Parte 47: El pasado.

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N/A: ¡Primer capítulo escrito por la Angela del presente! (para quienes no saben, todo lo anterior lo había escrito hace años, así que lo único que hacía era editarlo) ¡Esta parte es nueva! Espero les guste.

N/A 2: ¡14K! ¡MUERO! ¡GRACIAS A TODOS! 

Narra Angela:

El primer piso de hospital está oscuro, y es hasta aterrador. Doy un paso fuera del ascensor, encaminándome hacia la puerta principal de vidrio. No ha parado de llover, sino que, al contrario, los truenos de los rayos se hacen presentes.

«Qué mal momento» pienso acongojada.

La señora Daphne se quedó a dormir con su hijo, sin importarle que sea casi la una de la madrugada y esté lejos de casa. No se preocupó en dejarme dentro de un taxi ya que, simplemente, sigue creyendo que soy la culpable de todo.

«Tal vez lo soy»

Camino rápidamente con la cabeza gacha por el pasillo que me conduce a la calle. A paso atropellado, llego a fuera.

—Angela.

Giro mi cabeza para ver quién me llama. Con el ceño fruncido, boto humo de la boca.

—¿Qué haces tú aquí? —suelto.

—No iba a dejar que regreses sola a casa, van a ser las dos de la mañana.

—No quiero regresar contigo, Miguel.

Vuelvo a ver el camino, sintiendo una tremenda cantidad de gotas en la cabeza y en las lunas de mis lentes. Me sujeto con más fuerza de la delgada casaca de mezclilla.

—No puedes ir sola, no sabes la clase de gente que hay a esta hora en la calle.

—¡¿Y qué harás?! —lo encaro enojada—. ¡¿Golpearme?! ¡Hazlo, a ver si eres tan cobarde!

—No digas eso —niega con la cabeza.

—Tomaré un taxi. No me detengas.

Me alejo aún más de él, encaminándome hacia el paradero.

—No irás a ningún lado sin mí.

Siento cómo me jala del antebrazo fuertemente, así que giro a verlo a los ojos por tercera vez.

—¡Suéltame!

—Ven conmigo.

Comienza a llevarme a la camioneta negra a la fuerza.

—¡Que no! —logro liberarme de su agarre—. Ya he tenido suficiente de ti. Hoy mismo le diré a mi padre que te despida.

—Él me mando a recogerte, y estaba muy enfadado. Todo se pondrá peor si es que no regresas conmigo.

Frunzo el ceño una vez más, cuando de pronto el ensordecedor sonido de un rayo cerca, me asusta y provoca que de un salto.

—Ven, por favor. Mira cómo llueve, escucha los truenos —me contempla con ojos suplicantes—. No hablaremos, solo quiero que llegues sana y salva a la casa. Son órdenes de mi jefe, tu padre.

Aprieto los labios, formando una fina y dura línea. Mierda. Tengo que aceptar, porque sé que no me dejará tranquila y... tiene razón. Ya tendré que soportar sus reclamos por lo de Ethan, como para soportar estos.

Sin decir palabra alguna, me subo en el asiento trasero del auto, para no tener que estar junto a Miguel.

Él me sigue, subiendo en el lado del piloto y encendiendo el auto.

Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora