Capítulo 16: Peligro

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"Podría quedarme aquí en tanto ella se quedara conmigo. El tiempo pasa, las cosas cambian y en ocasiones nos damos cuenta de que nuestra casa no está en el castillo más poderoso sino en el lugar donde nos sentimos seguros".- Bastian

Lena

Me cubro la boca con la mano para no gritar más alto y tomo una respiración profunda antes de comenzar a correr detrás de lo que sea que se ha llevado a este chico.

Cuando llegamos a la Tierra Eterna hace unos meses las cinco éramos las indefensas Princesas que descubrían un mundo nuevo y parecían un poco atolondradas y perdidas en él. Pero hoy son más las situaciones en las que los experimentados Príncipes requieren de nosotras que a la inversa. ¿Conclusión? Naren es, como he dicho un centenar de veces, un ostentoso e irritante grano en el trasero del que no te puedes deshacer ni aunque lo intentes con toda tu fuerza.

Utilizo mi velocidad para adelantarme a ellos y cuando lo hago me desvío un poco a la derecha para que los árboles me cubran mientras continúo mi recorrido de forma sigilosa.

La bestia que tiene a Naren es enorme, desagradable y apestosa. Puedo jurar que una gruesa capa de moho cubre su cuerpo y que el hedor que deja a su paso podría tumbar a más de uno, incluyéndome a mí si no estuviese tan malditamente nerviosa por rescatar a este imbécil antes de que algo peor ocurra.

Según lo poco que me informé durante mi estadía en la Tierra Eterna, este intento de espécimen es lo que se conoce como Troll: tamaño imponente, harapos cubriéndole la parte baja, piel grisácea casi verdosa y un enorme tronco que le sirve de bate cuando quiere golpear algo. Lo cierto por sobre todo esto es que es bastante temible y espeluznante.

Acorto la distancia que me separa de ellos y me interpongo ante el paso de la bestia, que apenas me nota se detiene y me contempla fijamente, analizándome de pies a cabeza y produciéndome un ligero escalofrío en todo el cuerpo.

-¡Apártate, Princesa!- exclama en un tono gutural e intento plantarme más firme en la tierra

-¡Déjalo ir!- le respondo tan audazmente como puedo y entonces se estira y deposita a Naren en el suelo, que permanece inmóvil sin abrir los ojos

-Despídete, Princesa- insiste la criatura y me acerco al cuerpo inmóvil, pidiendo a cuanta entidad celestial exista para que siga con vida

Entonces noto cómo abre ligeramente los ojos y me observa, dirigiéndome un guiño que apenas yo puedo notar. Me inclino a su lado para lo que espero que sea una falsa despedida y él se inclina un poco hacia adelante, acercándose a mi oído.

-Tienes pocos segundos- advierte- Ve a las copas de los árboles y derríbalas con toda tu fuerza. La luz es su debilidad.

Y ahí está el punto principal por el cual los muy malnacidos nos llevan ventaja en casi todas las oportunidades. Nosotras podremos conocer por fuera la historia de la Tierra Eterna y sus habitantes, pero ellos siempre serán los que lleven la delantera en conocer la interna, el corazón de ese lugar.

Me alejo de él a paso lento y entonces, cuando me encuentro nuevamente enfrente a la bestia, corro a un lado y trepo uno de los altísimos árboles con una facilidad impresionante, jamás vista. Cuando llego a lo alto, utilizo mi fuerza para arrancar las ramas más tupidas y arrojarlas al suelo, mientras veo cómo la luz se filtra por encima de los árboles y ataca directamente a la criatura, que comienza lentamente a tambalearse.

Repito el mismo procedimiento en unos cinco árboles con un récord de tiempo increíble y entonces regreso abajo, ayudando a Naren a incorporarse y aceptando su oferta de tomarle la mano mientras ambos corremos a toda velocidad fuera del bosque.

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