Capitulo unico

10 1 0
                                    

Harto de buscar un lugar donde trabajar y no encontrar, decidi ir por un café, en aquel viejo vivero donde se encuentra la cafeteria en medio.
Me sente frustrado en una banca junto a la ventana, puse las pinturas en el suelo.
Pedí un café negro con dos de azúcar, saque un libro de mi mochila, con la pasta azul y vieja, las hojas allejadas y de color marrón.
Tenía la mirada fija en la lectura que sin dejar de leer tome la taza y le di un gran sorbo.
-¡Carajo!.
Exclamé con gran enojo al darme cuenta que tenía café por todo el pantalón, deja el libro en la mesa para secarme con algunas servilletas. Y cuando levante la vista, me parecio ver un Ángel, vaya chica era hermosa y me miraba fijamente con sus ojos azules como un zafiro y profundos como los de un león que esta por atacar, tenía su boca formando una ligera sonrisa, con esos labios tan definidos como las nuves del cielo pintados con un purpura intenso y su piel, vaya, su tez era bronceada como el oro y el sol juntos, su cabello lo tenia atado con una trenza arriba y una especie de cola atras, al verla me quede petrificado, no sabía que hacer me miraba tan ridiculo ahi parado frente a esta hermosa extraña con el pantalón empapado de café, no podía moverme, pero ella no hizo nada se quedo alli mirandome, me basta decir que con su mirada cai en un trance, no sabía si era de día o de noche, si las estrellas ya habian dejado de brillar o si el tiempo ya dejo de correr.

Me sorprendi que la seguia viendo despues de un largo rato y ella no bajaba la vista, ¿Acaso vio algo en mi?.
No lo creo.
Me sente y lo primero que se me ocurrio fue empezarla a dibujar, trazaba las lineas suavemente y con tal inspiración que no pude parar una vez que empece.

Luego de un rato ella se levanto, separe la vista del dibujo para verla, ese vestido negro descotado le acentaba muy bien a sus curvas, por ultima vez volteo a ver en mi direccion. Pero algo paso ahí, saco de su bolsa un extraño palo que empezo a extender cada vez mas hasta que se hizo largo. Lo tomo en su mano y siguio camindo usando de guia ese palo.
Talvez ella no me vio, talvez nisiquiera sabe que existo, talvez nunca tenga oportunidad de estar a su lado, pero si se una cosa claramente, su belleza me dejo con la mirada perdida.

Miradas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora