-¿Taiga? - lo vio sobresaltarse y el individuo sonrió con suficiencia por ello. -¿Que haces aquí?
El joven volteo para responder, no mentía el médico lo había pillado in fraganti y aun más al usar su nombre para dirigirsele. Observó esa sonrisa lobuna de antaño conocida y, que seguía erizandole la piel aunque no quisiera.
Le dieron unas ganas impulsivas de borrar tal gesto, de esa cara morena, a puñetazos.
Prefirió controlarse.
-Vine a ver como se la arreglaban sin mi. - no era una falacia, ese motivo era una de las razones de su visita a la clínica.
Al final, Kagami le había tomado un inmenso cariño a su lugar de trabajo y no sólo por el jefe que tenía, su futuro esposo. Sino que también le gustaba atender a los pacientes, entrener a los niños y tenía que admitir que hablar de tonterías con Aomine era divertido.
-Estamos bastante bien. - el pelirrojo hizo una mueca. -Pero sin duda prefiero verte a tí todos los días que a la molesta de Satsuki.
El rostro del enfermero muto al color de su cabello. Acaso, ¿nunca iba a comprenderlo?
-Bueno, él también estaría más feliz y menos preocupado. - Aomine se masajeo el cuello, apenado. -¿Él sabe que estás aquí? - Kagami negó avergonzado. -Sin duda serás un Bakarima muy fastidioso.
-¡Cállate Ahomine! - aunque sólo jugaban, enserio se había sentido bien con ese apodo, pero también sintió algo de culpa por la mirada melancólica del moreno. Era un idiota pero, un idiota de buen corazón.
Si se hubieran reencontrado unos meses antes de que conociera a su ahora prometido, tal vez le hubiera correspondido el beso que le dio en aquella reunión de secundaria.
Pero él amaba a Midorima Shintarou, su jefe. Aquel que le dio la oportunidad de trabajar a su lado, después de que su sueño de ser bombero se viera truncado.
-Que maldita suerte la de Midorima. - exclamó sincero el peliazul como su leyera los pensamientos del enfermero.
-Gracias. - se escuchó a espaldas de ambos.
El médico de mirada esmeralda avanzó dónde su futuro esposo para besar su mejilla como saludo.
No era tonto, conocía el sentir de su compañero de profesión hacia su pelirrojo, así como también la amistad que este tenía con Aomine desde el secundario.
Él confiaba en Kagami, y aunque Aomine parecía el típico rompecorazones empedernido no lo era, así que ¿por qué arruinar su relación y el ambiente laboral que compartían?
-Deberías de reprenderlo. - sonrió con sinceridad mientras se iba de la pequeña sala de estar de la clínica. -No queremos que a él ni a la bebé, les pase algo.
Midorima acarició el vientre de siete meses y medio de Kagami. -Lo haré-nanodayo.
Al final lo que Kagami debía hacer era descansar y velar por la salud de su pequeña hija, ya luego regresaría a ser el perfecto asistente médico en el que se había convertido.
.
Midorima Shintarou podría ser la persona más estricta y llamativa que conocía, pero él lo aceptaba tal cual. Pues lo primero, le funcionaba en su profesión donde lo hacía ser uno de los más solicitado en la comunidad médica y lo segundo, bueno lo mantenía de buen humor. Siempre lo hacía reír verlo con el lucky ítem en su mano, sea lo que sea y del tamaño que fuere.
-Sabes, lo gracioso de ese enorme pulpo de peluche es que puedes justificarte diciendo que es para la bebé. - Midorima carraspeo con un sonrojo visible en su rostro. -¡Jajajaja ya lo habías pensado!
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"Buena fortuna."
FanfictionHay personas que se merecen la amable sonrisa de la buena fortuna. :) Midorima x Kagami. ❤ [ Secuela de: "Entre desgracias y la buena fortuna." ]