Epílogo

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Hace ya algunos meses que Evangeline no se levantaba de la cama, la última vez que lo hizo fue para la ceremonia de unión entre Beltrán y Diana. Al parecer el quedarse hasta tarde en pie hizo que sus defensas cayeran y su enfermedad se agudizara. Hasta ese entonces su embarazo aun no era notorio, por lo que se podía disimular fácilmente con un suéter amplio. Diana había tenido la esperanza de que la muchacha sobreviviese al parto, pero con cada día que pasaba, esa débil llama de vida que quedaba en ella se debilitaba aún más.

El único que sabía de la verdadera relación que existía entre Diana y Evangeline, era Froilán, el vampiro a pesar de haber sufrido por el hecho de que Diana decidiera quedarse con Beltrán, tal y como si la historia de su vida volviese a repetirse, la apoyó en todo momento, e incluso estuvo de acuerdo con ella, cuando tomó la elección de no hablarle jamás sobre el embarazo de Evangeline a Beltrán, ni a nadie, ni siquiera cuando ya le faltaba poco para dar a luz. La opción más probable era que la joven no soportara el parto. Adelina había confirmado las palabras de la muchacha moriría al dar al parir, si es que no durante el parto, lo que complicaría mucho más las cosas. Había que estar preparados para todo. Mientras tanto, Diana ya había pensado en algo, le daría una familia a ese niño, le constase lo que le costase, se lo debía a Dante, y no solo a él, sino que también a la madre de la criatura. No le diría a Beltrán que el niño no era hijo de ellos, buscaría el modo de no hacerlo. Así él jamás expresaría preferencia alguna por uno de los dos y crecerían con igualdad en cuando a todo, porque estaba claro, ella no haría diferencias en cuando a nada. Había vivido el embarazo de ambos pequeños como propio, por lo que se sentía como la madre de los dos.

Cuando se dieron cuenta que en cualquier momento podría nacer el bebé de Evangeline, a los seis meses de gestación como es habitual, aunque es probable que nazcan desde los cinco meses en adelante. Diana se cambió de habitación, con la excusa de que la enfermedad de la joven había llegado a su punto crítico y que por la amistad que las unía, quería estar junto a ella en el momento en que su alma abandonase su cuerpo. Beltrán, aunque preocupado de que se tratase de una enfermedad contagiosa, por lo que se encargó de preguntarle unas seiscientas veces a Adelina si estaba segura que a Diana ni al bebé les podía pasar nada, accedió.

Finalmente el momento había llegado, ambas, debido a que estaban durmiendo juntas, despertaron completamente empapadas en un líquido un tanto pegajoso. Diana se incorporó prácticamente corriendo y fue a la habitación de Froilán, quien se estaba quedando en la casona. Rápidamente le dijo lo que ocurría y le pidió que fuese en busca de Adelina, lo que claramente, este hizo de inmediato.

Ella volvió corriendo a la habitación y cerró la puerta tras ella.- Tranquila, estarás bien ¿sí?- se apoyó sobre sus rodillas en el suelo junto a la cama, intentando ponerse lo más cómoda posible con un abdomen abultado que ya tenía un poco más de cinco meses y le tomó la mano.

-Sabes que no es verdad.- jadeó la muchacha.

-Son tonterías, yo sé que tú puedes hacerlo, vamos.- intentó animarla.

La muchacha gimió.- prométeme que lo cuidaras.

-Te lo he prometido mil veces, pero sé que no será necesario, vivirás.- le aseguró Diana.

A pesar de que todo indicaba lo contrario, Diana realmente esperaba que la muchacha sobreviviera, le había tomado mucho aprecio en aquellos meses y sabía que no merecía aquel fin.

-Ahora entiendo porque Dante te quería de aquel modo.- murmuró la joven moribunda.- eres realmente adorable.- volvió a gemir de dolor, sin darle oportunidad de responder. Entonces entraron Adelina y Froilán en la habitación. La anciana se apresuró en pedirles que buscasen agua tibia y numerosos paños, por lo que el ajetreo en la habitación era por decir lo menos exasperante, hasta que Evangeline soltó el primer gritillo de dolor, y tanto ella como Adelina comenzaron con su labor. Fue el momento en que Froilán se vio en la obligación de abandonar la habitación, quería ayudar, pero la sangre no se lo permitiría.

Diana corría de un lado a otro llevando recipientes con agua limpia, sintió el estómago duro y se paró a descansar un poco, mientras que su amiga seguía gimiendo y llamándola, de seguro sus molestias podían esperar, cuando volvió a arrodillarse a su lado, las molestias se fueron haciendo cada vez más constantes y de mayor intensidad, pero no podía abandonar a Evangeline, no en ese momento, por lo que aguantó sin siquiera hacer una mueca de dolor, aunque le costaba en demasía. Solo se limitó a sobarse el vientre algunas veces, como queriendo calmar al pequeño, algo que claramente no sirvió. Sin duda el estrés, el nerviosismo y el constante andar de un lado para otro, habían inquietado al bebé. No quiso alertar a nadie porque en ese momento Adelina ya estaba suficientemente atareada con Evangeline como para ocuparse además de ella, por lo que se limitó a removerse como si estuviese incomoda en la posición. De pronto se escuchó el llanto de un bebé, Adelina lo puso en brazos de su madre, esta lo miró durante algunos segundos y luego murmuró.- es un niño y tiene los ojos de su padre.- para luego comenzar a cerrar aquellos apagados ojos de carbón, pero antes de que estos se cerrarán por completo volvió a hablar.- cuídalo.- fue esa, su última palabra.

Diana intentó contener las lágrimas, pero sin duda alguna le dolía la partida de aquella joven, hasta ese momento había mantenido viva la esperanza de que se mantendría con vida.- te lo juro.- murmuro en un sollozo, para luego tomar a la criatura en sus brazos, pero en cuanto se incorporó, cargando al pequeño, se vio empapada en su propio líquido, definitivamente las emociones fuertes no son adecuadas para las embarazadas. Ahora sería su turno.

Fue Froilán quien la cargó hasta una de las habitaciones de invitados. Ella seguía cargando al bebé del que ni siquiera habían alcanzado a limpiar la sangre de su madre, y se negaba a soltarlo a pesar del dolor de las contracciones. Una vez la depositó sobre la cama, fue Froilán quien prácticamente se lo arrancó de los brazos.- Tu ahora solo debes pujar.- le dijo a modo de regaño.

Si bien en algún momento la sangre pudo ser un impedimento, al ver a aquella tan linda criaturita este se hacía un problema menor. Un abrumador grito de dolor proveniente de Diana lo saco de la ensoñación que el niño le producía. Al parecer no fue al único, ya que en menos de un minuto la puerta de la habitación se abrió de golpe, permitiéndole el paso a un Beltrán en pijama que parecía haber despertado hace poco y que miraba todo a su alrededor con el miedo y pavor plasmado en el rostro. Diana extendió una de sus manos para que él se acercara a la cama.

-Tranquila, ya estoy aquí, estoy contigo.- le dijo al tiempo que tomaba su mano y la besaba en la frente, donde diminutas gotillas de sudor comenzaban a formarse. Diana volvió a soltar un gemido, por lo que Beltrán acarició su cabello.- Te amo, vamos cariño, falta poco.

-La cabeza ya salió Diana, un último esfuerzo y ya.- le dijo Adelina intentando alentarla. Froilán permanecía en silencio, pegado a una pared, intentando mantenerse al margen y a la vez presente, como siempre en la vida de la joven Alfa.

Pujó una última vez y un llanto inundó la habitación, pronto le siguió otro muy similar y Froilán se acercó a la cama. Beltrán primero lo miró con mala cara, pero sus ojos se abrieron como platos al ver que en lugar de un solo niño habían dos. Adelina, respondiendo a la pregunta aun no formulada por la joven madre anunció.- ¡Dos varones!

-¡¿Dos?!- repitió Beltrán con tono histérico, aunque de alegría, no sé cómo explicar la emoción de un padre al saber que tiene dos hijos en lugar de uno como él esperaba.- ¡Son dos Diana! ¡Amor, son dos, son dos!- gritaba una y otra vez.

Adelina le entregó el recién nacido a su madre y pronto también Froilán hizo lo mismo, ella sostuvo a cada niño con un brazo y luego miró con ternura a cada uno.- Mis hijos.- murmuró.- Nuestros hijos Beltrán, nuestros dos hijos.

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¡Hello! Se los dije, se acercaba el final y aquí está. ¡Tarán! Tranquilos, como les dije habrá una segunda parte. Muchísimas gracias por leer, los quiero muchísimo, esto no sería nada sin ustedes. Un montón de besos, bye :)

FireflyAlice creo que el final de la primera parte quedó como un final muy tu jajaj no sé el por qué, pero me quedo con esa impresión, espero que te haya gustado y te lo repito, gracias infinitas baby. 

Deber de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora