Lo que ha pasado, era inevitable. Como cuando un momento feliz de tu vida termina y no puedes volver a él. Sientes tristeza. Quieres volver y aferrarte a ese recuerdo y guardarlo por siempre. Quieres seguir abrazando los sentimientos que te provocó. Quieres seguir sintiéndolo. Pero no puedes. Ese momento se ha escapado y tú sólo puedes escuchar las voces de tu cabeza. "Lo has hecho, le has matado". "Todo es culpa tuya". "Ya no puedes escapar". Te sientes inútil. Intentas luchar contra esas voces. Pero tienen razón, no puedes hacerlo. No puedes escapar de la realidad. Él ya se ha ido.
Siguen resonando en tu cabeza. "Tú le dejaste ir". "No tuviste el valor suficiente para contárselo, cobarde". En parte tienen razón. Lo has hecho. Tú has provocado que se fuera. Tú eres el culpable de que ahora esté tirado en el suelo sin movimiento, sin vida. Perdiste el control. Pero no fue culpa tuya. Esas voces te controlan, mueven tu vida. Te han hecho perder los estribos más de una vez. Dices que acabarás con ellas, pero no lo haces. Tampoco pediste ayuda. Quisiste ocultarle tu problema. No querías que pensara que estabas loco. Que se alejara de ti. Que te abandonara. Tenías miedo, miedo a que te abandonase. Le ocultaste tu secreto por miedo a perderle, y ahora lo has perdido.
Miras al suelo sin saber qué hacer. Por un lado, ves a tu amigo tirado, sin vida. Con múltiples moratones en su cuerpo y una gran herida en el pecho.
Por el otro, ves los trozos de cristal ensangrentados, junto a quien solía ser tu mejor amigo. Tu único amigo de verdad.
Y luego estás tú, sentado junto a la ventana, mientras intentas calmarte. Tu respiración se agita cada vez más. No eras tú el que peleaba, no fuiste quien le mato. Te intentas convencer de que es un mal sueño. Pero no puedes despertarte, y te das cuenta de que es una realidad.Tu respiración se acelera aún más. Las voces se hacen más fuertes. Estás sumido en una lucha interna. Sientes que te arden los pulmones, tu cabeza está a punto de estallar. Están llamando a la puerta, han oído los gritos. Pero no vas a abrir. No vas a dejar que nadie piense que eres un asesino. Pero, ¿y si lo eres? Él no tenia la culpa de tu egoísmo. Lo querías sólo para ti y ahora no es de nadie. No, no vale la pena que llores ahora. El pecado está hecho.
Le observas por última vez, y lo recuerdas. El momento en que todo pasó. En el que asesinaste a tu mejor amigo. Ese mismo recuerdo es el que pasa por tu cabeza antes de caer al suelo. Ya no puedes oír bien y apenas puedes ver, pero escuchas como se abre la puerta. Una persona intenta que te reanimes. Giras la cabeza por última vez, miras el rostro sin vida de tu amigo. Y entonces, dejas caer tus últimas palabras en este mundo:
-Lo siento.
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Esquizofrenia
Short Story¿Qué ocurre cuándo las voces de tu cabeza acaban tomando el control sobre ti? ... Mi primera historia, un microrrelato. No hay mucho más que decir.