¿Cómo comenzar a escribir?

El fondo - El ambiente

¿Qué es el fondo de una historia? ¿Qué es la ambientación exactamente? ¿Es necesario?
Hay autores y críticos que sostienen que la ambientación de una historia o el fondo es más que nada relleno, relleno para hacer el libro más grande, relleno para no escribir una acción en tan solo una oración pero ¿qué es el fondo?

El fondo no es un relleno, no es un agregado extra hacia nuestra historia. El fondo, es el paradigma sobre el que gira o girará o giró nuestro personaje, son esas series de acontecimientos pasados, esos lugares que recorrió, esas caminatas que alguna vez hiso, esas charlas que alguna vez tubo, esas dudas existencias que crean, no solo un pasado, sino una personalidad y una forma determinada de pensar de ver el mundo. Para ser exactos el fondo de una historia es la aculturación a la que se ve sometido el personaje principal. Si el personaje viene de un desierto, si su tatarabuelo estuvo en un desierto y se cuenta es porque afectará en algún momento a las decisiones de nuestro personaje por más retorcido que suene esto. El fondo o el ambiente es algo que decidimos escribir no porque queramos hacer más completo el libro ni más detallista sino, porque gracias al fondo, los lectores pueden entender todo sobre lo que gira nuestro personaje, se puede dar cuenta que, como en muchas historias, todo gira en torno a él o, como otras, nada gira en torno a él, es una persona más en su mundo y no afecta en nada a los demás su muerte (en estos casos).

A la hora de hacer un fondo, tenemos que tener en cuenta quién relata. Si relata un relator omnisciente, si relata un personaje en primera persona, si relata un compañero del protagonista. El punto de vista siempre va a variar y sepan, que no existe un punto de vista neutro porque hasta el relator omnisciente plasma sus sentimientos cada vez que describe algo. Cada tipo de relator tiene por obligación y por encarnarse en su papel, en sus palabras, la de plasmar sus sentimientos. Inconscientemente o concientemente de que lo está haciendo, el escritor plasmara su forma de ser ya que el libro está abstrayendo parte de él. En un principio puede ser que probemos y solo plasmemos algo pequeño de nosotros pero ya, llegado un momento estaremos nosotros en el mismo libro y no nos daremos cuenta.

Un ejemplo de esto puede verse en mi libro «La conciencia de la locura»  cuando Edmundo, el protagonista y relator, describe en uno de los capítulos más bello de la historia, una sala teatral. Exactamente en el capítulo 18: Vida feliz, vida corta; vida triste, vida larga.

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Se movió lentamente arrastrando los pies sobre la alfombra marrón que atraviesa la mitad de los asientos de madera tallada con sus finos retoques pormenorizados, fijados al suelo con tornillos, estos oxidados provocan el no desacomodarse, las patas curvadas no se quiebran y resisten los pesos de los inquietos que les incomoda el brazo cuando intentan utilizar el apoyabrazos compartido con la silla de al lado.

Los cojín del asiento son del mismo color que los del respaldo. Algunas raspadas, cortadas, dejan escapar las bolitas de unicel; como granos de acero, tan pequeñas que son impresionantemente cómodas. No me extraña que este lugar sea tan recurrido y las migajas de pochoclos en el suelo no estén rancias ni duras, eso demuestra que es altamente frecuentado y las personas disfrutan ver el espectáculo. Que ni las voces de afueras ni los celulares suenan, que algún niño berrinchudo o adolescente perturbado viene y rompe los cojines de los asientos, raspando las fundas.

Con tinta de pluma escriben en perfecta letra cursiva sus nombres en los espaldares de los asientos de adelante, algunos con corazones expresan el querer, otros con garabatos demuestran su aburrimiento e inconformidad. Consecuente, los lijados tienden a volverse más propensos, la seguridad no tomará como arma una birome, una pluma o un lápiz y los dejan pasar. Pasan con sus cartucheras, con sus bolsos, con sus mochilas, con sus bolsillos y sus apuntes. Caminan hasta los asientos. La lona del escenario permanece cerrada y se habilitan los focos cuando los asientos se ocupan, la hora decae y la función comienza. El elegante se presenta, los focos apuntan a éste, da un breve discurso y quizás una voz serena explica lo que tratan de expresar. Los rumores se divulgan entre el público, las madres se enorgullecen sacando sus cámaras del bolso, el marido piensa en el trabajo, en otras cosas que debería estar haciendo, quizás hay hasta algunos que prestan atención a la obra. Detrás de la lona, a un costado del escenario, las maquilladoras empolvan a los actores, a los bailarines y hasta al director mismo. Los miembros de la orquesta se mantienen serenos bajo el escenario puliendo sus instrumentos, afinando guitarras, bajos, trombón y trompeta, la batuta del director de orquesta reluce como lingote de oro; y cuando las luces se apagan, la lona se abre, los bailarines salen y la batuta se posiciona a la altura de los ojos, apuntando hacia la izquierda y hacia el centro. En ese momento, en el que los suaves movimientos de la batuta emergen, la orquesta musicaliza melodeando el ambiente, el público cesa los mensajes por celular y luz que brille fuera del escenario es mal vista; sonido que suene sobre las sillas, es molesto.

Así de común debe ser ver una obra teatral, un baile de ballet o un concierto aquí.

Wayne sentado al frente de toda la primera fila, estirando los brazos. Cuchillo sobre la entrepierna. Prende un cigarro pese a su corta edad y se dispone a continuar su relato mientras exhala el humo de sus pulmones.

Ahora bien, hagamos un ejercicio.

Voy a poner varias imagenes, elijan una y ustedes le crearan su ambientación, le crearan un fondo, una utilidad si lo desean, plasmaran un sentimiento sobre ella, un pasado o un futuro, sin miedo a la verguenza.

1. ¿La pluma se desvanece en alas?

2. ¿Hacia donde puedes expandir, hacia donde puedes achicar tu mundo?

3. Una bella flor... ¿sobre qué?

4. ¿Desaparece o aparece?