeló muy bien que no lo volveré a repetir: Con ese beso acabas de matar todo lo que podía haber llegado a sentir por vos. —se me escapó una última lágrima con rebeldía, así que decidí dar media vuelta e irme de allí. No permitiría que me vea mal, mucho menos sabiendo que la razón era él.

—Espera, Ámbar. No te vayas. —escuche que gritaba por detrás, pero como siempre, ya era tarde.

Me deslicé lo más rápido que me permitieron los patines que usaba; debía escapar de Matteo y de mis sentimientos, antes de que cayera frente a sus ojos.

Supongo que logré perderlo ya que los griteríos se acallaron al igual que el sonido de las ruedas tropezando con otras personas u objetos. Decidí tomar asiento en un rincón frente a una ventana que estaba cerca a la puerta de salida. Un escape perfecto y directo del infierno.

Creo que no hubo mejor día para llover que precisamente hoy. Las gotas cayendo por la ventana solo hicieron deprimirme aún más de lo que ya estaba, sentía como unas cuantas lágrimas rozaban mis mejillas acaloradas por la agitación. Y maldecía internamente por encontrarme en tal estado y nada más que por él; en realidad odiaba el simple hecho de que alguien tuviera ese efecto en mí.

Se me cruzo la idea de vengarme, pero analizándolo mejor no iba ganar absolutamente nada, el daño ya estaba hecho. Nada ni nadie podría repararme, curarme de algún modo.

Puse ambas manos sobre mi rostro desesperada, no aguantaba ni un segundo más reprimiendo mis ganas de desfogarme. Pero de pronto sentí una mano tocar mi hombro; alce mi cabeza para ver de quién se trataba y lo vi observándome, no con pena, no con lástima, sino comprensivo ante lo que sentía, como si de alguna manera pudiera entenderla.

Mi corazón dio un vuelco pensando en la extraña situación. ¿Simón Álvarez? ¿Por qué? A pesar de que ya lo conocía nunca antes habíamos mantenido una conversación estable.

—¿Simón? —resople inclinando la cabeza— ¿Qué queres? —pregunte fatigada. No era bueno que se acerque encontrándome yo así.

—Lo siento si te molesto, yo solo te vi acá y, bueno, quise acercarme. —dijo amable, rasgo común en él, tomando asiento al frente mío.

—Disculpa la forma en que te hable. —intente respirar— Es que no estoy en mi mejor momento, y por lo que veo vos tampoco. —me había fijado en que sus ojos contenían un rojizo intenso. Muestra clara de llanto.

—Creo que nuestros asientos no fueron los más indicados para ese espectáculo. —reímos repentinamente ante su comentario— Neta que una chava como tú no debería estar llorando por alguien como ese idiota. —limpió las lágrimas secas de mis mejillas y el contacto de sus dedos no me desagrado como pensé que lo harían, se sentían suaves.

—Ya no sé ni cómo estar, Simón. —admití entrecerrando los ojos para liberarme de ese llanto contenido— Antes no hubiera permitido que nadie me viera así, vos menos; pero hoy siento un vacío justo aquí... —toque mi pecho haciendo referencia a este—, que no me permite ni resistirme a lo que ya es obvio. Cuando lo vi besando a Luna, algo dentro de mí se rompió.

No lo pude aguantar más y estalle en un llanto descontrolado que no ceso en un largo tiempo. Él dudoso de cómo reaccionar, solo se limitó a abrazarme, lo que agradezco. A veces el mejor consejo o aliento que puedes darle a alguien es el de tu silencio. Callar y escuchar de corazón al otro. Me daba cierta pena admitirlo, pero fue uno de los abrazos más sinceros que me habían dado hasta ahora. No era por compromiso sino desinteresado y eso lo hacía especial.

Rodee mis brazos sobre su cuello poniendo mi rostro en su pecho, dejándome absorber por su esencia natural. Con Simón, extrañamente, me sentía protegida. Esperaba que esta sensación se hiciera habitual en mis días. Me hacía falta sentirla.

➸ ¿Todavía Te Amo? {Mambar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora