-Shinjuku, 1 mes antes-
Departamento de Izaya
4 de mayo, altas horas de la noche
Izaya se levantó de la cama apenas se dio cuenta de que el Monstruo de Ikebukuro estaba profundamente dormido. Sin molestarse en ser silencioso, el informante se digirió a la planta baja y tomó asiento en el sillón más amplio. Con la vista puesta en el techo, pensó que quizá debería prender la televisión, en caso de que el monstruo decidiera pasarse por ahí, dado que últimamente era un entrometido.
Uno bastante útil, pero entrometido al final de cuentas.
No sabía cuándo le había dolido más la cabeza. No sabía si resultó más molesto intentar recuperar sus memorias o era peor querer ordenarlas. Ahora que Shizuo le había dado un nombre, Izaya estaba seguro de que todo volvería a él. Ya empezaba a recordar algunas cosas. Sin embargo, hasta que no tuviera la mayoría, aquellas frases aisladas que le cruzaban por la mente de rato en rato no tendrían sentido alguno.
Izaya se preguntó si acaso también se encontraría adolorido por aquel asunto de la caja. Nunca esperó encontrarse en una situación parecida, aun cuando sabía que un trabajo como el suyo implicaba demasiado riesgo para él mismo y los demás.
Así que "Sato-sensei".
¿Por qué mis humanos no hacen más que impedir que me divierta?
Mientras caminaba por la sala, Izaya recordó que él no hubiera tardado en dar con el hombre. No por nada, al relacionar a Hiroki Takanashi con Raira, había querido revisar el historial del personal docente de la academia. De modo que el nombre de Sato-sensei formaba parte de sus recuerdos "robados" durante su encierro.
Menos mal. Estaba a punto de creer que Shizuo era mucho más listo que yo. ¡Eso sí que sería un asunto del cual habría que reírse hasta morir!
Estúpido monstruo, ciertamente servirá tenerte cerca.
Aunque estuvo a nada de soltar una risotada, Izaya calló. Se volvió al sitio donde había dejado la caja enviada y no pudo hacer más que poner una mueca.
—Me pregunto qué tanto lo sentiré.
Ignorando aquel sentimiento de culpa, Izaya subió las escaleras, se dejó caer de nuevo en la cama y, antes de dormirse, optó por esperar la llamada prometida.
En estos momentos, el interés por el juego de Anónimo era prácticamente inexistente.
Y siguió siendo de ese modo hasta el 18 de mayo.
-Shinjuku, 2 semanas antes-
Departamento de Izaya
18 de mayo, mañana
Solo hasta el momento en que Anónimo y ellas hablaron, Izaya se dio cuenta de que no le había mentido a Namie cuando le dijo que le importaba lo ocurrido. Sí que le importaba, pero no por las razones que un humano ordinario podría sentir o imaginar.
Aunque Shizuo volvería al cabo de un rato, Izaya contestó el teléfono fijo.
—¡Oh, Iza-nii! ¡Iza-nii...! —escuchó decir a Mairu al otro lado de la línea.
A manera de reflejo, el informante se puso de pie de un salto, sin darse cuenta de que tiró la silla ejecutiva tras de él. ¿Pero no se suponía que...?
—¿Mairu? —Izaya encontró en su voz, en la de ambos, un tono que nunca había escuchado. Un tono que podría interpretarse como de incredulidad y miedo.
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El Segundo del Informante
FanficIzaya Orihara recibe una amenaza anónima que pone en peligro el pasatiempo favorito del informante: sus preciados humanos de Ikebukuro. Tal es su amor por ellos que decide aceptar la compañía de cierto guardaespaldas... [Contiene: Shizaya]. Los pers...