¿Baseball? ¿Taekwondo?

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Jihoon bufa por quinta vez mientras mira por la ventana. En el asiento delantero su padre no deja de hablar sobre sus momentos de oro en el equipo de la ciudad cuando era más joven, sin darse cuenta de que él en verdad no le está poniendo cuidado muy concentrado en la música que resuena en sus oídos a través de los audífonos de su celular. Estaban en camino a un polideportivo de la ciudad, su padre lo había inscrito en un equipo de béisbol para seguir con la tradición, su abuelo había estado en el equipo de béisbol de la ciudad, su padre también había sido miembro y ahora era su turno.

Y el colmo era que a él ni siquiera le gustaba el béisbol, de hecho no le gustaba ningún tipo de deporte. Ese tipo de coordinación mano-ojo no era lo suyo y ni hablemos sobre correr. Siempre lograba arreglárselas para saltarse las clases de educación física, incluso tenía un permiso firmado por su tío doctor —El padre de SoonYoung— que decía que era asmático y no podía hacer ese tipo de actividades. Pero obviamente su progenitor ignoraba ese tipo de datos.

—Ya llegamos. —Canturreó su padre palmeando el volante y mirándolo por el retrovisor con una sonrisa—. ¿Estás listo?

Jihoon quiere decir que no pero en su lugar asiente lentamente mientras mira el cartel que pone: "Polideportivo Jjeoreo". Su padre se ha estacionado justo enfrente del edificio y desde allí puede ver como varios chicos y chicas de varias edades ingresan al lugar cargando con maletones parecidos al suyo. El muchacho se despega la música de sus orejas y guarda todo en sus bolsillos, resoplando mientras se concentra en pensar que será sólo por ese día, si se las ha arreglado por 13 años para no hacer Educación Física —Bueno, 13 años no porque cuando se es niño, esa clase es lo mejor del mundo y él eventualmente fue un crío que adoraba correr—, se las arreglará para no asistir más a ese estúpido equipo.

—Tu madre pasará por ti a las seis, recuerda que lo primero es la diversión.

El castaño piensa que su padre lo trata como un niño y aunque él recién ha dejado de serlo —apenas cumplió trece el mes pasado— opina que el hombre debería empezar a tratarlo de manera más madura, Jihoon ya es —a palabras de su madre— un hombrecito. Tal vez es por eso que prefiere pasar tiempo con ella, aún cuando su padrastro es insoportable no se queja, él y su hermano Chan pudieron haberlas visto peor con el divorcio de sus procreadores y el acuerdo parental les funciona bien a todos.

—Te veo el lunes. —se despide Jihoon y sale del Aveo de su padre.

Es lo normal que al ser nuevo todos ahí se le queden mirando pero él ya está acostumbrado porque, Jihoon es muy pequeño para su edad, en verdad parece niño de pre-escolar. El estúpido uniforme de béisbol le queda grande y el maletón donde está el bate y todas las otras cosas que necesita parece llevarlo a él en lugar de ser él quien lleva el maletón. Entonces es casi como si fuera una especie de entretenimiento ambulante porque cuando lo ven, los otros no pueden evitar reprimir una risa. Jihoon vuelve a bufar y sólo se concentra en arrastrar el maletón hasta el estadio de béisbol del lugar —que es horriblemente grande por cierto— porque mientras más rápido comience, mas rápido va a terminar.

—¡Eh! ¡Jihoon!... Hola.

El castaño rueda los ojos porque su suerte no puede ser mas mala. El fastidioso Lee SeokMin está frente a él, sonriendo bobamente como sólo él lo sabe hacer y vistiendo el uniforme del equipo de fútbol. De todos los polideportivos de Seúl, SeokMin tenía que practicar fútbol en Jjeoreo. Perfecto.

—Sigo siendo mayor que tú mocoso insolente. —gruñe Jihoon cuando SeokMin no se va.

—Eh... No me acostumbro a decirte hyung, es que eres tan pequeño. —el muchacho rasca su nuca incómodo—. ¿Y qué haces aquí?

Maybe it's not so bad ➳ JicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora