no es ejercito.

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Bueno, ya no quería volver a viajar a otros países, ya era mucho dinero gastado. así que mejor fui a un rincón de la ciudad, un pequeño lago junto al océano mas o menos a diez metros de separación cada uno. el agua del lago era cristalina mientras que la del océano era más opaca. entre tanto solo habían unos cuantos arboles secos, musgo verde, arena mezclada con lodo, y algo de neblina que a lo lejos se condensaba dejándome ver mas o menos bien.

-¿hola?- dije en voz baja.

Escuche algo que chapoteaba en el agua del lago, ya había escuchado esos mitos de que en ese lago se ocultaba una criatura que ahogaba a quien se atreviera a acercarse.

De entre la neblina pude distinguir una forma humana, de mujer para ser más preciso. A medida que se acercaba, pude distinguir mejor sus rasgos físicos.

Una chica alta, de piel literalmente blanca con algunas sombras azul claro, cabello azul oscuro largo hasta la cintura, ojos violetas y labios carnosos, en sus brazos pude notar algunas escamas plateadas y azules.

-hola, Rallan- dijo ella al acercarse.

-hola, ¿como sabes mi nombre?- respondí confundido.

-lo presentí- se acomodo el cabello- ¿y para que quisiste venir aquí?-

-estoy buscando a alguien que me ayude-

Hubo un silencio incomodo que ni yo ni ella pudimos romper. me tomo del brazo y me comenzó a arrastrar al lago. presentí que me intentaría ahogar, así que intente soltarme, pero en vano, ella si que era fuerte.

entramos al agua, los pies de la chica se transformaron en una enorme aleta y, sin soltarme, me arrastro a lo mas profundo del lago hasta la entrada de una cueva. entramos en ella u llegamos a un espacio de aire, todo estaba oscuro.

-¿que es esto?- dije.

-aquí nos ocultamos de el lord-

-¿quienes?-

-nosotros- ella señaló hacia el fondo de la cueva, donde una fogata se encendió casi al instante.

Alrededor de ella habían otras dos personas.

-hola- dijo uno.

-¿que hay?-dijo el otro.

Uno de ellos era un hombre realmente bien proporcionado, piel medio bronceada, cabello negro y ojos morados, su mirada era acechadora y realmente expresiva.

La otra era una chica, muy hermosa debo admitir, tenía cabello color verdoso, casi negro, algunas escamas en los brazos y cubría sus ojos con unas gafas.

-tranquilo, no te harán nada- dijo la chica que me trajo.

Nos acercamos al fuego y nos centramos.

-ellos son Fernando y Escorea- dijo señalando a los dos respectivamente.

-tu aún no me has dicho tu nombre-

-oh, soy Anémona-

Fernando se ríe un poco, yo estuve a punto de seguirle la corriente, pero me sostuve.

Escorea se levanta y toma a Fernando del cuello.

-¡¡¡te he dicho mil veces que su nombre no es COSA DE RISA!!!- de su cabello salieron catorce serpientes verdes que amenazaban con morder a Fernando, quien ya estaba separado separado del suelo.

Este, en un intento por zafarse, se transforma en una enorme bestia peluda, quien logra arrojar a Escorea contra la pared.

Yo y Anémona nos alejamos un poco. La enorme bestia se lanza hacia Escorea, quien antes de ser aplastada, se retira las gafas y mira los ojos de la criatura.

Unos ojos realmente hermosos, de un color amarillo intenso, de pupilas rasgadas que brillaban con la tenue luz de la llama.

Una enorme luz amarilla invadió la cueva, que a su vez segaba a quien la viera.

Sentí como por dentro me paralizaba, miré a Anémona, estaba volteada, sin mirar a Escorea.

La bestia inmediatamente se transforma en una estatua de granito solido. Sentí como yo igual me convertía en piedra...

*****

Por fin pasó el efecto, me encontraba en un rincón de la cueva, Fernando, ya en su forma humana, aún seguía siendo una estatua de piedra. Me sentía a dolorido, entumecido y mareado.

Anémona estaba sentada junto a ¿Sofía?

-al fin- dijo ella al verme.

Se acercó a mi, me abrazó y me empezó a dar besos por toda la cara.

Miré los ojos de Sofía, había algo diferente en ellos, después la analice en conjunto.

-¡¿que te pasó?!- pregunté.

-es una larga historia-

Ahora Sofía era más pálida que antes, sus ojos ahora eran verdes, realmente intensos, pupilas rasgadas, y pude notar unos pequeños colmillos en su boca.

-¿que tan larga?-

-pues... ¿Cuanto puede pasar en una semana?-

-ah, si, estuviste petrificado por una semana- interrumpió Anémona.

Estuve a punto de exclamar algo, pero Fernando se des petrificó antes de eso. Según la posición en la que estaba, terminó saltando hacia mi.

Después de quitarse de sobre mí, me puse de pie.

-¿puedes contarme?-

Ilusiones Del Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora