Así he vivido, solo, sin nadie con quien poder charlar honestamente y compartir mi humor, hasta que un día en los terrenos nevados a las afueras de Snowdin tuve una avería, hace seis años. Algo en el motor se rompió, y como no viajaban conmigo pasajeros ni mecánicos, me dispuse a llevar a cabo yo solo una reparación difícil. Apenas tenía ketchup para unos ocho días.
El primer día dormí sobre la nieve a mil millas de toda tierra habitada. Estaba más aislado que las arañas en las ruinas. En tales circunstancias ya pueden imaginarse mi sorpresa cuándo al día siguiente, al despuntar el día, me despertó una simpática vocecita que me decía:
—Por favor... ¡Cuéntame un cuento!
—¿Eh?
—Cuéntame un cuento...
Flojamente me puse de pie, porque felizmente hubiese seguido durmiendo, pero no me creía que alguien anduviera en medio de la nada cómo yo. Era un hombrecito en verdad extraordinario que me miraba con gravedad. No parecía más que un niño; tenía el pelo castaño ligeramente largo y traía una chaqueta rayada, celeste y morada. También traía una varilla consigo. Claro, era mucho más hermoso de lo que acabo de describir, pero no se me da bien narrar. Esto porque mi carrera de comediante fue frustrada a muy temprana edad y por eso solo se contar un solo chiste.
A pesar de estar marginados en medio de un terreno de clima extremo, el niño no parecía perdido o extraviado, ni muerto de cansancio, ni hambriento, ni sediento, ni friolento. Cuando al fin me di el trabajo de hablar, dije:
—¿Qué haces por aquí, kiddo?
Él me repitió entonces, suavemente, como si se tratara de una cosa muy seria:
—Por favor, cuéntame un cuento...
Entonces me preparé para la narrativa cuando le advertí que sabía muy poco del tema y era el monstruo menos experimentado en ello.
—Eso no importa. Cuéntame un cuento.
Como yo no sabía contar cuentos, lo primero que se me ocurrió fue recitar mi más sabido chiste simple. Claro, gracioso para mí. Me miró seriamente y juré que reaccionaría como los demás, pero me sorprendí al oírlo responder entre risitas:
—No, tontito. Eso es un chiste. Es bueno, pero yo quiero un cuento...
Entonces, inspirado, le conté un cuento como los que le solía contar a mi hermano antes de dormir, de vuelta en Snowdin.
—No sé, ese tiene mucho drama. Cuéntame otro.
De nuevo intenté, esta vez con uno diferente.
—Fíjate bien, ese rima. No es un cuento, es un poema.
Entonces rehice mi cuento, pero lo rechazó al igual que los anteriores. Entonces se agotó mi paciencia, y como quería volver a echarme un sueñito, se me ocurrió una brillante idea.
—Érase una vez un libro que tenía el cuento perfecto.
Me sorprendí al ver el rostro de mi pequeño juez iluminarse.
—Me encanta esa historia. Tiene la perfecta cantidad de todo, y ¡Oh! El misterio es increíble...
—¿Tú lo crees?
—Por supuesto.
Y fue así como conocí a Frisk.
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(Cancelada) Le Petit Frisk [Flowisk/Sanrisk] Undertale
FanfictionUn fanfic de Undertale de las parejas: Sanrisk (Sans x Frisk) y Flowisk (Flowey x Frisk); basado en el clásico de Antoine De Saint-Exupéry. Flowey, la rosa. Sans, el aviador. Frisk, nuestro querido principito. Y muchos personajes más... [Espero que...