Disparos certeros

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¿Cuánto tiempo llevábamos haciendo esto?

Empezamos como cualquier otra pareja de nuestra edad, éramos mejores amigos, íbamos a todos lados siempre juntos, nos tomábamos de las manos para ir nuestras clases, me dejabas rosas en el casillero o aveces ibas a dejármelas en persona después de cada práctica de béisbol o de fútbol americano.

¿Entonces qué fue lo diferente? ¿Qué nos llevó a esto?

Ah... Si lo olvidaba, ambos somos chicos y teníamos 11 años, no eras tú el que estaba en aquellas prácticas, era yo el que después de cada partido corría a las gradas a ocultar mi rostro en tu pecho, y según los adultos no sabíamos lo que hacíamos.

Después de la muerte de mi madre mi padre no supo qué decir al respecto si debía apoyarme o simplemente pensar que era una etapa, para nuestra suerte el confió en mis palabras y no dejo de confiar en nuestros sentimientos... tus padres del otro lado de la moneda pensaron que yo era solo un capricho tuyo, demostrar que podías conquistar a quien se te diera la puta gana, sin importar que fuera hombre o mujer; como si fuera una prueba de tu hombría; pero los años pasaron y nada cambió, seguíamos juntos, lanzamos la moneda apostando a enfrentar todos los problemas a la cara y funciono.

Claro que todos se preguntaban qué demonios nos había unido de esa manera, por qué éramos demasiado unidos inclusive para una relación apasionada de adolescentes; yo me hice el líder del equipo de béisbol en la secundaria... Y claro el capitán del equipo de americano, me gustaba apuntar alto... Quería ir a las ligas mayores de béisbol en New York y era el mejor jugador de la ciudad pero tenía mi punto débil; tú.

Cuando me veías jugar parecía un demonio, arrasaba con todo a mi paso así jugara como pitcher o bateador, no importaba siempre daba lo mejor de mí para que tal como yo me sentía orgulloso de mí mismo tú te sintieras orgulloso de mi... Pero no fuera el caso contrario. Si nos peleábamos, jugaba del asco, mi concentración era nula hasta que aparecieras en las gradas o el palco y decidieras verme.

Te necesitaba ahí, yo ya dependía de ti.

Y tú...

Tú eras el sueño de cualquier chica, alguien culto, un amante apasionado de la lectura tanto dramas, novelas obras teatrales, fantasía ¡hasta trabajos de tesis! ¡Devorabas cada libro y partitura que estuviera a tu alcance!, eras partidario de los derechos de los animales, en peligro de extinción o exóticos, un tiempo pensaste seriamente ser vegetariano, pero admítelo, amabas demasiado la carne como para hacer eso, eras un excelente estudiante, con metas altas, anhelabas con mucha fuerza ser un músico profesional; un cantautor para ser exactos, deseabas que tu música cambiara mentes, abriera nuevos horizontes y empezaste componiendo canciones de rock alternativo para eventos escolares demasiado blandas para ser rock y muy rudas para ser pop... Como dije, eras el sueño de toda chica, podías tener a cualquiera a tus pies.

Sin embargo estabas conmigo, ambos viviendo en mundos completamente diferentes, eso estaba claro desde el inicio, pero aún así estábamos juntos, nos amábamos y disfrutábamos nuestra mutua compañía.

Habíamos acertado al lanzar el dardo justo en el centro de la diana al enamorarnos, simplemente éramos la pareja perfecta.

Cuando pasamos a la preparatoria ... Dios... Aún recuerdo cómo nos miraban los de grados mayores, ¡éramos los maricas del colegio! Conseguimos que nos dejaran en las clases al mismo horario, solo para estar listos ante las burlas de los demás.

Y claro que no era por ti, rogaste que nos pusieran los mismos horarios por qué yo era un blanco fácil y tú alguien con quien nadie quería meterse; ¡tardaste poco en pelearte a golpes por defenderme del mariscal del campo!, ese día los dos terminamos en la enfermería por qué no planeaba dejarte solo contra tres sujetos y aunque yo quede fuera del equipo de fútbol americano, no me importó en lo absoluto, por qué habías estado a mi lado en uno de los peores momentos.

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