El gerente, veía por la ventana de su minisúper a la lluvia caer sobre su letrero de neón que brillaba como un astro decadente en una noche mugrosa, era una noche calmada de sábado por la noche, el día y la hora donde los adolecentes borrachos venían en los autos de sus padres a comprar estupideces y cosas brillantes.
Adentro del lugar las luces titilaban y las puertas de cristal daban una impresión de falsa seguridad, el calor de los empleados daban como resultado una comodidad extraña mientras el olor del baño usado recientemente se escapaba asfixiando a todos. De la oscuridad emergió una sombra, era un hombre, vestido con una clase de kimono japonés de color negro con el cuello blanco y con una máscara plateada y abollada que cubría toda su cabeza, en su cintura descansaba un palo de madera del color de su traje. El gerente del minisúper vio violada su artificial comodidad y seguridad cuando ese extraño hombre entró con las ropas empapadas por la lluvia, todos los empleados lo veían sin mover un dedo.
El gerente lo siguió con la mirada hasta que lo perdió en el momento que se metió al pasillo de refrigeradores, volteo a la esquina de la tienda y seguía viendo al sujeto reflejado en esos espejos que ponen en las esquinas para ver qué no robes nada. Gracias al reflejo pudo ver qué ese palo que tenia en la cintura en realidad era una espada que fuera real o de juguete, representaba un peligro para su tienda, al pasar unos segundos y ver qué nadie de sus cinco empleados se movían, él se armo de valor y fue a enfrentar al posible ladrón.
Al doblar por el pasillo de refrigeradores se encontró con ese hombre empapado, viendo la leche y eligiendo cual llevarse, el bigote sobre el labio del gerente tembló y empezó a hablar con un tono grave y según el, intimidante:
—Señor, no puede entrar a la tienda portando un arma, le pido que por favor se vaya.
El sujeto de negro volteo a ver al gerente mientras abría el refrigerador y contestó con una voz como de robot averiado:
—solh compuo meuiu letch i m oiv.
—no le entiendo —le dijo el gerente mientras un escalofrío recorría su cuerpo al ver la máscara del sujeto que parecía una calaca con colmillos
El sujeto quitó su mano de la puerta y llevo sus dos manos a su nuca donde abrió un pequeño seguro con un clic metálico y empezó a hablar con una voz seca que hacia eco dentro de la mascara:
—dije que sólo compro mi leche y me voy.
—señor, le vuelvo a pedir que se vaya de mi tienda —le contestó el gerente parándose erguido y sacando el pecho palomo— o tendré que pedirle a mis empleados que le enseñen la salida.
—mira —le dijo el sujeto mientras sostenía su máscara para evitar que se cayera y con su otra mano sacaba su cartera de su traje—, ten mi cartera, ahí llevo todo mi dinero, no puedo asaltar tu tienda si te quedas con mi cartera, es lógica pura, ahora por favor déjame elegir mi leche deslactosada en paz —termino de decirle ya algo irritado.
El gerente ya no le dijo nada por miedo a hacerlo enojar más y solamente tomo la cartera de tela color rojo y se alejó unos pasos. El sujeto se pasó escogiendo su leche un largo tiempo, veía un galón y luego otro, checaba precios y leía etiquetas, hasta que eligió un galón de económico de leche deslactosada con la tapita morada y se dirigió a la caja a pagar.
Puso su galón de leche en mostrador, frente a la cajera que sólo lo veía con unos ojos azorados y un temblar de sus manos intranquilas, el sujeto tomo un chocolate y unos cuantos dulces más del mostrador y también los puso en la caja para pagar.
—Galón de leche deslactosada, chocolate amargo, dulces sabor uva —decía la cajera con una voz pegajosa al tiempo que pasaba los productos por el escáner y hacia el típico pip, pero el enmascarado la interrumpió y le dijo molesto sosteniendo su máscara:
—por favor no sigas, cállate, yo se exactamente lo que llevó y no le veo necesidad a decir cada maldito producto que llevo.
La cajera sólo se encogió de hombros y siguió pasando las cosas por el escáner pero ahora en silencio. Cuando terminó le iba a decir el monto a pagar al sujeto pero la distrajo una mancha roja en el cuello de su traje.
—tienes una mancha aquí —le dijo señalando su cuello.
El sujeto al verla hizo un quejido y se dijo a si mismo:
—maldición, sangre… esto no se quita fácilmente —al acabar de hablar alzo la mirada y vio un pequeño letrero naranja con el dibujo se una cajera y un globo de diálogo que tenía escrito: ¿olvidas algo? Dile a la cajera y un empleado te lo traerá hasta la caja para que no pierdas lugar en la fila—… sobre el letrero —continuo señalándolo—, me podrían traer un detergente para manchas difíciles… por favor.
La cajera al oírlo alzo la bocina de un teléfono y empezó a hablar por el haciendo que su voz saliera de unas bocinas que estremecieron el pequeño lugar:
—por favor, si me pueden traer un detergente para manchas difíciles a la caja.
En menos de treinta segundos el gerente salió de un pasillo cargando en sus manos una botella de detergente de color rojo y lo puso sobre la caja.
—muchas gracias —le dijo el enmascarado—, si me pudieras dar mi cartera que ya voy a pagar.
El gerente le dio si cartera y el enmascarado la tomo para que la cajera le dijera cuanto tenía que pagar:
—serian 145 con 70.
—¿aceptas tarjeta? —le pregunto a la cajera.
—si.
—que mal por que no tengo —le contesto.
La cajera no supo si reír y sujeto saco de su cartera un billete de cien y otro de cincuenta y se lo dio a la cajera.
—¿quieres redondear tus centavos? —le pregunto para que aceptara voluntariamente a la fuerza.
—si —le contestó sin mas.
—muchas gracias, su cambio son 4 —le dijo la cajera dándole al sujeto dos monedas de dos y su ticket—, ¿bolsa de papel o de plástico?
—de plástico —le contestó el sujeto—, afuera está lloviendo y no quiero que mis chocolates se mojen.
La cajera empezó a meter los productos a unas bolsas de plástico blancas y se las dio al sujeto quien cargo con una en una mano y la otra en la otra mano.
—gracias por su compra —le dijo la cajera mientras el se dirigía a la puerta.
Antes de salir dejo sus bolsas en el suelo y se ajustó la máscara cerrándola con un clic y salió a la lluvia perdiéndose en la oscuridad. El gerente sólo veía como se alejaba desde su ventana y al verla desaparecer regreso su mirada a su letrero de neón.
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Leche y Detergente. (Oneshot)
Short StoryUna noche de lluvia entra un hombre enmascarado y con un traje estrafalario a comprar leche, fin de la historia.