Capítulo siete.

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ALI POV:

Mientras intento salir de esa casa, voy soltando pestes en el interior de mi mente. ¿Este tío será gilipollas? Desde luego que la inteligencia la tendrá muy desarrollada pero lo que es el sentido común...Ahí le falta más de un hervor. Estudio medicina por favor, soy compañera de piso de una narcotraficante, P-O-R-F-A-V-O-R. ¿Qué narices me puede enseñar ese mindundi?

Una risita se me escapa al imaginarle cabreado por no haber podido conmigo y cuando comienzo a bajar los escalones del porche Jackson, la puerta vuelve a abrirse.

—Ali —suspiro al distinguir que no es Nathan y encantada me doy la vuelta. Es Eric—, puedo llevarte, si quieres...

Ahora a la luz, no sabría decir si sus ojos son verdes o más azulados, pero el caso es que es tanto o más guapo que su hermano y además...taaaaan mono.

—No te preocupes, Eric —río coqueta y él levanta la comisura de su labio—. Sabes que he traído mi coche.

—Vaya, no ha colado.

Río de manera absurda y me doy la vuelta para continuar mi camino, pero entonces, vuelvo a oírle:

—¡Ali, espera! —en el último escalón doy la vuelta y él se acerca a mí— ¿No querrás ir manchada a ver a ese chico, no?

Me extraño. ¿Qué está diciendo?. Y cuando le veo avanzar de nuevo a mi posición, sigo extrañada un rato más. Una vez llega, pasa uno de sus dedos por mi boca y retira lo que al parecer, es chocolate. Lo hace de una manera tan sensual, que por un momento siento que voy a tambalear y caer escalones abajo, pero no, mi equilibrio juega en mi equipo y resisto. ¡Qué sexy es este tío! Pero...Ay Dios, ¿todo el rato que he estado con Nathan llevaba la mancha? ¡Qué vergüenza!

—Gracias —musito cortada—, ahora me voy.

Giro de nuevo y una vez más, el me frena.

—Al menos déjame que te invite ésta noche a cenar, ¿qué me dices?

Qué vergüenza, yo con los bigotes de conejita y él invitándome a cenar. ¿Es mono o no es mono? ¡Es monísimo! Aunque a pesar de ello, dudo. Lo último que yo quiero en este mundo es coquetear con miembros de ésta familia, más que nada, porque el hermano mediano es un patán, grosero y tocapelotas de los que ya no quedan. Sin embargo, cuando Eric me anima con su penetrante mirada a decir que sí, finalmente acepto. Como una boba y sonriendo, asiento un par de veces y sin nada más que decir, por fin me deja marchar.

Camino hacia el coche más avergonzada que en mi vida, porque si la marca de chocolate la he tenido todo el santo día delante de ese cretino, ahora estará desternillándose de mi. Por Dios, qué ilusa soy pensando que le había callado la boca, con esa escenita tiene para un mes de burla, qué digo un mes, ¡un año al menos!. Niego con la cabeza un par de veces para intentar olvidarme y tiro del manillar de la puerta. La abro. Cuando me siento dentro, programo el GPS con la dirección de Scott y acoplo el móvil en su soporte por si acaso me entra alguna llamada. Justo al arrancar, un mensaje suena en el altavoz y yo, que soy un poco torpe para manejar la centralita de mi propio coche, consigo finalmente abrirlo.

Mañana te quiero aquí a la misma hora, y me da igual con quien cenes ésta noche. Hay que terminar el contrato.

Ah, se me olvidaba, quítate el bigote.

Nathaniel Jackson

Mi mandíbula se cae tanto que casi la puedo sentir en el pecho. ¡Ya sabía yo que con esto iba a tener para rato! Será sinvergüenza. ¿Qué hago? ¿Le contesto y le pongo a caer de un burro o paso de él? Probablemente la decisión más acertada y sensata, sería dejarle con las ganas de mi cabreo inmediato, pero cuando quiero darme cuenta, mis manos van a toda pastilla por el teclado del iphone y a penas tengo tiempo para reaccionar.

Quédate o dispara (DISPARA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora