Capítulo 19

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Actúo como si nada pasara pero en realidad estoy muriendo de los nervios, no es que antes no haya peleado con mi papá pero diablos, esta vez es distinto. ¡Me fui de la casa! Jamas había hecho algo como eso en mi vida, no sé cómo voy a reaccionar al verlo, ni siquiera se como va a reaccionar él al verme.

Entramos a la casa con las maletas en nuestras manos y encontramos sentados en el comedor a casi toda la familia. Mi papá está sentado en la punta de la mesa al otro extremo de nosotros y me mira sin ninguna expresión, no se si eso me da mas miedo que si estuviera con cara de disgusto.

—Buenas tardes—. Alcanzo a pronunciar y enseguida Sebastián me apoya.

—Buenas tardes, permiso.

—Buenas tardes—Dicen todos a la misma vez.

—Feliz cumpleaños— van diciendo de forma desordenada.

—Gracias—sonrío.

—Adelante, no tengas pena hijo que aquí no comemos gente, estás en tu casa—Le anima mi abuela a Sebas tratando de ayudarlo con un bolso pero él de machista no se deja.

—Tranquila señora Isidora, yo puedo. ¿Dónde los coloco?

—¡Ay hijo, por Dios! ¿Cómo me vas a llamar señora si yo soy una muchachita? Dime mamá Isi o abuela.

—Esta bien—. Ríe divertido.

Sebastián no la llamará así, por lo menos no por ahora, lo que me causa mucha risa porque está nervioso. Toda mi familia le tiene la mirada puesta.

Si, familia. Mi novio esta buenísimo pero por favor, no me lo acosen.

—Este es Sebastián, mi novio.

Lo presento a mi familia.

—Un gusto—dice él mientras le estrecha la mano a cada uno de la familia.

Se ve tan seguro en si mismo...

—Faltan dos refrescos, Amanda, anda a la Panadería y dile a la portuguesa que te mande 4 refrescos—Me da instrucciones mi tío.

—Si hija—salta mi otro tío—. Y llevate a tu novio para que conozca un poquito.

—Te llevo, Amanda—. Sebas agarra las llaves de su carro y todos se echan a reír.

—¿Tu novio no deja que des mas de 10 pasos?— bromea mi tía y yo río con ella porque Sebastián está confundido.

—Si supieras que no le gusta que camine, tía—le sonrío y me dirijo a Sebastián—. No necesitamos ir en carro, queda allí en la esquina, Sebas— le explico.

—¡Sebas! ¿También podemos llamarte Sebas o es un apodo que sólo utiliza ella?—Curiosea uno de mis primos.

—Tranquilo, así me dicen todos.

—Vamos antes de que te vuelvan loco.

Lo agarro de la mano y me lo llevo casi corriendo de allí.

—Aquí está, la única panadería donde entras y preguntas si hay pan.

—¿Por qué?—Pregunta mientras pasamos.

—Sabes, como es un pueblo, es mas difícil que los productos lleguen. Entre esos productos están los ingredientes para el pan, por ende casi nunca hay pan y uno tiene que preguntar a ver si hay o no.

—Cierto—. Agarra dos Pepsis y tres Coca-Cola.

Noto como todos se me quedan viendo en la panadería pero me hago la loca.

—Portu, mi tío mandó a decir que le mandes esto.

—Dile a tu tío que me debe hasta la vida—. Dice en broma.

No soy suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora