Aquel sábado estaba de muy mal humor, me sentía obligada a ir a un lugar al que no quería ir, me daba rabia pensar que debería trabajar codo a codo con Fernando y Ámbar. El resto de la semana no habíamos hablado, ni me dirigían la palabra, no era fácil trabajar con así en un lugar en el que no necesitaba hablar con ellos, menos lo sería cuando tuviéramos que organizar todo juntos. Samantha, la hija de Guillermo, estaba mejor y ya estaba en su casa, pero él seguía insistiéndome que fuera con él a visitarla. Poseidón le tenía muchos celos.
Nada más llegar al lugar del evento, Fernando se puso a la cabeza de los dos grupos, haciéndose el líder absoluto, no me molestó, porque yo no estaba de ánimo para nada. No quería estar en ese lugar. No quería trabajar y Poseidón no había hecho acto de presencia desde la mañana, cuando tuvimos nuestra charla matinal, después de eso, no se había pronunciado. Yo esperaba que hiciera algo para evitarme ese compromiso... pero nada. Eso era lo que más molesta me tenía. Y Guillermo notó mi desagrado. Me llevó un vaso de bebida donde estaba yo ordenando los folletos que entregaríamos y repartiéndolo entre los vendedores.
―¿Qué pasa, Rebeca? ―me preguntó en voz baja.
―Nada ―contesté de mal modo.
―Vamos, es porque tienes que trabajar con Fernando, ¿verdad?
―No me siento cómoda, está demasiado tenso el ambiente.
―Con esa actitud, difícilmente vas a poder vender algo.
―Tú sabes que yo trabajo sola, no me gusta trabajar en grupo.
―Lo sé y lo siento, si hubiera sabido que iba a ser tan difícil para ti, te hubiese dejado fuera, no quiero que estés mal. ―Al decir aquello se acercó a mí y tomó mi mano, mi collar se apretó levemente, lo sentí extraño―. Si quieres yo puedo seguir con eso y tú te vas a casa, no quiero que estés aquí si no estás cómoda, veo cómo te mira Fernando, en este mismo momento, parece hervir su sangre. Y Ámbar, para qué decir. Yo entiendo lo que pasa con Fernando, no quiere perder a una chica tan hermosa, pero supuse que el problema con Ámbar sería algo pasajero, pero no ha sido así.
―No, no es algo tan complicado, pero con ella no quiero arreglar nada. Prefiero que sea así…
―¿Tanto te molestó lo que hizo?
Instintivamente, me toqué el collar, no quería que se metieran con él, Poseidón era algo mío. Por más que su mamá hubiese tenido “algo” con él. Para mí, eso pertenecía al pasado. No quería que me siguiera molestando No quería saber nada del pasado de mi pez.
Acaricié el collar que parecía más seco de lo normal.
―Rebeca… ―Miré a Fernando que se había acercado a nosotros con unas carpetas en las manos.
―Dime ―contesté más parca de lo que pretendía.
―Voy con el primer grupo, ¿te quedas aquí a recibir las llamadas para las confirmaciones de los clientes?
―Ya ―accedí de buena gana.
―Ámbar irá con el otro grupo. Yo voy hacia arriba, que es más peligroso y Ámbar se irá por la avenida. Como se ve que no andas bien, será mejor que te quedes a manejar la base de datos. ¿Te parece?
―Está bien.
Fernando asintió con la cabeza sin dejar de mirarme. Sólo quitó su mirada de mi cara para mirar a Guillermo con molestia en sus ojos.
―Me voy, te llamo ―dijo antes de llamar a los miembros de su grupo y caminar calle arriba.
―Yo también me voy ―dijo Ámbar―. Suerte la tuya que no vas a tener que cansarte ―murmuró justo antes de irse.
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Una Tarde Especial
FantasíaFantasía y Romance. Dioses mitológicos, sirenas y humanos se mezclarán en esta historia de amor donde el amor sobrevive por los siglos de los siglos... Portada: Muelle del Faro del Mall Antofagasta Karolina Asgard Disponible también...