Capitulo I

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Brillaba el sol en una linda y cálida mañana en el pueblo, los pájaros cantaban una hermosa melodía que llegaban delicadamente hasta mis oídos, y los arboles hacían una especie de baile con sus hojas al viento. Yo disfrutaba todo aquel paisaje, me gustaba tanto la perfección de la naturaleza, y sobre todo lo que esta era capaz de crear.

Como de costumbre le rogaba a mi madre para que me hablara sobre mi protector, aquel hombre invisible ante mis ojos, el cual me cuidaba día y noche, aquel que no permitía que nada ni nadie me hiciera daño, sobre todo aquel que velaba mis sueños.

Estaba tan interesada en conocerlo, pero como decía mi madre esto no era permitido por ningún consejo para ninguna bruja blanca, si algún día llegase a pasar que nosotros nos veamos se alteraría el orden en la naturaleza y algo malo podía pasar. Pero para mí todo esto que ella me contaba eran patrañas para que dejase el interés que había nacido en mí.

Existen dos clanes que rigen absolutamente todo sobre los que poseen magia. El primero llamado los Menturys, se encargaban de proteger la magia negra, mientras que los Alvators protegían la magia blanca. Estos dos clanes no son amigos, pero hicieron un pacto en el cual mantendrían un orden cósmico y ninguno de los dos se harían daño, y sobre todo no mantendría ningún contacto. Si uno de esto rompiese ese pacto el otro tenía todo el derecho a ejercer la venganza, esto se ha mantenido así durante unos 300 año.

-Anda madre! Por favor ya dime de donde proviene mi guardián, porque no podemos conocernos, mira que no creo en nada de eso que dices-Seguía insistiendo, pero mi madre no quería soltar prenda ante mi insistencia.

-Ya basta Gennevieve! no entiendo a qué se debe tanta insistencia, mejor concéntrate en tu cumpleaños, en unas semanas ya vas a cumplir los 20 y tendrás que irte con tu tía Margaret a entrenar para controlar los nuevos poderes que se te serán dados, mira que eso no es cualquier cosa, si caes en manos equivocada sería desastroso, por eso debes de aprender a defenderte-Bufo enojada.

-Madre ya sabes que no quiero ir-Dije algo desanimada

-No es si quiere Gen y lo sabes. Es la tradición-Repuso

-Te puedo hacer una pregunta madre? -Dije obviando su respuesta anterior y aun insistiendo en el tema anterior. Mi guardián.

-Si dime-Contesto

-Si la bruja que el guardián tiene que proteger muere. ¿Qué le pasa al él? -Dije intrigada.

-Calma hija. eso nunca pasa, él tiene bastantes poderes para no dejar que muera su protegida. Así que no te preocupes, tu llegaras sana a tu cumpleaños número 20.

Según lo que mi madre dice, se le asigna un guardián a cada heredero desde que nace hasta que este aprende a controlar sus poderes, que son una bomba de tiempo en manos equivocadas, este los cuida para que nada le pase, pues muchos intentan hacerle daño para que ese poder no se dé, o llevarse al heredero para aprovecharse de sus poderes.

No sé por qué tenía esa sensación tan extraña cada que pensaba en mi protector, es como una necesidad indescriptible de conocerlo, me parecía tan fuera de lo normal, que quizás me iba a volver loca si no hacía algo al respecto. No tenía amigos así que los consejos sabios que pediría saldrían de mi cabeza. Fui directo a la biblioteca después de la conversación que tuve con Elena mi madre, a veces usaba llamarla por su nombre y otras no.

La biblioteca casi siempre estaba cerrada con llave, pero no un tipo de llave cualquiera, mi madre la cerraba con un conjuro preparado por ella misma, el cual ella creía que no me sabia. Un día la aseché y me lo aprendí, así que no me fue nada difícil entrar, puse mis dedos en la cerradura dije unas palabras en voz baja y abrió.

Esta era amplia, con enormes paredes llenas de libros, y muchos pergaminos bastante viejos. Sin que nadie se diese cuenta de mi presencia, fui revisando bloque por bloque la biblioteca, buscando algo que me ayudase para cumplir aquello que no me dejaba tranquila, conocer a mi protector.

Después de horas allí sentada buscando algo que me sirviera, encontré un viejo pergamino de hacía unos 200 años que hacía referencia sobre el tema, me lo escondí en la ropa y Salí de la biblioteca, por suerte mi madre no me había cachado allí, o si no me la armaba fuerte.

Tirada en mi cama empecé con la lectura del pergamino, este estaba escrito en francés, no es que era buenísima en ese idioma, pero pues entendía un poco. Decía que el guardián se revelaba ante su protegida cuando esta estaba dando los últimos latidos de su corazón. pero no era para nada fácil de lograr, claro sin que yo muriera en el proceso. También decía que este no dejaba que su protegido se quitara la vida, que el actuaba, pero sin que él o ella lo pudiera ver, que, aunque este no podía anticipar el futuro o leer mentes, se guiaba con lo que su protegido estuviese haciendo.

Después de leer aquello me llego a la mente un libro de conjuros que tenía en el cajón de mi habitación, allí podía encontrar uno para fingir mi muerte, pero sin que él se diese cuenta de lo que iba a hacer.

Así que primero me bloquee, esto servía para que el no pudiese verme ni sentirme por un buen rato, aunque el conjuro no era muy poderoso, así que solo me daría unos minutos hasta que el pudiese romperlo, en lo que intentaba hacer lo que me haya propuesto. Bloquearme no era para nada difícil, solo tenía que concentrarme y decir una palabra y listo. Ya estaba hecho.

El segundo paso era el más difícil, necesitaba de una concentración tremenda y pues de un gran poder, los cuales aún no se me habían desarrollado hasta cumplir mis 20, pero haría todo lo necesario para conocerlo a él. Según lo que decía el libro el hechizo solo duraba 5 minutos, así que si en 5 minutos no apareciera todo seria de balde.

-Olas del mar cuan nunca estallar

vengan a mí, a mi humilde hogar

ayúdenme para poder lograr

en mi vida mi muerte poder simular

Este fue el hechizo leído del libro, al inicio no sentí nada diferente, pensé que aquellas rimas leídas se las había llevado el viento, o que había hecho algo mal y por eso no me funciono. Luego de unos largos segundos sentía mi cuerpo algo extraño, no podía mover ni mis piernas ni mis brazos, y me dolía bastante el estómago, sentía unas punzadas que invadían todo mi cuerpo, y como algo abrasaba mi corazón y no me dejaba respirar, en este momento me estaba arrepintiendo de haber leído aquel estúpido hechizo.

Podía sentir como mi alma abandonaba mi cuerpo lentamente, me desvanecía en el aire y perdía toda noción del tiempo, se supone que este hechizo duraría 5 minutos y creo que ya han pasado unos tres.

Cuando mis ojos estaban a punto de cerrarse, mi cuarto empezó a llenarse de una especie de humo negro, todo aquello estaba oscuro y yo esperando con ansias la llegada de él. Dentro de aquel humo negro emergió aquella figura, la cual aún no le podía ver la cara, su cuerpo era duro como roble, un chico alto con un estomago bastante marcado y unas enormes alas negras. Estaba vestido con unos vaqueros negros y unas botas del mismo color, su pecho estaba decorado con una chaqueta de cuero igualmente negra.

Se fue acercando a mí a pasos lentos y al fin pude ver su cara antes de que mis ojos se cerraran.

Analice las facciones de su rostro, sus enormes ojos azules, sus labios rosados tan delgados y su pelo lacio y rubio. Todo él era perfección. Su creador se había esmerado en su procreación.

Y al fin Cerré mis ojos. Mi cabeza se desvaneció con aquella imagen tan celestial que podía haber visto jamás.

ޱC9

Guardian De La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora