Estaba por besarlo, a él, al chico de mis sueños, cuando aquél sonido me despertó. Era la maldita alarma que acababa de arruinar mi momento.
Me levanté algo decepcionado, por fin iba a dar mi primer beso, ese que tanto había anhelado.
Hoy comenzaba una nueva etapa en mi vida, un nuevo comienzo. Había esperado todas las vacaciones para este día, y por fin había llegado, hoy era el primer día de clases en mí nuevo colegio.
Se que suena algo tonto esperar tanto para volver a la rutina, pero presentía algo, presentía que este año me iba a marcar para siempre, y de la buena manera. Siempre tengo esas sensaciones raras de que algo va a suceder, y al poco tiempo solo suceden.
Me vestí rápido, había pasado toda la noche preparando la ropa con la cual iría hoy.
Me lavé los dientes con mucho entusiasmo, luego me acomodé el pelo y salí disparado rumbo al colegio.
El día era perfecto, el sol se encontraba más brillante que nunca y no había ni una sola nube en el cielo. Se respiraba un aire refrescante, era obvio que hoy iba a ser un gran día.
Comencé a sentir un auto acercándose a toda velocidad, volteé a ver quien manejaba tan descuidadamente, y a los pocos segundos me arrepentí de haberlo hecho. Era Ian, mi enemigo de toda la vida.
Al verme, frenó su coche al costado mío, su pelo color castaño claro era impulsado por el viento hacia atrás, llevaba unas gafas, que a cualquiera que se las coloque le iban a quedar ridículas, pero a él, a él le quedaban perfectas.
Se sacó las gafas y me quedó mirando. Su cara, aunque me cueste reconocerlo, era demasiado hermosa, me hace acordar mucho a un actor de "Glee", aunque no recuerde a cual.
Luego de varios segundos desde que se sacó las gafas, miró al frente y dijo:
-Me han dicho que estás en el mismo colegio que yo -se colocó las gafas- ¿Es verdad?
No sabía como se había enterado ¿Quién le pudo haber dicho? Me pareció muy extraño, sólo lo sabíamos mi madre y yo.
-Así es -Dije mirándolo fijamente sin obtener ni una sola de sus miradas- es verdad.
-Ya veo
Apoyó parte de su brazo fuera de la ventana y sin más nada que decir, arrancó el auto y se fue, dejando que me quede hablándole a la nada.
Ya ni recuerdo como es que somos enemigos, en realidad, nunca lo supe. Íbamos juntos en la primaria, recuerdo que éramos muy buenos amigos, hasta que un día, a un paso de comenzar en la secundaria, él se cambió de escuela y cada vez que me veía, me esquivaba, pero eso no es todo, ojalá lo fuera, recuerdo un vez, después de que él me dejara de hablar, nos encontramos en una tienda, lo quise saludar y él esquivó mi intento de ser amable, cuando estaba por salir, pasó por detrás mio y me empujó haciendo que caiga arriba de varios artículos de la tienda, los cuales quedaron todos desparramados por el suelo y yo encima de estos. Toda la gente me miró al instante, él se había marchado, nadie, excepto yo lo había visto.
Me genera odio pensar en él, y pensar que lo había llegado a querer, que idiota fui.
Sin darme cuenta, ya había llegado al colegio, era muy grande, demasiado diría yo.
Al ingresar pude ver un grupo de chicos bonitos que me estaba mirando, no lo podía creer, era mi primer día y ya había conquistado corazones. Les guiñé el ojo, y estos empezaron a reír descaradamente, yo sonreí, aunque no entendía el porqué de tanta risa. Quizás no podían creer que les estuviera sonriendo, se que sueno un poco egocéntrico, pero debo admitir que no soy para nada feo.
Me acerqué a ellos para preguntarles el motivo de tanta risa, y ellos solo señalaron mis pies.
Aún llevaba mis pantuflas, no lo podía creer, al instante me puse rojo como un tomate.
Rápidamente me alejé de ellos, no sabía que hacer, si volver a mi casa a ponerme los zapatos o quedarme a pasar vergüenza. Lo decidí al instante, me volvería a mi casa.
Estaba saliendo fuera del colegio cuando sonó la campana de inicio a clases. No podía llegar tarde el primer día, así que me armé de valentía y decidí ingresar.
Ya no había nadie en los pasillos, todos se encontraban en sus clases. Al llegar a la puerta de mi aula, inhale y exhale, me esperaba lo peor.
Antes de tocar, alguien me sujetó el hombro. Era un chico casi de mi misma altura, tendría dos o tres centímetros más, tenía el pelo rubio, ni tan corto ni tan largo, su piel parecía de porcelana, al verlo me perdí en sus ojos celestes, era como ver a las estrellas, era tan perfecto que las piernas me empezaron a temblar.
-¿Necesitas ayuda?-Dijo señalando con la mirada a mis pies.
Solo asentí con la cabeza, el hablar me era imposible.
Abrió su mochila y sacó unos zapatos extra.
-Se que es raro -Dijo- pero mi madre dice que es mejor prevenir que lamentar.
Al ver los zapatos mi cara se iluminó y mi sonrisa era interminable.
-Gracias -Seguía sonriendo- me salvaste el día.
-No hay de que -También sonrió- es mejor que entremos, se nos va a hacer tarde.
Solo asentí. Él esperó a que termine de colocarme los zapatos y luego entró, yo imité su acción.
Al parecer el profesor todavía no había llegado.
Fui al fondo del salón y ahí encontré un asiento al lado de una chica, era morena, se veía muy simpática.
-Hola! -Me dice con una amplia sonrisa- soy Maca.
-Hola - Le respondo de igual forma- un gusto Maca, soy Ethan.
Continuara..
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Complemento (Gay)
RomanceEsta historia trata de dos muchachos totalmente opuestos. La dignidad y el orgullo le impiden estar juntos. Tendrán que aprender a superar sus temores para ser felices.