Estaba sentada mirando por la ventana abierta de mi casa. Veía como se mecían las flores con la fina brisa, los dientes de león danzando con gracia en el viento.
Sostenía una taza de café en mi mano, hasta hace poco había estado caliente, ahora era una simple sustancia amarga y fría. Así me sentía, como café frío y amargo.
Mis pensamientos hacía poco que se habían calmado, luego de cuatro tortuosas semanas de sufrimiento parecían darme una pequeña tregua.
Mi celular vibró por decimo quinta vez en el día, era mamá. Nadie había sabido nada de mí desde que mis amigos y mi novio se habían marchado de aquí. No habían vuelto, gracias a que había bloqueado el Portal. Lo que les impedía transportarse con él hasta acá.
Dejó de sonar, perfecto. Eso la hacía la llamada número veintitrés del mes. También había recibido llamadas de Cara, Yesher, Ashira y de Aiden. Sabían que algo muy fuerte me había pasado para no responderle las llamadas, probablemente Ashira sabía que no quería hablar con nadie así que no insistía tanto.
También había recibido varias estrellas emisarias, con mensajes de mi padre. Ya tenía un pequeño lote en una esquina llena de estrellas. Al parecer papá volvería después de tanto tiempo a visitarnos. Probablemente para cerciorarse de que mi entrenamiento estaba completo y poder ascender lo antes posible. No era que le importase yo, estaba informado de mis habilidades y sabía que nuestro apellido pasaría a otro nivel, nuestra familia era la familia con más ascendentes en toda la historia, y si yo ascendía nuestro linaje seguiría en el rango que estaba.
Yo sería la décimo novena Miracle en ascender. Conmigo se cerraría el círculo familiar. Lo que nos haría una familia poderosa entre todas las familias arcanas.
La verdad, no quería hablar con nadie. No quería saber de nadie. Ya no me importaba absolutamente nadie. No me importaban mis amigos, ni mi familia, ni Aiden... Ni Leah.
Quería que todo el mundo se fuera a la mierda. Estaba harta de todo. Solo quería morir. ¿Cómo pasa tu familia a ser de lo más importante en tu vida a ser unos completos traidores y desconocidos? ¿Acaso les había hecho algo? Y si así fue ¿Tan grave fue lo que hice para que me lastimaran de tal manera?
Maldición. Cerré los ojos, respiré calmadamente. No lloraría, no más. Ya mis ojos estaban tan hinchados y rojos que no podía abrirlos casi y me dolían.
¿Ahora que se supone que debo hacer? ¿En quién debo confiar? ¿Cómo puedo confiar en alguien si mi familia me falló primero? Es estúpido.
Mi cuerpo se sentía tan cansado, solo quería acostarme y esperar a que la muerte viniera por mí. Aunque claramente la muerte aún no vendría por mí, estaba tan rota y resquebrajada que no valdría la pena.
Del piso de arriba empezó a sonar una melodía. La recordaba muy bien, Leah solía tocarla toda las tardes en el piano. Me levanté de mi puesto en la ventana, dejé mi taza de café frío en la mesa y subí las escaleras, hasta llegar al lugar de donde provenía la melodía. Entré en la habitación de paredes blancas, en él solo estaba un gran ventanal y en el centro un hermoso piano de cola negro.
Aún en él, reposaban las partituras favoritas de Leah. Me senté en el asiento y empecé a leerlas. Era una canción triste, que hablaba acerca de un amor imposible y como traicionaba a su corazón alejándose de su amado. Armándome de valor empecé a tocar las teclas del piano poco a poco siguiendo las partituras.
Sabía tocar el piano, papá nos había obligado a tomar las lecciones. Quizás por eso lo odiaba tanto...
No recuerdo jamás que papá nos complaciera en algo, todo se hacía como el quería, cuando él quería, y no podíamos negarnos. No recuerdo haber sido feliz nunca. Ni ver a mamá feliz cuando papá estaba en casa. Quizás fue por eso que Leah se rebeló contra todo, sólo quería ser libre, poder elegir lo que ella quisiera sin que se lo impusieran.
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La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©
Tienerfictie"Soy hija de un arcángel. Soy mitad humana, mitad ángel, vivo entre mundanos desde que tengo uso de razón. Desde tiempos anteriores han existido personas como yo, nefilims, así nos llaman; somos guerreros entrenados arduamente para matar demonios, n...