El corazón se me aceleraba y mis pies se trababan con las piedras.
No quería girar la cabeza y ver que era lo que me seguía en ese camino, mi respiración me costaba más cuando me acercaba al bosque, mis piernas no podían dejar de correr, no podía pensar en nada más, solo podía escuchar mi corazón en mi mente, cada látido marcandose en mi memoria como si fuera el último que sentiría.
El frío se sentía, calándome los huesos, fue como lo experimenté, la mañana templada con cálidos rayos de sol desaparecieron al poner el primer pie sobre el césped lleno de ramas rotas con la compañía de la tierra del bosque.
Ramas y ramas salían de la nada al igual que las hojas secas cuando caían sobre mi cabello lentamente.
Por primera vez, miré hacia atrás al tropezar con una enorme rama de árbol a la que mis ojos habían ignorado.
No podía localizarlo, no había ni un ruído en el lugar, solo mis fuertes suspiros se escuchaban.
Bajé la mirada hacia mis piernas, una de ellas estaba con un enorme apertura que no dejaba de sangrar, pero ambas cansadas y llenas de raspones.
Traté de pararme para seguirme alejando, pero simplemente yo no podía, el dolor era tanto que no me lo permitían.
Cada fuerte suspiro y agonía en mi voz marcaba cada intento.
De pronto la espesa niebla blanca comenzó a llegar. No me dí cuenta de que la niebla había pintado todo el lugar de blanco.
no se veía nada más que las sombras opacas de los enormes árboles.
Cuando por fín pude pararme, ni siquiera los animales hacían ruído, ni una cigarra o pajara se escuchaban.
Me recarqué sobre un árbol y comencé a observar una posible salida.
Pero por más que me consentraba no podía ver nada, después, mis ojos trataban de encontrar de donde había salido un ruído de las ramas quebrándose.
El vapor salía de boca, no lo veía, pero lo sentía.
Al igual de lo que había provocado ese alarmante ruído.
Traté de caminar hacía una posible salida apoyandome ciegamente sobre los árboles.
El ruído cada vez se acercaba más pero todo era tan confuso que no sabía de donde venía.
Mientras cojeaba con mi pierna izquierda en el piso, podía sentir como si alguien viniera corriendo.
las ondas de sonido y vibraciones se acercaban cada vez más rápido.
Aceleré el paso aun que fue algo inútil, pues volví a tropezar y cuando volteé para mirar el camino, una bestia de ocho ojos rojos con cuernos como cabra y un pelaje escaso blanco, de seis patas grandes y anchas acompañadas de grandes garras, sus dientes afilados como de tiburón se podrían observar cuando este abría su boca dejando escapar un rugído.
Yo sin poder creerlo, que quede inmovil, el misterioso animal comenzó a moverse, mire su cola llena de picos y la leve capa de pelo blanca dejando ver cada raspón o peleas que había tenido con otroso animales, tenía cicatríces por todas partes, su lomo al igual estaba lleno de picos, algunos largos y otros pequeños.
Después el rasguño mi hombro izquierdo y dejé escapar el grito perfecto fr una película de terror y de merecido rasguño. La apertura era tan grande que podía ver un pedazo de mi hueso.
El peor día de mi vida sin duda.
Puse mi mano sobre mi hombro, pero ardía demasiado, mire a la bestia, justamente cuando éste se estaba preparando para saltar hacía mi con su enorme mandíbul abierta.
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Kalena
FantasyDesperté, como lo hacen todos, para encontrarse con un nuevo día, pero yo me encontré en un mundo, el cual no era la Tierra.