Capítulo XLIV: De héroe a víctima

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Londres, Inglaterra. 26 de octubre de 2011.

Nunca había habido un mes tan lluvioso, probablemente, desde la gran inundación de 1984. Claro, Eleanor no la recordaba porque aún no había nacido.

Ahora llovía tanto que parecía que el Támesis, esa enorme serpiente llena de agua que zurcaba la ciudad entera, se desbordaría. Eleanor sacudió su cabello cobrizo, plegó su mojado paraguas y buscó a tientas en su impermeable las llaves del inmueble. La casa John Dodgson albergaba 160 alumnos en habitaciones sencillas, el inmueble les facilitaba cocinas compartidas, computadora e internet en cada habitación, un centro de cómputo común, sala de televisión y una lavandería.

Eleanor amaba el University College London. Bastante.

Aún recordaba el haberle dicho a su madre que quería ingresar, estudiar el origen del hombre y la historia de su desenvolvimiento en la sociedad, su relación con el mundo material y sus vastas prácticas sociales y manifestaciones culturales.

–¿Para qué, Eleanor? –Le preguntó su madre, la adorable Rita. –Si el mundo necesita cada vez más ingenieros. Además... tú nunca te has desenvuelto con los demás.

Lo que la adorable Rita no sabía era que Eleanor tenía unos cuantos amigos. Por internet, pero amigos al fin y al cabo.

Para su madre, Rita, no contaban si no eran en la vida real. Para Eleanor, André, Hikki y Paulo eran lo único que necesitaba para poder socializar y por supuesto, para no perder la razón.

Eran quienes la leían, quienes le llamaban por teléfono o computador y con esto, la procuraban, la cuidaban, la querían.

Su corazón estaba dividido en tres, distribuido en diversas partes del mundo.

Rita siempre había intentado que Eleanor se relacionara más con los demás de manera fallida. Su hija alegaba que no cualquiera podía comprenderla. La mujer madura -de largo cabello oscuro, muy ondulado y pesado, ya con algunas hebras plateadas -sospechó que quizás su hija tenía aún estragos de su adolescencia.

Lo que ella no sospechaba era que Eleanor en el fondo era distinta a los demás.

Lo que ella no sospechaba era que Eleanor era dos en una, por decirlo de alguna manera.

Cuando ella era más joven y estaba sola, o mejor dicho, cuando se sentía en confianza, una figura etérea parecía salir de su espalda: una criatura humanoide, esbelta como Eleanor, con una especie de traje de buceo lila con formas tribales rosas por todo su cuerpo. Incluso el rostro de la figura era misterioso: sus facciones no parecían formarse bien y sólo eran distinguibles sus ojos, grandes y verdes pero semejantes a un cristal facetado, lleno de hexágonos. En los hombros lucía un par de hombreras cromadas, brillantes, donde Eleanor podía verse reflejada y su cabeza estaba finalmente coronada por un yelmo enorme, semejante al de Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, de la civilización, la estrategia, las artes, la justicia y la habilidad.

Eleanor sabía que era parte de ella pero... ¿qué era? ¿Un fantasma? ¿Su ángel guardián? No le provocaba temor, debía ser una especie de espíritu protector o algo por el estilo. Eso o definitivamente se estaba volviendo loca.

Y un día, el día que su adolescencia comenzó, una sensación de ansia llenó su pecho con aire caliente. A veces no sabía si hacía demasiado calor -imposible: vivía en pleno Londres -o si tanto ruido y cambios en su cuerpo le volaban la mente. Eleanor se giró en la cama e intentó tomar una siesta abrazándose a una almohada. Estuvo a punto de logarlo cuando vio al ente aparecer de pie junto a la cama, mirándola con atención.

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora