Sentirás... Como si viajaras a un hermoso lugar

523 70 15
                                    

Azusa... Muchas veces me he preguntado, por qué el mundo es tan injusto ¿Por qué Dios una noche dejó de ayudarme?

En mis momentos más dolorosos, por qué me dio tan hermoso ángel para luego arrebatarlo de mis manos.
Una noche, me sentí como una moneda que se desliza por las paredes a paso lento, cuando de pequeña conocí las verdades del mundo.

Que los hombres violan, las mujeres traicionan, las personas buenas existen pero, están destinadas a vivir los peores momentos. Que las personas malas al menos hoy día no serán vengadas.

A mis 16 años, conocí a un hombre. Pensé él era un destinado y yo podría ser su manta, cuando este necesitara un descanso. Le regalé mi corazón, cuerpo y alma.

Así, como todas las sorpresas un día deben ser reveladas. Te formaste en mi vientre.

En un tiempo donde ese hombre aún sonreía y vivía, como si fuera el último.

Una tarde, mi corazón se aceleró, mucho más que en otras ocasiones; sudaba y sentía ansiedad... Todo sentir se calmó, al ver un pequeño bebé, tan pequeño y bonito.

Con cortos cabellos verdosos y una piel tan blanca, verlo era como tener un encuentro con la misma luna.

Fue mi primer amor, más real que cualquier otro. Al sostenerlo en mis brazos y escuchar su llanto, supe que jamás querría soltarlo, nunca podría dejarlo y mi mayor bendición sería generar su sonrisa.

¿Quién pensaría que... Tan temprano, me arrebatarian tan bello regalo? Empezando todo con noches de alcohol y lágrimas.

Tu padre tal vez nunca fue el mejor de todos, sin embargo, lo amé... Tanto como a ti.

Al recibir el primer golpe, pensé merecerlo por vivir de ilusiones.

Al igual que el segundo, tercero y cuarto...

Pensé merecía esas noches bruscas, donde mi cuerpo se llenaba de moretones y rasguños.
La perfección no existe, no existirá de todos modos...

A pesar de todo ese dolor, tú eras mi manto Azusa, lo notaba al observar tus pequeñas pestañas en esos grandes ojos. Esos zafiro que podían ser tal cual mis puertas al cielo, lo más hermoso que he visto.

Aún recuerdo la inocencia de tu mirar, la dulzura que me transmitían tus ojos, el amor que estos siempre me brindaban.

Me veía incapaz de hacerte cuestionar el por qué papá ya no estaría en tu vida, más una noche él llegó con su destrozada alma a quebrar otra que no era la mía y eso no lo permitiría.

No sé si nuestra historia estuvo siempre escrita de ese modo, de ser así alguna vez te habría dibujado y tal vez, hoy no me costaría tanto recordar cada uno de tus rasgos.

No pensé en que nuestra huída, fuera a ser la peor de todas. Que te soltaría por miedo a todo y caería, para la mañana siguiente despertar con un desconocido a mi lado...

Lo que mejor recuerdo de ti son tus ojos, la suavidad de tu piel... Tu primera sonrisa, esta sin dientes aún.

Mi ángel, espero que no te sorprenda mucho esta carta y la leas con detalle. Estoy dando mi vida para que esto te llegué... Necesitaba supieras que un día, estuve a tu lado que esta noche yo seré tu guardián y las siguientes también.

Te adoro Azusa, por favor. Cuida de ti, recuérdame.

Porqué hoy me marchare y volveré a ti, brindandote una suave respiración.

Esa que... Tanto nos hizo falta.

De: Flora.
Para: Azusa Mukami, mi ángel.

El llamado ángel, con ojos rojizos intentaba mantener la calma. Sintiendo como su corazón se marchitaba cada vez más rápido al observar con más detalle ese papel.

Tan viejo y sucio, las palabras escritas con sangre que estaba ya seca y el trazo que mientras más se aproximaba el final, más se arruinaba por el temblor al escribirlo.

Tantas preguntas que no podían ser aclaradas... No podía con todo esto, su madre. Le dolía tanto el ni siquiera poder imaginarla, no la recordaba, era tan pequeño.

Al no contenerse se acercó a esa antigua vitrina, donde se encontraba su colección de dagas que tanto llamaba amigas. En un impulso la tomó, dejandola caer y consiguiendo se destrozara quedando un desastre de madera y vidrios, las dagas esparcidas en algunos rincones.

Mientras observaba todo, quitaba sus vendas, dando algunos pasos para encontrarse ahora con su espejo.

Él se observaba con detalle, sintiendose desnudo al no tener sus vendajes. Las lágrimas ya no tenía como ocultarlas, no aguantaba todos esos años platicando con Justin y sus amigos lo habían destrozado.

Más de lo que ya estaba, era demasiado vulnerable.

Y por unos instantes, sintió como si se lo llevará el mar.

Al sentir esa suave brisa chocar con su cuerpo, era una suave respiración como si alguien lo abrazara.

Y observó de nuevo el espejo, sus ojos con más detalle y vio como en estos se reflejaban los de alguien más.

Sonrió, sin evitar decir: "Creo que eres mala jugando a las escondidas".

Marchar y volver [Azusa Mukami | Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora